Dimite el ministro de Economía japonés, Akira Amari
La marcha, por acusaciones de corrupción, supone un revés para la política económica local
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, ha recibido un duro golpe. Este jueves ha presentado su dimisión uno de sus hombres de confianza en el Gobierno, el ministro de Economía, Akira Amari, acusado de corrupción en una revista hace una semana. En una rueda de prensa, el ministro defendió su inocencia, pero anunció su marcha para evitar perjuicios al Ejecutivo.
Amari, que será sustituido por el exministro de Medio Ambiente Nobuteru Ishihara (hijo mayor del exgobernador de Tokio y estandarte de la derecha nacionalista Shintaro Ishihara), era una de las figuras clave en el Gobierno nipón. Al frente de la política económica del país desde 2012, fue el cerebro detrás de las Abenomics, la estrategia abanderada por el primer ministro para reactivar la economía japonesa. Su marcha, en el peor escándalo político de este Gobierno, asesta un duro golpe al conjunto de reformas, que han dado hasta el momento resultados mixtos.
El ministro saliente fue también el principal negociador japonés de la Alianza Transpacífica (TPP), el gran bloque comercial entre 12 países a ambos lados del Pacífico promovido por EE UU y acordado el pasado octubre. Su marcha puede aumentar la resistencia en Japón al pacto, que el ministro debía firmar la semana próxima en Nueva Zelanda.
En su comparecencia ante la prensa, Amari reconoció que había recibido dinero de un constructor japonés, pero insistió en que había indicado que esa cantidad se inscribiera correctamente en los registros como una donación política. Parte de esos fondos han desaparecido debido a una mala gestión de dos de sus secretarios, subrayó, pero ambos ya han dimitido. No obstante, consideró su deber dimitir como responsable de sus nombramientos.
Japón, que intenta reactivar una economía anquilosada desde hace dos décadas, evitó entrar en recesión técnica en el tercer trimestre de 2015 al lograr un crecimiento anualizado de un 1%, un dato que Amari resaltó en su discurso.
“Japón está emergiendo finalmente de la deflación”, afirmó. “Necesitamos aprobar legislación en el Parlamento que dé pasos para derrotar la inflación y crear una economía fuerte lo antes posible”.
“Todo lo que ponga esa meta en peligro debe apartarse, y yo no soy una excepción. Por lo tanto, renuncio a mi puesto como ministro”, declaró.
La revista Shukan Bunshun había publicado la semana pasada que Amari y sus asistentes recibieron cerca de 12 millones de yenes (casi 100.000 euros) en efectivo y especie de una constructora a cambio de ayudar a que esa compañía recibiera compensaciones del Gobierno en la disputa sobre propiedad de unos terrenos.
Después de una semana en la que, pese al apoyo expreso de Abe, la dimisión de Amari se percibía cada vez más inevitable, el primer ministro intentó reducir al máximo el golpe con el nombramiento de Ishihara. Su popularidad se ha recuperado gradualmente desde el verano pasado, cuando descendió a mínimos tras la aprobación de una controvertida reforma de la seguridad japonesa. Pero cualquier sospecha de corrupción sobre el Ejecutivo puede causar gran efecto en una opinión pública preocupada por la debilidad de la economía.
Abe debe decidir antes de que acabe el año si finalmente aprueba para el año que viene una subida del IVA del 8 al 10%. Aunque la considera necesaria para el equilibrio fiscal nipón, una primera alza, en 2014, llevó al país a la recesión.
Al presentar al nuevo ministro, Abe insistió en que la política económica continuará como hasta ahora. “Las Abenomics se encuentran en una encrucijada crucial. Quiero que [Ishihara] emplee toda su capacidad para sacar a Japón de la deflación y devolver la economía a la senda del crecimiento”, insistió.
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