El ajuste de los productores de materias primas
El desplome de los precios del petróleo ha sido la puntilla de los problemas estructurales largamente aplazados de Venezuela
En la nueva realidad de precios a la que se enfrentan las materias primas, los países productores se están viendo obligados a apretarse el cinturón. Rusia ya ha aprobado varios planes de recorte de gasto en los últimos meses, acompasando sus cuentas públicas a la caída de la cotización del petróleo, y hasta Arabia Saudí se ha visto obligada a poner en marcha difíciles planes de ajuste y de recorte de subvenciones, algo casi inédito para el país. Esta misma semana el Fondo Monetario Internacional (FMI) urgía a los países emergentes a afrontar la nueva realidad y a adaptar sus cuentas y sus expectativas al nuevo escenario con el crecimiento más bajo desde la crisis de 2008. No parece que las medidas del Gobierno de Caracas vayan a ir por ahí.
En Venezuela, el impacto del desplome de los precios del petróleo en una economía casi totalmente dependiente de sus ingresos para sobrevivir ha sido la puntilla de unos problemas estructurales largamente aplazados. En 2015 la economía retrocedió un 10% y la inflación escaló hasta el 190%, según cálculos de los organismos multinacionales, dos datos que permiten explicar el aumento de la inestabilidad y del descontento social que se reflejaron en los resultados de las elecciones del pasado mes de diciembre.
Desde los máximos de junio de 2014, el precio del crudo acumula una caída del 70%, hasta situarse en su nivel más bajo en 12 años. Los más pesimistas incluso no descartan la posibilidad de que profundice el ajuste hasta niveles inferiores a los 15 dólares por barril a lo largo de 2016, lo que implicaría una corrección adicional del 50% y lo llevaría a mínimos desde finales de 1998. La evolución del presupuesto venezolano no se aproxima ni de lejos a esos ritmos.
El año pasado, la diferencia entre ingresos y gastos arrojó un déficit equivalente al 20% del PIB y por el camino que llevan los precios del crudo esa meta puede incluso superarse en este ejercicio. “A este nivel de precios las necesidades de financiación del Gobierno venezolano rondarán este año los 40.000 millones de dólares frente a unas reservas de unos 15.600 millones de dólares en poder del banco central”, explican los analistas de Bank of America. Esos datos ponen en duda la capacidad de pago de la economía venezolana pero, más aún, la entidad cuestiona la voluntad de devolver sus deudas del Ejecutivo de Caracas, dada la trayectoria, dicen, del nuevo ministro de Economía, Luis Salas, un sociólogo “partidario de los controles de precios y defensor de las teorías de la guerra económica”.
Solo un recorte de gastos y un profundo programa de reformas podría dar la vuelta a la dinámica en la que se encuentra inmersa la economía venezolana. De lo contrario, apuntan los expertos, Venezuela podría protagonizar “un evento de crédito” en este ejercicio, la forma de denominar en la jerga financiera una suspensión de pagos.
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