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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No tiréis al bebé con la placenta

El secesionismo haría más pobre a Reino Unido pues su comercio depende de la UE

Xavier Vidal-Folch
El presidente obama y el primer ministro Cameron este viernes.
El presidente obama y el primer ministro Cameron este viernes. WPA Pool (Getty Images)

Empezó bien Obama recordando a los británicos que la Unión Europea “no reduce” su influencia, “sino que la expande”.

Despojada de su Imperio; rodeada de una Commonwealth simbólica; y en una “special relationship” con EE UU más político-cultural que tangible —la economía británica es un sexto de la norteamericana—, ¿por qué galaxia vagaría Albión sin el ancla de Europa?

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Aunque el argumento para convencer a la mayoría no cosmopolita —y de paso rehuir el charloteo sobre una soberanía imposible—, más que la influencia será la prosperidad.

“Si abandonase la UE, Reino Unido sería permanentemente más pobre”, concluye el Tesoro en el informe que acaba de devolver el foco de la campaña a las cosas de comer desde las ensoñaciones (HM Treasury analysis: the long-term impact of EU membership and the alternatives, www.gov.uk, abril 2016).

El cálculo del Tesoro cuantifica el perjuicio de las alternativas al mercado interior: 1) inscribirse como Noruega en el Espacio Económico Europeo (EEE, el desecho de tienta de la EFTA); compartiría mercado con los 27, pero no la cosoberanía para redactar sus normas; 2) un acuerdo bilateral como los de Turquía o Canadá con la UE, más laxos; y 3) quedarse como mero miembro de la OMC, tipo Rusia.

Y concluye que la pauperización general y permanente del Reino oscilaría entre el 3,4% de su PIB y el 9,5% (y hasta 5.400 euros anuales por familia): impacto este último aún peor que el que la Gran Recesión tuvo para España, aunque ninguna cifra sea artículo de fe.

En cualquier caso, “debería negociar nuevos acuerdos” (The economic consequences of leaving the EU, Centre for European Reform, www. cer.org.uk, 2014). Y que no fuesen atrabiliarios como el que propone ¡con Bosnia, Serbia, Albania y Ucrania! el ministro de Justicia, Michael Gove.

Eso tampoco sería inmediato. Con el abandono le decaerían los 70 acuerdos comerciales de que disfruta como parte de la UE, negociados y firmados por la Comisión. Y el plazo para firmar uno nuevo oscila entre siete años (UE), cinco (EE UU) y cuatro (Canadá).

¿Por qué la secesión sería tan nefasta para su prosperidad, amén de incentivar el separatismo en Escocia e Irlanda del Norte? Porque la economía británica, siendo una de las grandes de la UE, solo supone su sexta parte (17%). No es soberana, sino muy dependiente de Europa y su mercado: dirige ahí el 44,6% de sus exportaciones, contra el 10% de sus socios a la inversa; exporta el 13% de su PIB, contra el 3% inverso de los otros 27; y capta en la Unión el 46% de las inversiones directas en su suelo.

Londres fundó en 1959 la EFTA, un área de mero libre comercio, su réplica al proyecto comunitario, más articulado. Fracasó en aquélla y se refugió en éste, buscando comercio. En 1995, con la ampliación nórdica de la UE se archivó la EFTA. Si rompe ¿volverá a ese fantasma residual? Tirará a la basura lo que siempre consideró su bebé, el mercado (común, único, interior), junto a lo que ve como placenta, el resto de la Unión. Pues vaya negocio.

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