El sueño de navegar en el río más contaminado de Argentina
Varios grupos se organizan para levantar la prohibición de navegación del Riachuelo
El Riachuelo, el río más contaminado de Argentina, en pleno corazón de Buenos Aires, tiene sus aguas clausuradas desde 2011 por decisión judicial. Sin embargo, un grupo de personas quiere lograr que se pueda navegar. Algunos desean practicar allí deportes náuticos, otros botar barcos desde su astillero y otros transportar pasajeros que podrían ahorrarse el tráfico y llegar al centro de la capital argentina por agua, algo que ya se hace desde el rico norte pero no desde el empobrecido sur, donde está el Riachuelo, el lugar al que históricamente llegaban los inmigrantes que se instalaban en La Boca. La batalla para hacerlo navegable está siendo compleja, pero avanza poco a poco.
Hace ocho años, la Corte Suprema obligó a sanear la cuenca. Así se formó la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar), el brazo ejecutor de las obras, y el juez Luis Armella quedó a cargo del proyecto. Fue ese magistrado quien tomó la decisión de prohibir la navegación hasta que se recuperase el camino costero, se detuviese la contaminación y se retirasen los barcos viejos y semihundidos que allí descansaban.
Jorge Sturla no puede transportar pasajeros; a los remeros de Roberto Naone les cuesta practicar su deporte favorito; Enrique Caporaletti ya no puede hacer sus fletes y Jorge Proio construye barcos que no puede botar al agua.
Sturla es el dueño de la firma Sturla Viajes y ya realiza transporte de pasajeros por el Río de la Plata. Sus clientes llegan a diario de Tigre (norte de Buenos Aires) hasta el centro de la capital para trabajar. La idea de Sturla es completar el recorrido entre Puente La Noria y Puerto Madero, unos 14 kilómetros en total. “Es un trayecto corto y debe ser rentable”, señala. “Además, el tiempo de viaje es corto y eso hace rápida la vuelta; pero para eso la tarifa tiene que ser baja”.
El Riachuelo hace las veces de límite geográfico entre el extremo sur de la capital y el sur de la provincia. En su extensión, une el Mercado Central y el centro porteño y en la planificación del mercado se pensó en el río como una opción barata y sustentable para el transporte de alimentos. “Es muy importante todo el trabajo que se está haciendo para sanear el Riachuelo; tenemos mucha confianza en el proceso”, sostienen desde este organismo. “Somos parte de la cuenca y para el Mercado Central será muy positivo y útil tener en un futuro esa vía de acceso cuando las autoridades consideren que es ambientalmente seguro y oportuno”.
No son los únicos interesados en que el cauce vuelva a su ser. “Fui el único que quedaba haciendo mudanzas marítimas en el Riachuelo, hasta 2011, cuando vinieron, nos pararon y no nos dejaron descargar más; nos sacaron las embarcaciones, perdí un montón de plata y tuve que echar gente”. Quien habla es Enrique Caporaletti, uno de los empresarios que vio cómo todo el esfuerzo de su familia quedaba sumergido en las pantanosas aguas del río. “Sería el primero en volver si se levanta la prohibición; mi bisabuelo, mi abuelo, mi papá y yo levantamos esta pequeña empresa y todos usamos el barco Doña Chela, que a pesar de ser pequeño puede suplantar a 14 camiones”.
Una situación similar vive Jorge Proio, dueño desde 2003 del astillero que lleva su apellido como nombre. Sin embargo, el negocio existe desde 1848 y es uno de los emprendimientos más antiguos de Avellaneda. “La pérdida de 120 personas capacitadas, que en esta industria no es fácil; la pérdida en facturación de más de cinco millones de pesos por mes”, enumera. “En términos de producción, dejamos de facturar casi 30 millones de pesos al año. Ahora la actividad está totalmente parada y solo hacemos trabajos para industrias, reparaciones por lo general, mientras se importan remolcadores y embarcaciones del exterior cuando podríamos estar produciéndolos nosotros”, explica Proio. “Tuvimos que comprar un carretón y una grúa de 54 toneladas porque no podemos utilizar el mecanismo tradicional para botar los barcos al agua, ya que nos hicieron una calle”.
Con el tiempo, Armella fue separado de la causa e investigado por la contratación para obras de la cuenca a empresas de su familia. En su lugar fueron nombrados los jueces Sergio Torres y Jorge Rodríguez, aunque Acumar nunca detuvo sus funciones. Las tareas de limpieza en superficie y de liberación del camino de sirga están completas o por completarse, pero ninguna autoridad se refiere a la posibilidad de permitir nuevamente la navegación. Ni siquiera importa que la Constitución diga que la navegación de los ríos interiores es “libre para todas las banderas, con sujeción únicamente a los reglamentos que dicte la autoridad nacional”.
El río Matanza-Riachuelo, como se denomina oficialmente, recorre 64 kilómetros y atraviesa 14 municipios. La parte baja es mundialmente famosa porque en su costa termina la popular calle peatonal Caminito, en La Boca, cita turística obligada. También por el puente Transbordador Nicolás Avellaneda —una rareza, quedan sólo ocho en el mundo— que está en pleno proceso de puesta en valor. Allí, donde la cuenca desemboca en el Río de la Plata, el agua se ve viscosa, con millones de burbujas, producto de los materiales pesados que allí se pudren. Benceno, cromo, plomo, tolueno y mercurio son algunos de los agentes contaminantes que conviven. Sin embargo, el hedor tan característico de décadas atrás ya no se siente, las costas empiezan a recuperar el verde y hasta se ven algunas especies de aves y tortugas que habían abandonado el ecosistema. Sin embargo, aún falta para el saneamiento total y muchos consideran que el regreso de la navegación ayudaría a oxigenar el espejo de agua.
La ONG Unión por el Riachuelo presentó ante el juez Rodríguez un recurso de 126 páginas para que se levante la prohibición. Lo firman 88 instituciones y más de 1.000 personas físicas. Su presidente, Diego Nasser, subraya que “una barcaza de transporte de frutas y verduras pueden reemplazar a 150 camiones en la calle, eso sin hablar del impacto ambiental y de tránsito; esto ataca directamente la inflación y baja los costos de todos los productos”. “El río es un activo natural y nos da la posibilidad de generar empleo, abaratar costos de logística de las empresas, en un momento muy particular para la economía del país”.
La palabra más importante la tiene el juez Rodríguez. Reconoce que “los ríos son para ser navegados”, pero también indica “que 200 años de contaminación no pueden ser pasados por alto”. El magistrado ha encomendado un estudio sobre los barros que hay debajo del Riachuelo que se presentará el próximo 19 de julio. “Nos otorgará nuevos y mejores elementos para tomar una decisión”, remarca. Para esa fecha, Acumar también tiene que presentar el nuevo Plan Integral de Saneamiento Ambiental, luego del cambio de autoridades. Entonces serán los papeles y la voluntad política los que definan si el proyecto de navegabilidad llegará o no a buen puerto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.