China prestó más dinero a América Latina en 2015 que el BM y el BID juntos
El país concedió este año créditos por 29.000 millones de dólares, 19.000 millones más que en 2014
China sigue siendo el gran banquero de América Latina. En 2015, dobló los créditos que había concedido a la región el año anterior, llegó a los 29.000 millones (19.000 millones más que en 2014) y aventajó los entregados por el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) juntos. La gran mayoría de estos préstamos se anunciaron durante la visita que giró el primer ministro chino, Li Keqiang, a la región en mayo pasado, según el análisis anual de la Base de Datos Financieros de China y Latinoamérica, del Diálogo Interamericano y la Global Economic Governance Initiative (GEGI), dependiente de la Universidad de Boston.
Esa cifra es la segunda mayor que presta Pekín a América Latina desde 2010, cuando superó los 35.000 millones de dólares. Desde 2005, la República Popular ha concedido créditos institucionales a la región por valor de 125.000 millones de dólares, canalizados a través del Banco de Exportación e Importación de China o el Banco Chino de Desarrollo.
Esto rompe la tendencia de otras instituciones financieras. En 2015, el Banco Mundial redujo sus préstamos a América Latina en un 8%, hasta los 8.000 millones de dólares el año pasado, y el BID concedió 11.500 millones, un 14% menos que en 2014. Y esto en momentos en los que la región vive por primera vez una salida neta de capitales, por primera vez desde principios de los 90, y la OCDE le calculaba un crecimiento negativo para 2015.
“China es una fuente cada vez más importante de financiación para América Latina”, sostiene el informe del Diálogo Interamericano y la GEGI. Para muchos países en la región rechazados por las entidades occidentales, el crédito chino representa la gran alternativa. China no impone condiciones políticas a la hora de conceder créditos, y está abierta a acuerdos basados en el intercambio de servicios o productos, no solo de dinero. Es el caso de Venezuela, por ejemplo, que utiliza su crudo como moneda de pago de sus deudas.
El interés de China por extender su financiación se debe a que “ve este momento como una oportunidad para aumentar su presencia en el exterior”, explica Margaret Myers, directora de programa para China y América Latina en el Diálogo Latinoamericano, en conversación telefónica desde Washington acerca del crecimiento de esa financiación china. “Para que China pueda crecer al ritmo que necesita, en torno al 6% o más, debe invertir en proyectos que le ofrezcan mayor rendimiento que el que encuentra dentro de su territorio. Recientemente ha recapitalizado a sus bancos con esta idea, la de salir al exterior”.
En este sentido, el análisis de la Base de Datos —que solo estudia los préstamos de bancos institucionales, no los comerciales— encuentra que, si bien se mantiene la tendencia tradicional de que estos préstamos se enfoquen a las industrias extractivas de materias primas, se encaminan también de modo creciente a los proyectos de infraestructuras. Por ejemplo, durante su estancia en la región, Li anunció un proyecto de tren que comunicará el Pacífico con el Atlántico.
Con ello, apunta Myers, China busca “incrementar los lazos comerciales, mejorar sus propios productos y potencialmente utilizar su exceso de capacidad”, sea de material o de personal.
En 2015 se anunciaron 3 fondos para costear este tipo de proyectos de infraestructura en América Latina, por valor de 35.000 millones de dólares, aunque no está claro si se trata de créditos reestructurados o dinero nuevo, apunta el informe.
Aunque crezca el monto de los créditos, la mayoría se entrega a apenas un puñado de países, tradicionalmente Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela. Es una línea que no cambió en 2015:
Brasil, Ecuador y Venezuela sumaron el 95% de los nuevos préstamos. El país presidido por Nicolás Maduro acaparó el 34% del total de los créditos en 2015. Desde 2007, esta nación ha recibido el 52% de los créditos oficiales en América Latina, en torno a los 65.000 millones de dólares.
Pero aunque estos créditos representan una importante fuente de capital para la región, advierte el informe, conllevan también importantes riesgos. La inversión china “se centra principalmente en sectores como la minería o la energía, en los que los conflictos sociales y medioambientales son endémicos… conflictos en estos sectores pueden llevar a la pérdida de elecciones en América Latina, y a la pérdida de beneficios de las firmas chinas”.
Y la falta de requisitos a la hora de conceder un crédito puede volverse en contra de China. “La posibilidad de un impago en Venezuela —el principal acreedor chino en la región— es real”, apunta el informe. Pekín ya considera a ese país como el segundo destino más arriesgado para sus inversiones, de un total de 36 países. Visto así, los 10.000 millones concedidos este año a la nación caribeña “pueden ser un esfuerzo por proteger sus inversiones más que un voto de confianza en su economía”.
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