Hassan al-Turabi, líder islamista
Eminencia gris de Sudán, su influencia trascendió las fronteras de su país
Pensador islamista y líder político que alternó cargos oficiales con estancias en la cárcel, Hassan al-Turabi es uno de los personajes más importantes en la historia contemporánea de Sudán. Eminencia gris tras el régimen del presidente Omar al-Bashir entre 1989 y 2001, Al-Turabi pasó los últimos 15 años de su vida en la oposición. Falleció el pasado sábado de un infarto en Jartún a los 84 años.
Nacido en una familia sufí del norte de Sudán, Al-Turabi se licenció en Derecho en Jartún y amplió estudios en Londres y París, donde se doctoró en la Sorbona. Carismático y camaleónico, capaz de hablar fluidamente en cinco idiomas, su influencia en el islamismo traspasó las fronteras de Sudán. La enorme brecha entre sus obras, donde defendía los derechos humanos, la democracia y más derechos para la mujer, y su praxis política una vez en el Gobierno, justificando una brutal represión de sus opositores, se ajustó perfectamente a los temores occidentales respecto al islamismo político.
A su regreso de Europa, Al-Turabi se afilió a la filial sudanesa de los Hermanos Musulmanes. Tras casi una década de cárcel y exilio se reconcilió con el régimen socialista de Gafar Numairy, al que como ministro de Justicia convenció para aplicar la ley islámica en 1983. Pero su verdadero poder llegó con el general Omar al-Bashir, que en 1989 dio un golpe de Estado poniendo fin al breve experimento democrático sudanés.
Necesitado de una base popular, el astuto y voraz caudillo militar se apoyó en el Frente Islámico Nacional, el partido de Al-Turabi, que no tuvo reparos en justificar la tortura y el asesinato de sus opositores políticos. Además, la estricta restitución de la sharia inflamó la guerra civil con el sur del país, cristiano y animista. En este periodo, flirteó con el yihadismo internacional, acogiendo a Bin Laden entre su expulsión de Arabia Saudí en 1991 y su instalación en el Afganistán de los talibanes en 1996. Al-Turabi se codeó con movimientos como Hezbolá o la Yihad Islámica, e incluso llegó a apoyar públicamente el intento de asesinato de este último grupo contra Mubarak en Etiopía.
Uno de los episodios más curiosos de su vida fue el atentado que sufrió por parte en su viaje a Canadá en 1992. Hashim Bedredin Mohamed, campeón mundial de kárate en 1983, le golpeó en el aeropuerto de Ottawa, sumiéndolo en coma. Se recuperó, pero perdió la movilidad de un brazo y desde entonces tuvo que usar bastón.
En 2001 rompió su alianza política con Al-Bashir y pasó a la oposición, lo que le granjeó diversos pasos por la cárcel, el último hace cuatro años. En 2009 fue el único líder sudanés que apoyó el procesamiento internacional de Al-Bashir por crímenes de guerra en Darfur.
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