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FLORINDA ROJAS | Directora del Instituto Nacional de Migración de República Dominicana

“América Latina tiene mucho que decirle a Europa sobre la acogida de refugiados”

Florinda Rojas explica que las políticas migratorias dominicanas están cambiando para asegurar el respeto a los derechos humanos

Florinda Rojas, en una imagen de archivo del Instituto de Migración.
Florinda Rojas, en una imagen de archivo del Instituto de Migración.

Hay preguntas que no se pueden responder. Así contesta la directora del Instituto de Migración de República Dominicana, Florinda Rojas (Santo Domingo, 1950) al cuestionar el fallo del Tribunal Constitucional que dejó en 2013 a tres generaciones de haitianos huérfanos de patria, al negar la nacionalidad a los hijos de inmigrantes irregulares nacidos en República Dominicana a partir de 1929. Su gesto torcido y mandíbula apretada hablan por sí solos, pero si no, lo haría su blog.

Tras la decisión del Constitucional, el Gobierno dominicano puso en marcha el Plan de Regularización de Extranjeros. La medida legalizó la situación de 288.000 inmigrantes, y dio pie a que la policía deportara a todo aquel que no portaba documentación. “En el pasado ocurrían cosas no tan correctas, pero ahora el Instituto se encarga de dar seguimiento al proceso de deportación y de elaborar un protocolo para que estas acciones respeten los derechos humanos”, afirma la directora del organismo.

Para mejorar estas prácticas, Rojas apuesta por la formación. “Capacitación, capacitación, capacitación”, repite, y acompaña cada palabra con un golpe en la mesa. Por un lado, a los inspectores de migración, “para que respeten los derechos de los migrantes”. Por otro, de la prensa, para “eliminar el lenguaje discriminatorio” de sus páginas.

Rojas niega que en República Dominicana exista un repudio hacia los inmigrantes haitianos. “Hace cinco o 10 años, sí”, replica. Pese a la seguridad con la que lo afirma, sus esfuerzos en el Instituto van dirigidos a erradicar el rechazo contra los extranjeros: “Hay que hacer que [la inmigración] deje de ser un tema tabú, eliminar las barreras discriminatorias y hacer comprender la importancia del inmigrante en la economía del país”, sostiene. Para ello, vuelve a la capacitación. Esta vez de los maestros, “para que ayuden [a introducir ese cambio] en la educación de los niños desde primaria”.

Rojas —que trabajó 25 años en el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados— considera que la crisis migratoria que asola Europa “le está dando la vuelta a la tortilla”. “Europa tiene poco que enseñarnos a los no europeos y, sin embargo, América Latina tiene muchas cosas que decirle a Europa en cuestión de acogida de refugiados”, afirma en Madrid, donde participa en el proyecto Sociedades Compartidas, que idea propuestas inclusivas para países con una población multiétnica o multirreligiosa, promovido por el Club de Madrid.

Para Rojas, es fundamental que los Estados miembros cumplan con las cuotas de refugiados fijadas por la Unión Europea y que, paralelamente, lleven a cabo “acciones políticas que resuelvan los problemas políticos en los países de origen”. Y, sobre todo, considera esencial que se ponga un alto en la venta de armas a países en conflicto, y anima a que sea el pueblo el que inicie el movimiento: “Tiene que llegar un momento en el que la población diga: ‘Usted, país, que está en el negocio de la guerra y también en el humanitario tiene que decidir cuál de los dos asume’. Es así de simple. No pueden jugar con Dios y con el Diablo”.

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