El deseo de venganza del chico de la panadería
El terrorista de Wurzburgo se radicalizó rápidamente y quiso matar tras la muerte de un amigo
Un adolescente emprende solo, sin familia, un largo y seguramente peligroso viaje de Afganistán a Alemania. Al llegar, pasa más de un año en un refugio para solicitantes de asilo, y luego se traslada con una familia de acogida. Hace unas prácticas en una panadería y tiene muchas posibilidades de obtener un puesto de aprendiz. Entonces, en muy poco tiempo emprende un proceso de radicalización autodidacta, se compromete a actuar como “soldado del califato” del autoproclamado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Un día se sube a un tren con una mochila en la que lleva un hacha y un cuchillo, dispuesto a matar a todos los infieles que se encuentre. A las pocas horas, muere abatido por unos policías.
Este es el perfil de Riaz A., el afgano de 17 años que el lunes agredió a cinco personas, dos de ellas de extrema gravedad, cerca de la localidad de Wurzburgo, al sur de Alemania. Al describir el proceso de islamización del joven, el fiscal superior de Bamberg, Erik Ohlenschlager, mencionó un hecho que parece haber sido definitivo: la muerte reciente de un amigo suyo en Afganistán. Es esto lo que le llevó a subirse a un tren “con la decisión de matar a pasajeros totalmente desconocidos” al grito de “Alá es grande”. El objetivo, según el fiscal, sería vengarse de lo que los “infieles” hicieron a sus “hermanos, hermanas e hijos musulmanes”.
El ministro del Interior de Baviera, Joachim Herrmann, dibujó un panorama que en algunos aspectos coincide con el del terrorista de Niza: los dos se radicalizaron muy rápidamente, en cuestión de semanas. En la habitación del afgano se encontró una bandera del ISIS pintada a mano. Este grupo terrorista asumió ayer el ataque del lunes y publicó un vídeo del que se supone que es el agresor, pero las autoridades alemanas no han encontrado vínculos del agresor con redes islamistas. Sus conocidos lo describían como alguien de creencia musulmana, pero ni radical ni fanático. “Para los que le conocían es totalmente incomprensible lo que ha ocurrido”, añadió el ministro.
Además de la bandera del ISIS, en su habitación se encontró un texto escrito en pastún que parece también un indicio de radicalización. En el escrito se alaba la vida de los musulmanes, y dice que estos deben defenderse. El ministro bávaro dijo que también contenía lo que parecía “un mensaje de adiós a sus padres”. “Rezo por ir al cielo”, escribió el futuro terrorista.
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