La UE convoca una reunión urgente para desbloquear el pacto con Canadá
En el estreno de la premier británica, los socios elevarán el tono con Moscú
Europa ha convertido su ir tirando en una forma de vida. No hay una recuperación digna de ese nombre en la economía continental. Grecia sigue con enormes problemas, a los que se suman las dudas sobre la banca en Portugal, en Italia e incluso en el gigante alemán Deutsche Bank. España lleva más de 300 días sin Ejecutivo y la Unión está pendiente del referéndum constitucional en Italia y las elecciones en Holanda, Francia y Alemania, que han desplazado paulatinamente la narrativa europea de Bruselas a las capitales: en pleno portazo británico, prácticamente todo está en el congelador a la espera de saber cuál es la nueva correlación de fuerzas, con los extremismos al alza en todo el continente, y en algunos casos instalándose en el Gobierno. Turquía ha detenido la entrada de migrantes, pero siguen llegando a cientos por el Mediterráneo. Sin embargo, el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, considera que en ese y otros problemas la UE "está doblando la esquina lentamente".
Tusk ha convocado a los líderes de los Veintiocho a la cumbre de este jueves y mañana viernes en Bruselas, con una cara nueva —la euroescéptica o eurófoba Theresa May, la primera ministra británica—, que se centrará en el Brexit, en los problemas con Rusia, en la crisis de refugiados y en la negativa de Valonia, una región belga con 3,5 millones de habitantes, a desbloquear el acuerdo de la Unión con Canadá. A su entrada a la cumbre han quedado claros dos mensajes: Europa amenaza a Rusia con sanciones por los bombardeos en Siria. "Lo que está pasando en Alepo es inhumano", ha subrayado la canciller Angela Merkel. Y los dirigentes europeos cierran filas en favor de una línea dura con Reino Unido: "May quiere un Brexit duro, así que la negociación será dura", ha asegurado François Hollande, el presidente francés.
La UE ha convocado una reunión de urgencia con los diplomáticos de los Veintiocho para desbloquear el acuerdo comercial con Canadá, conocido como Ceta. Valonia rechaza firmar, y Tusk se ha mostrado pesimista al respecto, pero los embajadores de la UE se reunirán a las ocho de la tarde para pactar una declaración con validez legal para tratar de convencer a los valones, según las fuentes consultadas.
Este es un resumen sucinto de las cuatro grandes agendas de la reunión, en la que no se esperan grandes sorpresas por primera vez en mucho tiempo.
Rusia con (des)amor. El primer ministro italiano, Matteo Renzi, quiso incluir un debate estratégico sobre las relaciones con Rusia —desligado de la discusión sobre las sanciones por la invasión de Ucrania— aprovechando la tranquilidad de los últimos meses. El calendario le ha jugado una mala pasada: la guerra en Siria complica sobremanera las relaciones entre Europa y Moscú. Berlín describió ayer a Rusia, tras la visita de Vladímir Putin, como "un socio estratégico y un importante vecino", pero más allá de la ambivalencia alemana varios países llegan a la cumbre con ganas de lío. Francia, Reino Unido y varios socios del Este abanderan al flanco más belicoso, partidario de elevar las sanciones a Moscú desde ya. Es poco probable que nada de eso ocurra hoy, aunque la amenaza probablemente figurará en las conclusiones del encuentro. Lo que es seguro es que Europa elevará el tono, más aún después de los últimos escarceos de Moscú con la propaganda antieuropea, los ciberataques y la infiltración en varios partidos a través de donaciones oscuras.
Varias capitales consideran que la UE se ha mostrado irritantemente ingenua, incluso algo naíf en sus relaciones con Rusia. Putin juega con los ataques a Alepo y los alto el fuego para enfriar y calentar sucesivamente a los europeos. Judy Dempsey, del think tank Carnegie, apunta que la posición europea en Siria demuestra que la UE no es ya ni poder duro ni poder blando, pero fuentes diplomáticas explican que en lo tocante a Rusia puede darse por seguro que la Unión tiende hacia la dureza: endurecerá su posición respecto al consejo de ministros de Exteriores del pasado lunes.
