El ataque del régimen sirio a los kurdos aliados de EE UU da un giro a la guerra
EE UU despliega cazas frente a aviones sirios en defensa de sus fuerzas especiales
La ofensiva lanzada por el régimen sirio contra las milicias kurdas que luchan junto a Estados Unidos contra el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) amenaza con dar un vuelco a la guerra. Washington ha desplegado aviones de combate en defensa de sus aliados y de las fuerzas especiales norteamericanas que les apoyan sobre el terreno en el noreste del país. Dos cazas F-22 llegaron a situarse el viernes a menos de dos kilómetros de dos cazabombarderos sirios Sujói-24, informó el Pentágono. Gracias a la cobertura área de la coalición internacional encabezada por EE UU, los combatientes kurdos de Siria e Irak se han convertido en fuerzas determinantes en batallas que han marcado el retroceso del califato yihadista.
Antes de que los aparatos sirios entraran en contacto directo con los F-22 de la coalición internacional, sus pilotos se retiraron a sus bases, en un escenario de operaciones que evoca la tensión de la Guerra Fría. A pesar de las advertencias del Pentágono —que alegó su “derecho inherente a la autodefensa”— el Gobierno de Damasco volvió a enviar el sábado más aviones de combate a sobrevolar la zona, según constató la red de información del Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Las milicias kurdas han encadenado avances en territorios que habían sido sometidos a sangre y fuego por el ISIS y en la actualidad controlan en el norte de Siria una amplia franja que va casi desde el Mediterráneo, en el enclave occidental de Afrin, hasta el vértice donde coinciden las fronteras de Siria, Irak y Turquía, excepto en unas pocas decenas de kilómetros al norte de Alepo que siguen aún en manos de los yihadistas.
Tras la victoria clave de Kobane, fruto de una larga y cruenta batalla en 2015, los kurdos se apoderaron del paso fronterizo con Turquía de Tel Abiad. Hace apenas dos semanas han conquistado el estratégico nudo de comunicaciones de Manbij, considerada la principal vía de suministro y de reclutamiento de yihadistas para el ISIS. La inteligencia antiterrorista francesa detectó el paso por Manbij de varios de los atacantes en los atentados que conmovieron París el pasado noviembre. En Irak, por su parte, los peshmergas (milicianos kurdos) encabezan también la ofensiva para expulsar al Estado Islámico de Mosul, su mayor bastión durante los dos últimos años, después de haberle arrebatado al califato gran parte de sus conquistas de 2014.
Batalla por una ciudad
En Siria, la tensión se ha disparado después de que el Ejército leal al presidente Bachar el Asad lanzara, el pasado miércoles, una ofensiva general contra las milicias de las Fuerzas de Protección del Pueblo (YPG, en sus siglas en kurdo) en la ciudad de Hasaka, situada a unos 50 kilómetros de la frontera con Turquía. El régimen sirio acusó a los rebeldes, que ejercen el control sobre dos terceras partes de la ciudad, de intentar hacerse además con el sector que seguía en poder de las tropas gubernamentales.
Hasaka contaba con 300.000 habitantes (la mitad de ellos kurdos) antes de la guerra, aunque durante los últimos cinco años ha acogido a unos 115.000 desplazados procedentes de provincias árabes. Desde el inicio de la actual ofensiva del régimen miles de civiles han huido de la ciudad, donde no hay electricidad y apenas quedan alimentos. Al menos 40 personas (23 de ellas civiles, incluidos 9 niños) han perdido la vida, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Un portavoz del Pentágono, citado por Reuters, anunció el envío de nuevas patrullas aéreas para sobrevolar Hasaka y su entorno. El Departamento de Defensa norteamericano dijo que había contactado con el Ejército ruso, a través del canal permanente establecido para evitar incidentes aéreos, pero sus mandos negaron que tuvieses aviones interviniendo en la zona. También se solicitó a Moscú que informara a Damasco de la presencia de fuerzas especiales estadounidenses en la ciudad, ya que las llamadas por radio que efectuaron para prevenir a los pilotos sirios no recibieron respuesta.
Misiles de crucero rusos
En una decisión también sin precedentes desde que la flota de Rusia en el mar Caspio lanzara cohetes sobre Siria en octubre pasado en apoyo del régimen de El Asad, buques de guerra rusos dispararon el viernes misiles de crucero desde el Mediterráneo contra posiciones rebeldes próximas a Alepo. Moscú ha comenzado también a bombardear a los insurgentes desde una base en Irán cedida por el Gobierno de Teherán.
El presidente de EE UU, Barack Obama, ha enviado en los últimos meses 300 soldados de sus unidades de élite para asesorar y apoyar a las milicias kurdas. El Pentágono confirmó que los miembros de fuerzas especiales allí destacados no habían sufrido bajas, y que se retiraron de los distritos atacados por la aviación del régimen de Damasco hacia una posición segura. El Observatorio aseguró que estas tropas fueron evacuadas a una base situada seis kilómetros al norte de Hasaka.
El régimen sirio parece haber querido lanzar un mensaje a las milicias del YPG con esta ofensiva, según fuentes citadas por France Presse, para que detengan su avance a costa de las derrotas del ISIS en las áreas próximas a la frontera turca. En una aparente concesión a Turquía, el Ejército ha comenzado a referirse en sus comunicados a las fuerzas kurdas sirias con las siglas PKK, que corresponden al Partido de los Trabajadores del Kurdistán, la guerrilla que se alzó en armas contra el poder central de Ankara hace más de tres décadas, y calificada como grupo terrorista por EE UU y la UE. Los dirigentes turcos suelen equiparar a ambos grupos armados, pero los países occidentales siguen viendo al YPG como el socio más fiable sobre el terreno en la lucha contra el yihadismo en Siria.
El giro dado por el Gobierno de Damasco al hostigar a las milicias kurdas —con las que apenas había mantenido enfrentamientos directos en los últimos cuatro años—, se produce mientras el Gobierno turco trata de redefinir su papel con una mayor implicación en el conflicto sirio. El primer ministro, Binali Yildirim, admitió en Estambul que el presidente El Asad podría permanecer en el poder durante un periodo transitorio antes de retirarse tras una negociación política acordada con la oposición, en línea con la tesis defendida por Rusia. Yildirim aprovechó para advertir que Turquía no permitirá una división étnica ni una partición de Siria.
Sistema federal
El Partido Unión Democrática (PYD, a la política del YPG) ha proclamado el autogobierno en la región controlada por sus milicianos, con aspiración a consolidar un sistema federal para los kurdos —que representan algo menos de la décima parte de los 22 millones de sirios— tras el conflicto civil. La milicia kurda ha intentado rebajar su protagonismo en los últimos meses al integrarse en la alianza opositora Frente Democrático Sirio, una coalición de insurgentes árabes y de minorías como la turcomana o la asiria. Nadie duda, sin embargo, de que el YPG sigue llevando la voz cantante. Turquía teme el nacimiento de una entidad autónoma en Siria, según el modelo del Gobierno Regional del Kurdistán iraquí, que pueda constituirse además como faro para las reivindicaciones identitarias de sus más de 15 millones de kurdos.
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