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La travesía más larga de la fragata “Libertad”

La fragata argentina atraca en un puerto estadounidense por primera vez en siete años

Silvia Ayuso

Para sus 351 tripulantes, el mes y medio transcurrido desde que la fragata argentina Libertad soltara amarras en Buenos Aires a finales de abril hasta su llegada a Baltimore este viernes no es más que el principio de una larga travesía de 196 días alrededor de medio mundo. Para el Gobierno de Mauricio Macri, el atraque en el primero de tres puertos estadounidenses fijados en la ruta del buque escuela de la Armada argentina y “embajadora de la República” desde 2001, supone la escenificación del fin de un largo viaje por un purgatorio político y económico internacional. Atrás quedan 14 años de litigaciones y disputas con los fondos buitre que reclamaban el pago de la deuda argentina adquirida.

La fragata argentina "Libertad" en el puerto estadounidense de Baltimore
La fragata argentina "Libertad" en el puerto estadounidense de BaltimoreMANDEL NGAN (AFP)

“Es un símbolo, es recuperar la capacidad plena de todas las herramientas”, dijo el embajador argentino en Washington, Martín Lousteau, al recibir a la fragata que por primera vez en siete años ingresa en territorio estadounidense. Al fin y al cabo, recordó, “es el buque insignia de Argentina, transmite una imagen y valores de Argentina, que se llama nada menos que Libertad y transmite un mensaje de amistad”.

Pero hasta hace muy poco, la Libertad no se habría atrevido a fondear en Baltimore. De hecho, en los últimos cuatro años ni siquiera salió de las aguas latinoamericanas por miedo a sufrir otro humillante percance como el que vivió a finales de 2012 en Ghana. En aquel entonces la fragata argentina se encontraba en la última etapa de su travesía anual y se disponía a zarpar para regresar a aguas latinoamericanas. Pero los abogados de NML, uno de los fondos de inversión que reclamaba a Argentina el pago de su deuda, en este caso casi 300 millones de dólares más intereses pendientes, solicitaron en un tribunal de Nueva York el bloqueo del barco. Un juez de Ghana aceptó la orden y, el 2 de octubre de ese año, ordenó la confiscación de la nave, dejando varados a 289 marinos argentinos, más varias decenas de invitados.

El comodoro Carlos Allieri lo recuerda bien. Era el segundo oficial a bordo en la Libertad cuando quedó presa en Ghana y ahora es el agregado naval de Argentina en Washington, a menos de una hora del puerto de Baltimore donde permanecerá anclada la fragata otros cuatro días, antes de continuar rumbo a Norfolk, Virginia.

“Los marinos estamos acostumbrados a superar tormentas”, sonreía Allieri al rememorar ese episodio sobre la cubierta de la misma fragata que ahora ha sido recibida con los brazos abiertos en Estados Unidos. Y vaya si sufrieron una tormenta. Lo que siguió a la orden de confiscación en Ghana fue una intensa disputa política y diplomática del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que se negó a pagar la fianza de 20 millones de dólares que exigía el fondo para levantar el embargo de la nave. Los tribunales internacionales acabaron dándole la razón a Argentina y la fragata recuperó la libertad que le da nombre dos meses y medio más tarde. Pero el bochorno internacional duró mucho más, y la fragata no volvió a abandonar aguas latinoamericanas por miedo a un embarazoso nuevo incidente. Hasta ahora.

“Pueden zarpar tranquilos, que no se va a volver a producir la situación de 2012”, prometió Macri a los nuevos tripulantes de la Libertad cuando los despidió en abril desde la capital argentina. Buenos Aires ha definido el viaje 45 del buque escuela como la muestra de una “clara apertura internacional” del país en la etapa inaugurada con la llegada de Macri, que ha cambiado la estrategia kirchnerista y quiere que Argentina vuelva a la ortodoxia económica.

“Si Argentina quiere recorrer un sendero de mejoramiento de la calidad de vida, tenemos que contar con todas las herramientas posibles, y tener la libertad otra vez de planificar un viaje de la fragata de una manera irrestricta es sumamente importante”, subrayó el embajador Lousteau.

A su lado, el capitán de la fragata, Ignacio Martín Errecaborde, celebraba también los nuevos horizontes que se le abren a su barco y a los oficiales en ciernes que tiene bajo su mando.

“Lo que pretende la Armada es que sus oficiales desarrollen espíritu crítico y amplitud de mente, así que nada mejor que mostrar otras culturas y otros países, y cuantos más mejor”, señaló. Baltimore es en este sentido una etapa más. El miércoles que viene, la Libertad levará anclas rumbo a Norfolk y Nueva York como destinos más inmediatos. Hasta su regreso a Buenos Aires el 5 de noviembre, la fragata recorrerá diversos puertos de Europa —Holanda, Francia, Irlanda, Italia, Grecia y España— sin miedo a un litigio que les deje nuevamente varados.

“Es una buena sensación cuando un puede ir a donde tiene amigos”, celebró el veterano comodoro Allieri.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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