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“Si en México hubiera pesca y aquí no, yo también me saltaría la frontera”

Los pescadores de la bahía de Galveston, en Texas, afirman que sus vecinos de Tamaulipas entran en aguas de Estados Unidos a pescar

Pablo Ximénez de Sandoval
Bill 'Bubba' Cochrane, en su barco en el puerto de Galveston.
Bill 'Bubba' Cochrane, en su barco en el puerto de Galveston.P. X. S.

En el mar también hay una frontera. No se ve, no hay muros ni garitas. Hace falta instrumental de navegación para saber en qué lado estás. Pero cuando te la saltas, al otro lado se dan cuenta. Bill Bubba Cochrane, pescador de Galveston, Texas, es el presidente de la asociación de pescadores comerciales del Golfo de México. Lleva pescando 27 años en estas aguas. No se queja, el negocio va bien desde que el Gobierno federal impuso un sistema de cuotas particulares hace ocho años. El pargo o huachinango (red snapper) es la captura más rentable de esta aguas, se paga a 5 dólares la libra y da para vivir bien. Pero desde su asociación advierten de que el mercado está siendo afectado por la pesca ilegal de barcos mexicanos que cruzan la frontera marítima y entran en aguas federales de Estados Unidos.

“Entran en aguas de Texas, pescan, se llevan el pescado a México y luego lo venden de nuevo en Estados Unidos como pescado de importación”, asegura. Algunos restaurantes están comprando como pescado mexicano pargo que ha salido de aguas de Texas.

Cuando la Guardia Costera de Estados Unidos intercepta un barco de pescadores ilegales, detiene a sus ocupantes, los deporta y destruye el barco. Por eso los pescadores de Texas afirman que no tienen nada en contra de los mexicanos. “Si alguien toma esa clase de riesgo para venir a pescar aquí es claramente porque no tienen pescado en sus aguas”, dice Scott Hickman, pescador también de Galveston. “Así lo han dicho en los interrogatorios con la Guardia Costera cuando los detienen”.

La cuota pesquera de pargo en las aguas federales del Golfo (en las aguas de Texas no se puede pescar) es de 7 millones de libras (3.000 toneladas) para la pesca deportiva y otro tanto para la pesca comercial, explica Cochrane. Hickman afirma que los pescadores ilegales mexicanos sacan 1 millón de libras de estas aguas y que ese pescado va sobre todo a los restaurantes baratos que no quieren pagar el precio del pargo pescado con las regulaciones de Estados Unidos. “En Texas se está comprando pescado importado de México que en realidad está pescado aquí”.

“No son mala gente”, afirma Bubba Cochrane. “Lo que ocurre es que la pesca aquí es fenomenal. “Lo que tenemos que hacer es que las condiciones de pesca sean mejores en México para que no tengan que venir aquí. “Entre pescadores, si aquí no hubiera pescado y yo supiera que al sur hay, me saltaría esa frontera imaginaria del mar para pescar al otro lado. Todos tenemos una familia. Lo entiendo. La gente toma decisiones equivocadas pero lo hace por una buena razón, que es alimentar a su familia”.

Cochrane no se ha planteado votar. Dice que a su alrededor hay mucho votante de Donald Trump. A él le da igual el mensaje de dureza del candidato porque, como todos los que viven cerca de una frontera, en tierra o en el mar, sabe que la realidad es mucho más compleja de lo que dice Trump. “Me parece que no va a poder hacer nada de lo que dice, como lo del muro”. De los demócratas valora que “están más en contacto con las políticas de conservación” del medio ambiente. Son precisamente esas políticas las que han garantizado la sostenibilidad de la pesca en el Golfo y lo que le permite seguir en este negocio. Afirma que solo quiere que los mexicanos tengan lo mismo que él, para que no se la jueguen saltando la frontera invisible.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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