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El Papa visita a Obama en la Casa Blanca en su primer acto en EE UU

Bergoglio inicia en Washington un viaje oficial que incluye Filadelfia y Nueva York

El presidente Obama recibe este martes al Papa a su llegada a EEUU.
El presidente Obama recibe este martes al Papa a su llegada a EEUU.CHIP SOMODEVILLA (AFP)

El Papa aterrizó este martes en Estados Unidos, su primer viaje al país desarrollado con más católicos. El argentino Jorge Mario Bergoglio, procedente de Cuba, fue recibido en la base de Saint Andrews por el presidente, Barack Obama, y su familia. Ambos se reunirán este miércoles por la mañana en la Casa Blanca y el pontífice visitará después varios monumentos en Washington, en un paseo que se espera que presencien miles de personas.

La víspera, para su primer trayecto estadounidense  desde la base aérea hasta Washington, el Papa eligió desplazarse en un discreto Fiat en vez de una limusina.

Aunque la Iglesia estadounidense pierde peso entre sus fieles tradicionales de origen europeo, la inmigración latinoamericana la sostiene. Es el futuro. Al mismo tiempo, ganan terreno las iglesias evangélicas, menos rígidas y más cercanas. La popularidad de Francisco, el primer pontífice de América Latina, no frena su avance, un fenómeno común en el continente americano.

En Annapolis Road, una avenida con seis carriles en Landover Hills , en las afueras de Washington, hay restaurantes de comida rápida, tiendas de recambios de automóvil, gasolineras y supermercados. También iglesias. Muchas iglesias. Católicas, baptistas, luteranas, episcopalianas, pentecostales... Uno puede conducir de arriba abajo por Annapolis Road, poner gasolina, ir al súper y al McDonald's, y después decidir cuál es la religión que más le conviene. Es el mercado libre de las religiones.

Esto es Estados Unidos —la patria del capitalismo— y esta práctica —elegir libremente en el supermercado de las religiones— es lo que llevan siglos haciendo millones de inmigrantes. La competencia es feroz.

Muchos desembarcan con su vieja religión a cuestas. La mantienen o la abandonan. Para otros los templos son una red, un refugio. Buscan, comparan y compran. No hay en este país, porque jamás la hubo, una iglesia hegemónica. Aquí los católicos son otra marca, la de más peso entre las numerosas denominaciones religiosas, pero sin privilegio alguno.

“Aquí alrededor tenemos tres iglesias evangélicas”. Domingo, 20 de septiembre. El salvadoreño Miguel Ángel Hernández, mánager de la Iglesia de Santa María, en Annapolis Road, describe la situación de su iglesia en el supermercado. Santa María está rodeada. A menos de 100 metros hay un templo presbiteriano, otro luterano y otro baptista.

Santa María está llena de familias jóvenes con niños de origen mexicano y salvadoreño. Escuchan al padre Ricardo Gancayco un filipino que habla español. La banda toca las guitarras y los bongós.

Misa en español

El éxito de los evangélicos en la comunidad hispana ha transformado el catolicismo estadounidense. Lo ha hecho más cálido y espontáneo: más latino. Pero la oferta de misas en español todavía es insuficiente: los latinos representan más de un tercio de los católicos de EE UU, pero sólo el 7,5 % de curas.

“A un católico hispano le es difícil encontrar misa en español en algunas zonas. En cambio, los evangélicos abren sus iglesias en los vecindarios, comunidades pequeñas donde la gente se siente acogida”, dice en Washington Evelio Menjívar, sacerdote salvadoreño de la iglesia Nuestra Señora Reina de Washington e involucrado en los preparativos del viaje del Papa. “En las comunidades con un sacerdote hispano”, añade, “es diferente porque traemos ese calor, traemos las tradiciones, y celebramos a la Virgen de Guadalupe, al Señor de los Milagros...”.

En Santa María, en Landover Hills, el padre Gancayco “hace la misa al estilo hispano”, dice Hernández. “Es diferente que en inglés”, añade. Y explica que Gancayco sabe trasladar los textos del evangelio a la vida cotidiana de los fieles. “Siempre buscan cantos alegres que la gente conoce”.

Saliendo de Santa María por la puerta trasera, y cruzando la estrecha Buchanan Street, se encuentra la iglesia bautista Torre Fuerte. Los servicios en español se celebran los sábados a las 6.30 y los domingos a las tres de la tarde. No en la nave principal del templo, sino en un aula con sillas metálicas plegables, una pizarra y la bandera de las barras y estrellas. El pastor, Wilfredo Cortez, tiene una empresa de construcción. Dice que se dedica a la iglesia voluntariamente. En El Salvador Cortez era católico. Se alejó de la Iglesia durante la guerra en su país.

A primera vista, el efecto Francisco —la posibilidad de que con la elección en 2013 de un Papa argentino los hispanos protestantes regresasen al catolicismo— es inexistente. “No hemos visto una mayor proporción de adultos estadounidenses que se identifiquen como católicos, y entre los católicos no hemos visto un aumento de los que van regularmente a misa o se confiesan”, dice Jessica Martínez, del Pew Research Center.

Pero Francisco seduce. Incluso en territorio rival. “Algunos lo atacan”, dice Cortez en alusión a otros protestantes. “Creen que es la Bestia, piensan que él es parte del sistema del Anticristo”. Cortez no comparte la opinión. “La verdad es que es un símbolo del cristianismo. Trae un mensaje que ayuda. Su enseñanza es revolucionaria. Si entramos a lo religioso, hay diferencias obvias. Pero no viene con un mensaje de división”.

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