'Brexit': May day. Theresa May se presentará ante la Unión con un discurso en el que tratará de explicar sus planes ("si es que realmente los tiene", subrayan fuentes diplomáticas). Hará una versión europea —más matizada— de su discurso de Birmingham, en el que vino a decir que quiere el control de la inmigración y no se someterá a los tribunales europeos aunque pierda acceso al mercado único. Un Brexit duro, en suma. Según algunas fuentes, Reino Unido pretende que los socios se den por notificados (Londres activará su salida en marzo) para iniciar los trabajos preparatorios. El Consejo y la Comisión esperan que los Veintisiete dispensen un recibimiento frío y que no se avengan a iniciar la negociación. May tendrá reuniones bilaterales con algunos líderes, y se reunirá con Jean-Claude Juncker, el jefe de la Comisión Europea, el viernes.
Los británicos explican que May no entrará en detalles, pero insistirá en que el Brexit es irreversible. El tono será fundamental: May deben lanzar mensajes duros porque así lo ha hecho también en casa, pero a la vez necesita granjearse apoyos de cara a negociar el divorcio. Londres sugiere que lo ideal sería un acuerdo de libre comercio (similar al controvertido Ceta) con acceso preferencial para varios sectores, que se ha topado con la negativa inicial de los socios. La UE, por una vez, mantiene una posición única al respecto: nada de grandes ventajas para Reino Unido, ni siquiera en el periodo transitorio hasta que se firme el pacto definitivo; nada de Europa a la carta. Viene lío por ese flanco. Pero —seguramente— no ahora.
Refugiados por Italia. "Esta no es una cumbre de crisis", asegura un alto funcionario europeo: las entradas de migrantes y refugiados se han reducido sensiblemente merced al acuerdo con Turquía, pese a que la nueva vía vuelve a ser Italia. Renzi adoptó un tono durísimo en la última cumbre de Bratislava. Tusk subraya en su carta a los líderes que el objetivo es ahora extender al máximo los acuerdos con países terceros para frenar los flujos, como los cinco anunciados recientemente.
Astérix el valón. La región francófona de Valonia se resiste a desbloquear el acuerdo comercial con Canadá, que pone en jaque una de las banderas de la Unión en el último medio siglo: la política comercial. Bruselas presiona para pactar durante la crisis, como máximo este fin de semana: de lo contrario el acuerdo saltará por los aires, amenazan. El tiempo apremia: la fecha prevista para la firma con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, es el próximo 27 de octubre.
El ex primer ministro Elio Di Rupo y el líder valón Paul Magnette no se dan por aludidos y siguen pidiendo concesiones políticas para acceder a firmar el CETA. La UE trabaja por dos vías: pulir una declaración con valor legal que recoja las inquietudes de los valones, después de haber lidiado con las reservas de Alemania, Austria, Eslovenia, Rumanía, Bulgaria y otros países, y tratar de desbloquear el principal instrumento de defensa comercial de la UE, las denominadas duty rules que permiten atajar la sobreproducción de algunos países (por ejemplo la siderurgia china) y que otros países, como Estados Unidos, han usado de forma mucho más eficiente en los últimos años.
Reino Unido —siempre Reino Unido— ha bloqueado ese mecanismo de defensa antidumping durante los últimos tres años. Ahora podría convertirse en la bandera que buscan los valones para obtener una concesión política y dejar de cortocircuitar el acuerdo comercial con Canadá. No está del todo claro el final de esa historia: fuentes diplomáticas apuntan que se trata de un problema interno belga, que ha salido a la luz en un debate claramente europeo. "Hay trabajo por hacer y espero una vía de salida en la cumbre", dice un optimista Donald Tusk. Se esperan protestas en Bruselas de las ONG y los grupos contrarios al CETA y al TTIP.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Brexit
- CETA
- Canadá
- Euroescepticismo
- Referéndum UE
- Tratados Libre Comercio
- Unión política europea
- Elecciones europeas
- Relaciones comerciales
- Libre comercio
- Reino Unido
- Comercio internacional
- Tratados internacionales
- Referéndum
- Relaciones internacionales
- Relaciones económicas
- Norteamérica
- Elecciones
- Ideologías
- Unión Europea
- América
- Europa
- Organizaciones internacionales
- Comercio
- Relaciones exteriores