Condenados en Costa Rica los asesinos del ecologista Jairo Mora
A tres años de la muerte del ambientalista, defensor de las tortugas baulas, la justicia condena a cuatro de los siete detenidos
La justicia de Costa Rica ha dictado este martes una condena de 35 años de cárcel contra los sospechosos de asesinar en mayo del 2013 al joven Jairo Mora, el mártir en la defensa de las tortugas baulas en el Caribe de Costa Rica y bandera de los activistas que cuestionan el discurso verde de este país centroamericano.
Casi tres años después de tropezones y cuestionamientos al proceso judicial, el Tribunal Penal de Limón (ciudad cabecera de la provincia caribeña) emitió su sentencia contra cuatro de los siete sospechosos de matar al joven en una noche en que patrullaba la playa de Moín, donde él trabajaba con la organización ambientalista Widecast en la lucha contra el saqueo de los huevos de las tortugas.
Los condenados fueron jóvenes de la provincia involucrados también en otros delitos. Es la segunda vez que son procesados por el caso de Jairo Mora, pues la primera de ellas (en enero 2015) deparó una absolutoria por groseros fallos en la investigación, según los jueces de ese momento. Fue entonces un balde de agua fría en el intento por evitar la impunidad de este crimen enmarcado en el conflicto ambientalista usual en Centroamérica. El último episodio de ellos fue el asesinato de la activista Berta Cáceres en Honduras.
Ahora el Tribunal de Limón, con una integración diferente, ha castigado por el asesinato de Jairo Mora a Donald Salmon, Ernesto Rivas, Héctor Cash y José Bryan Quesada Cubillo. La pena es de 25 años, pero se suman diez más por el asalto a una familia de lugareños incluido en el mismo juicio.
La sentencia coincide con las peticiones de la familia de Jairo Mora y de la Fiscalía, según la cual el joven murió víctima de la asfixia por tragar agua y arena al ser arrastrado por la playa, atado al jeep en que él patrullaba con tres voluntarias extranjeras.
Entre esas cooperantes iba una veterinaria española de nombre Almudena, que compareció por videollamada desde Madrid y relató los acontecimientos de la última noche del mes de mayo del 2013. Contó que fueron retenidas y abusadas por los captores mientras otros se llevaron a Mora a la playa y que les mencionaron los antecedentes del ambientalista en su defensa de los huevos de tortugas, los cuales se venden en el mercado informal como supuestos bocadillos afrodisíacos.
En el fallo, los jueces han subrayado el trabajo de Mora como ambientalista y el conflicto latente que vivía con grupos de ‘hueveros’. Un mes antes de morir, él escribió en su perfil de Facebook un mensaje que se tornó simbólico de su caso: “Podrían enviar mensajes a la Policía para que vengan a la playa de Moín. Que no tengan miedo, solo que vengan armados, no más. 60 tortugas perdidas, ni un solo nido. Ocupamos ayuda y pronto”.
Esa ayuda nunca llegó en modo suficiente a esta playa deshabitada y rodeada de selva, zona de paso común para el tráfico hormiga de drogas y de influencia para el desarrollo de un puerto encargado por el Estado a la empresa APM Terminals. El arribo de tortugas baulas, la causa por la que luchó Mora, está ahora bajo signos de pregunta por expertos ambientales, dada la alteración atribuida por la construcción de la megaterminal.
Por eso los ambientalistas no se dan por satisfechos con la sentencia. Uno de ellos es Mauricio Álvarez, de la Federación Conservacionista de Costa Rica (Fecon). “Sí, declarados culpables, pero anoche (lunes) se difundía un video de una tortuga viva amarrada a un carro en movimiento siendo arrastrada por una calle de lo que pareciera ser Moín, de manera muy similar a la que fue asesinado Jairo Mora. ¿Simbólico? Sin duda. La impunidad continúa porque la playa sigue desprotegida, el crimen se perpetúa una tras otra vez porque hoy Playa Moín no está siendo conservada si no destruida, industrializada”.
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