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La retórica populista de la campaña asusta a Wall Street

El mundo de los negocios confía más en Hillary Clinton y recela de Donald Trump

Un agente bursátil en el parqué de Nueva York
Un agente bursátil en el parqué de Nueva YorkRichard Drew

Randall Huther convocó esta semana a una decena de desconocidos en su apartamento para una acción telefónica de apoyo a la causa de Bernie Sanders. Para atraer la atención hacia su evento de campaña para las cruciales primarias de Nueva York, este programador de Brooklyn eligió un eslogan recurrente en el que apunta al desorbitado tamaño y poder de los bancos, "demasiado grande para quebrar". Se trataba de juntar a una decena de personas para llamar a electores indecisos y apuntalar el perfil del candidato que abandera la batalla contra Wall Street.

El aspirante socialista colocó desde el principio a los grandes titanes de las finanzas en el centro de ataque. Su argumento es que “destruyen la fábrica moral de América” y promete que si llega a la Casa Blanca partirá el negocio de JPMorgan Chase, Bank of America y Citigroup, para separar sus unidades de banca de inversión. Es su receta para evitar los abusos que llevaron al derrumbe de Lehman Brothers.

Sanders ha dicho en repetidas ocasiones que Wall Street sigue estando “fuera de control”, pese a la reforma financiera, y atribuye el problema a que la Reserva Federal es víctima de los grandes bancos a los que regula, por eso propone que se reforme. Janet Yellen, su presidenta, discrepa. “Somos duros como supervisor y regulador”, insiste. También le cuestiona Jamie Dimon desde JPMorgan.

Ariel Amster se considera un liberal. “Las ideas de Bernie Sanders están bien sobre el papel”, reconoce este consultor en materia de regulación. Pero duda de que pueda aplicarlas. “Es ingenuo pensar que se puede cambiar el sistema”, advierte. Hillary Clinton, añade, “es más pragmática”. Pero no se fía del todo en ella por los lazos que tiene con las grandes corporaciones y, en concreto, con los bancos.

Wall Street, de hecho, confía más en la antigua senadora por Nueva York que en cualquier otro candidato de los dos partidos. La plataforma TD Ameritrade hizo una encuesta entre sus clientes en la que el 25% dice que Hillary Clinton será la que defenderá mejor sus intereses. Le sigue Donald Trump, con un 20%. Un 19% no lo tiene claro. El resto se lo reparten entre John Kasich, Bernie Sanders y Ted Cruz.

Diablo conocido

“Un montón de inversores ve a Clinton como al diablo que conocen frente a un demonio que desconocen”, resume Greg Valliere, estratega en Horizon Investments. El motivo es simple: la incertidumbre es la gran enemiga del dinero y por eso Clinton se presenta como la candidata más segura. De Trump, pese a ser un hombre de negocios bien conocido en Nueva York, es difícil saber lo que hará si llega a la Casa Blanca y eso crea más que dudas en el corazón del capitalismo.

Wall Street ve, de hecho, a Donald Trump como un traidor. El magnate republicano, como Bernie Sanders, habla en sus discursos de subir impuestos y considera que la política financiera se está viendo muy influenciada por los intereses de los bancos. Otra cosa distinta es cómo cada aspirante entienda las medidas que se deben adoptar para evitar los excesos que llevaron a la crisis en 2008.

Clinton y Sanders se enfrentaron con dureza durante el último debate sobre este punto. Los dos hablan de partir los bancos que suponen un riesgo sistémico para la economía. La exprimera dama apoya que se utilice el marco actual de la Dodd-Frank Act para limitar el tamaño de las entidades. El aspirante socialista es más rotundo y considera que los bancos deben ajustarse a lo que le diga el Gobierno.

Antipatriotas

Trump y Sanders atacan en paralelo a grandes multinacionales como General Electric o Ford Motor, a las que califican de antipatriotas por exportar empleos. Pero como en el caso de la industria financiera, no tienen un plan concreto que aclare como van a afrontar los retos a los que se enfrenta Estados Unidos en una economía globalizada, para seguir siendo competitiva ante potencias como China.

Jay Timmons, de la Asociación Nacional de Manufactureros, lamenta el tono de lo que califica como una “retórica populista destructiva” por parte de los cinco candidatos. “Se dice muchas cosas que no tienen nada que hacer con propuestas para hacer crecer la economía de una manera robusta”, por eso pide una discusión seria sobre cuestiones fiscales y comerciales, “para que así los empleos vuelvan a EE UU”.

Pese a que el mundo del dinero se ve como la gran víctima de esta escalada dialéctica, Citigroup señala que el mercado se muestra bastante inmune. El S&P 500, el índice que integra a las grandes corporaciones, subió un 10% desde el inicio de la campaña en agosto pese a la volatilidad. El único afectado es el sector de la salud, por el plan de Clinton para frenar a la escalada de precios en los tratamientos.

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