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Scioli promete eliminar el IVA de los alimentos para los pobres

El candidato presidencial peronista promete bajar la inflación argentina sin detallar cómo

Alejandro Rebossio
Carlos Zannini, candidato a vicepresidente; Daniel Scioli, aspirante a jefe de Estado; Aníbal Fernández, que busca la gobernación de la provincia de Buenos Aires, y Gabriel Mariotto, que pelea por entrar al Parlamento de Mercosur, este lunes en el acto en Buenos Aires.
Carlos Zannini, candidato a vicepresidente; Daniel Scioli, aspirante a jefe de Estado; Aníbal Fernández, que busca la gobernación de la provincia de Buenos Aires, y Gabriel Mariotto, que pelea por entrar al Parlamento de Mercosur, este lunes en el acto en Buenos Aires.MARCOS BRINDICCI (REUTERS)

El candidato presidencial peronista, Daniel Scioli, presentó este lunes en Buenos Aires su plan de “medidas para el desarrollo de Argentina” sin demostrar en ningún momento ningún matiz muy distinto de lo que ha sido el Gobierno de su actual jefa política, Cristina Fernández de Kirchner. Prometió que llegarán inversiones anuales por 30.000 millones de dólares, que construirá 250.000 viviendas por año y que bajará la inflación, que las provincias miden en un 25,2%, a menos del 10%, pero no aclaró cómo lo logrará. Solo aclaró que el índice de precios al consumidor (IPC) se reducirá “pero nunca con ajuste sino con más y mejor crecimiento”.

Lo más concreto y quizá revolucionario de su discurso ha sido la promesa de devolver el IVA de los alimentos a los jubilados que cobran la pensión mínima y a los beneficios de dos planes sociales. Uno es la asignación universal por hijo, que cobran los padres de menores de 18 años que están en el paro o trabajan en la informalidad, y el otro, el Progresar, que subvenciona a los jóvenes que tampoco son empleados formales y que cumplen con el requisito de asistir a la escuela, la universidad o un centro de capacitación laboral. En un mundo en el que la tendencia es a que los países aumenten los tipos del IVA, que acaba gravando más a los pobres que a los ricos, y a que reduzcan la presión sobre el impuesto a la renta, que pagan los que más tienen, la propuesta de Scioli supone una innovación.

Algunos analistas se preguntaban si sería una medida para contrarrestar el impacto social de un eventual recorte en otras áreas. Claro que ni Scioli ni sus rivales Mauricio Macri y Sergio Massa reconocen que vayan a aplicar ajuste alguno. Le huyen a esa palabra.

Scioli pidió el voto de radicales, socialistas e independientes para las elecciones de octubre

Scioli eligió uno de los principales teatros de la avenida Corrientes, el Ópera, para reunir a toda la dirigencia kirchnerista, incluidos los no peronistas que intentan convencerse de que Scioli también mantendría ciertas políticas progresistas. En el escenario estaban sentados los gobernadores de provincias kirchneristas y aliadas, incluido el polémico Gildo Insfrán, de la norteña Formosa, enfrentado con algunos líderes indígenas que acampan en Buenos Aires desde hace siete meses para reclamar por tierras. Curiosamente, en escena también se acomodaron otros aborígenes kirchneristas, además de obreros con sus respectivos cascos.

A diferencia de Fernández, Scioli recurrió al ‘teleprompter’ (dispositivo para leer los discursos sin aparentarlo). Prometió que “el tipo de cambio va a fijarlo el Banco Central con una flotación administrada, y no el mercado”, como propone Macri pese al consiguiente riesgo de una fuerte devaluación. Con esto, el candidato oficialista no aclaró si eliminará el cepo (control) cambiario que rige desde 2011. De hecho, la flotación administrada de la moneda es la política que sostiene la mayoría de los países sin esos controles y que tuvo Argentina en los primeros ocho años de kirchnerismo, hasta que Fernández prefirió restringir la venta de divisas antes que devaluar en forma brusca. En enero de 2014 se depreció el peso, pero la presión por nuevas devaluaciones continúa, sobre todo cuando lo hace Brasil, principal socio comercial de Argentina. El candidato peronista predijo que atraerá dólares a su país con más exportaciones y no con más deuda, más allá de que diversos sectores exportadores abogan por una devaluación.

Scioli prometió “más incentivos aún para la repatriación de capitales”, en este país que es uno de los cuatro emergentes con más fondos privados en el extranjero en relación al tamaño de su PIB, según estudios del economista Jorge Gaggero. Los otros son Venezuela, Panamá y Kuwait.

El actual gobernador de la provincia de Buenos Aires también dijo que eleverá la inversión en ciencia y tecnología del 0,6% del PIB, el segundo mayor nivel de Latinoamérica, al 1%. Se refirió al sector agrícola, con el que el kirchnerismo mantiene un duro enfrentamiento, y afirmó que les asegurará “rentabilidad a los pequeños y medianos” agricultores. A los grandes ni los mencionó.

Scioli, que ha duplicado la cantidad de policías en su provincia en los últimos dos años para combatir la inseguridad, vaticinó que formará otros 100.000 uniformados en toda Argentina, uno de los países con menos asesinatos y más robos de Latinoamérica.

De 58 años, este excorredor de lanchas, actual estudiante de la licenciatura de mercadotecnia e hijo de un empresario comenzó su carrera política a los 40, pero este lunes dijo que se había preparado toda su vida para ser presidente de Argentina. Cuando falta un mes y cuatro días para las elecciones presidenciales, Scioli pidió el voto de los “independientes”, los radicales (centristas aliados de Macri) “populares” y los socialistas (su candidata es Margarita Stolbizer) “progresistas”. Sorprendió destacando los valores de la “libertad de expresión y la independencia de poderes”, dos banderas que agita más la oposición, y afirmó que “desarrollo no es cambiar”, en alusión al frente Cambiemos de Macri, “sino construir a partir de lo construido”.

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