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Columna
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Machismo a flor de piel

La ridiculización del Día de la Mujer impide que se avance en visibilizar otras realidades

Diana Calderón

El pasado 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer y hubo en Colombia un despliegue de piropos y adulación a ellas. En las redes no paraban los mensajes que decían: Virgen, Mujer, la flor más hermosa. El sentimiento de matoneo fue inevitable. Una especie de bullyng al revés por WhatsApp. El día transcurrió en la reproducción sistemática de estereotipos y en la defensa de las reivindicaciones formales, que no son de menor importancia pero no las fundamentales.

En el Congreso de la República a las mujeres congresistas, que muchas veces tienen que alzar la voz para ser escuchadas, les llegaron flores. La primera en agradecerlas fue la representante feminista, Angela Robledo que reclamó sin embargo, atender cosas más importantes. En otras entidades, hubo el tradicional desfile de mariachis.

Y en la Policía se hizo quizá el más desagradable de los homenajes: las aplaudieron por dejar de ser madres y esposas y sacrificarse por la patria al convertirse en patrulleras y regalarle una bella cara a la institución. Hasta fotos posando al lado de perros antidrogas o antiexplosivos les tomaron. Y ellas se dejaron tomar, que es peor. Atendiendo que no debe ser fácil decir: No mi coronel! No mi general!

A muchas mujeres sin embargo esos detalles las llenan de alegría. No es criticable. Millones de mujeres solo reciben ese machismo a flor de piel en esa fecha, cuando se han pasado el resto de los días del año levantándose a cocinar a las 4 de la madrugada en el mejor de los casos. Pero la situación es sintomática de lo poco que avanzamos en los temas de equidad de género en el mundo.

La ridiculización de la fecha impide que se avance en visibilizar otras realidades como que millones de niñas y jóvenes sin haberse incluso desarrollado son obligadas a casarse en el mundo, que el ingreso de la mujer que trabaja sigue estando 30 por ciento por debajo de lo que recibe un hombre, que las cifras de la violencia intrafamiliar muestran que el agresor siempre es un hombre en más del 95 por ciento de los casos. Pero sobre todo que a las posiciones de poder no están llegando las mujeres fácilmente porque la legislación en pro de los derechos no se cumple.

Es grave que una mujer abusada o golpeada tenga que hacer un recorrido por las comisarías de familia, de policía y los juzgados, que por cierto han estado en paro desde el 13 de enero, suplicándoles a los hombres que atienden, que cumplan con su deber. Debería al menos garantizarse que en cada despacho judicial y en las procuradurías, las responsables sean mujeres. El 68.5 por ciento de las mujeres que trabajan lo hacen en el sector servicios: restaurantes, hoteles, atención comunitaria y social, según cifras oficiales.

Esta semana por ejemplo una mujer, para el caso Margarita Cabello, fue nombrada como presidenta de la Corte Suprema de Justicia, mientras 7 vacantes fueron llenadas solo con hombres. En el actual gobierno 6 de 16 ministros son mujeres. Faltan 2 para cumplir la cuota.

Y sin embargo el debate no puede seguir siendo centrando en el miti y miti. “Tu planchas y yo salgo a trabajar”. Como si dejar a un hombre haciendo las labores domésticas fuera la gran solución. Y sin contar con que para muchos, hacerlo puede incluso dar al traste con su estabilidad sicológica y su forma de moverse al interior de su relación de pareja y el mundo en el que se valida como sujeto que provee. Ellos también son resultado de la cultura y la mala educación.

Se trata como bien lo plantea Catalina Botero, ex relatora de libertad de expresión de la OEA, de lograr estar en el centro de las decisiones para poder atacar la desigualdad estructural “porque las mujeres somos capaces de ver desde otra óptica y entender realidades que afectan a nuestro género desde la diferencia. Sabernos mover en el mundo de los hombres con el rigor del argumento pero reivindicando la pasión, que nos caracteriza”.

Hacia el futuro hay muchas lecciones para no repetir los errores que no permiten evolucionar. Colombia por estos días enfrenta el fantasma de un apagón por el bajo nivel de sus embalses y otras razones en su sistema energético. Del ahorro que hagamos, depende que no haya cortes o racionamientos. En televisión se inició una campaña para lograrlo. Un campaña que le dice a las mujeres, especialmente, que desconecten la plancha, el secador del pelo, y demás electrodomésticos que parecen ser solo de uso femenino.

Insisto, la distribución del trabajo doméstico y no remunerado, es solo uno de tantos aspectos. No lo fundamental. Son los prejuicios, la reproducción de estereotipos lo que alimenta el machismo, que deja tantas y tantas mujeres muertas. Solo en Cali, una de las ciudades colombianas con la tasa más alta de feminicidios a febrero de 2016, se contabilizaban 20.

* Diana Calderón, es directora de informativos y de Hora 20 de Caracol Radio, Colombia @Dianacalderonf

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