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Tribuna
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Arando en el mar entre Bruselas y La Habana

El tema de los derechos humanos debe permear cada punto del acuerdo de la UE con Cuba

A más de un año de negociaciones con el gobierno cubano, la Unión Europea continúa sin exhibir avances significativos más allá de los comentarios sobre el establecimiento del marco estructural de un acuerdo y los asuntos comerciales.

El gobierno cubano jugó bien sus cartas. Hizo pública parte de las conversaciones que ha mantenido (por años) con el gobierno de los Estados Unidos, y la ya precipitada carrera por el “posicionamiento” en Cuba se desquició. Bajo el supuesto, entre otras ingenuidades, de que el fin biológico de los hermanos en jefe traerá espontáneamente la democracia, los empresarios europeos y otros intentan asegurarse un lugar en la Isla antes de que “lleguen los americanos”, no importan cuánto dinero pierdan en el proceso.

No me detendré en la obviedad de la inexistencia de un mercado cubano, donde los habitantes no tienen ni poder adquisitivo, ni los recursos democráticos para entenderse con inversionistas extranjeros y auto gestionarse, pues en Cuba el único empresario con personalidad jurídica es el gobierno. Está claro que los extranjeros privilegiados por una sociedad siempre minoritaria con el gobierno, siendo este el único dueño en la Isla, se garantizan la ausencia de competencia. Pero es a riesgo de perderlo todo en el momento en que comiencen a ser “incómodos”, ya sea porque exigen cobrar lo que se les debe, o porque apareció un socio más interesante (y sumiso). Hay ejemplos de empresarios europeos que han terminado incluso en las cárceles cubanas, como el inglés Stephen Purvis.

La realidad es que en el trato con las mafias no hay soluciones win-win. A pesar de la precaria situación económica en la que se encuentra el país, paradójicamente el gobierno cubano se las arregla para aparentar que no tiene nada que perder en las negociaciones con la UE. Sin embargo, para la diplomacia europea sería un fracaso terminar el proceso de negociaciones y tener que admitir que el gobierno cubano no está dispuesto a ceder en nada y, por tanto, que no cumple con los requisitos básicos que en materia de derechos humanos que la UE requiere de sus socios. La presión en este punto aumenta en sentido contrario a la lógica, y esto hace crecer las posibilidades de que se termine firmando cualquier cosa, en un esfuerzo desesperado por mostrar algún resultado y complacer sólo los intereses económicos.

Para cerrar un acuerdo de negociación es requisito de la UE incluir una cláusula de derechos humanos

Para cerrar un acuerdo de negociación es requisito de la UE incluir una cláusula de derechos humanos, que el gobierno cubano intentará definir de forma tal que pueda manipular o simular el cumplimiento de sus condiciones. Pero si en un golpe de sentido común y coherencia, Europa se da cuenta de que es el gobierno cubano quien necesita de ella, y no al revés, la UE tiene en sus manos una palanca para apoyar la democracia y con ella la verdadera paz, el progreso y la estabilidad en Cuba y en la región. Condición necesaria para establecer, esta vez sí, un marco de garantías para los intereses económicos europeos.

Hace más de 65 años que en Cuba no se realizan elecciones libres y plurales, ni tampoco existe un marco legal para llevarlas a cabo. El espacio para hacer reformas económicas también es muy limitado, pues la constitución fue ilegalmente alterada en el año 2002 para hacer “irrevocable” y pétreo el sistema económico, político y social de la Isla, que queda atado al control de la “fuerza dirigente superior” de un partido único comunista y a la gestión monopolista de este. La UE no puede pedir un cambio constitucional, pero sí puede apoyar el derecho de los cubanos a elegir su futuro, a escoger el sistema en el que quieren vivir, y a participar en la vida económica y política del país. Lo contrario se llama apartheid, es insolidario e inmoral.

Existe una iniciativa ciudadana no partidista llamada Cuba Decide que promueve la realización de un plebiscito vinculante para que los ciudadanos cubanos puedan votar por los cambios necesarios para iniciar un proceso de transición democrática. Sin importar cuántas reformas cosméticas se hagan desde el poder, dicho proceso no habrá comenzado hasta que los cubanos no puedan participar plenamente de él. El tema de los derechos humanos debe permear cada punto del acuerdo de la UE con Cuba y no puede tratarse como un asunto independiente de los otros. Las condiciones que la UE establezca ahora deben ser medibles y comprobables a corto y mediano plazo. Por eso esperamos que se apoye la realización de un plebiscito vinculante en la Isla, en condiciones concretas que garanticen la presencia internacional y la limpieza del proceso. Como ocurrió en Chile en 1988, con el apoyo de buena parte del mundo.

Ni la UE ni la administración Obama son las encargadas de resolver el problema cubano. Pero sí tienen la responsabilidad histórica de ejecutar pasos específicos de solidaridad efectiva con una transición real a la democracia. Apoyar la participación y la soberanía ciudadanas de los cubanos, en lugar de la gestión excluyente de una casta corporativa-militar que lleva 56 años en el poder sin haber sido jamás escogida libremente por el pueblo es, en cualquier caso, la opción decente.

¿Quién podría estar en contra del derecho a elegir del pueblo cubano?

Rosa María Payá es promotora de la campaña “Cuba Decide” e hija del fallecido líder disidente Oswaldo Payá. Twitter @RosaMariaPaya

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