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Un refugio improvisado en París

Unos 200 inmigrantes sin papeles han encontrado cobijo en un instituto abandonado

Pintadas que piden solidaridad con los refugiados, en la escuela secundaria Guillaume-Bude, en París, el 2 de agosto.
Pintadas que piden solidaridad con los refugiados, en la escuela secundaria Guillaume-Bude, en París, el 2 de agosto.ALAIN JOCARD (AFP)

Un gran cartel de cartón da la bienvenida en francés, árabe e inglés. Es el instituto profesional de Jean Quarré, en un barrio popular del noreoeste de París, abandonado desde hace cuatro años. Desde hace una semana y media, unos 200 inmigrantes sin papeles han encontrado refugio en su interior. La plataforma ciudadana La Chapelle En Lutte ha comenzado a funcionar de forma espontánea: voluntarios dan clases de idiomas, proporcionan ayuda jurídica, echan una mano para el bricolaje o hacen de intérpretes. Ante la saturación de los centros de acogida y con la crisis migratoria en el foco mediático, la alcaldía de París ha decidido no desalojar el lugar a la espera de encontrar una solución.

El día a día se reparte entre las tareas de mantenimiento, las asambleas generales, las clases y las partidas de baloncesto y de fútbol en el patio de recreo. Los inmigrantes duermen divididos por nacionalidades a ras del suelo en las aulas, repartidas en cuatro plantas. Algo menos de una decena de mujeres tienen un espacio reservado junto a un cuarto convertido en enfermería en la primera planta. En los servicios, unas pintadas recuerdan que no son duchas. Para asearse, los inmigrantes pueden acudir a los baños públicos situados en la vecina Place des Fêtes.

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En la cocina, en la primera planta, Karim, un joven tunecino de 27 años que ha cruzado el Mediterráneo con la esperanza de casarse con su novia francesa y encontrar trabajo, acaba de preparar café para todo el que quiera. Aquí son los propios inmigrantes los que se hacen sus comidas con las donaciones de vecinos y de asociaciones. “Es importante que sean autónomos, realmente se organizan ellos solos”, recalca uno de los miembros de La Chapelle En Lutte, que responde al apodo de Nikita.

El colectivo empezó a organizarse tras el desalojo, a principios de junio, de un campamento en el que vivían unos 350 inmigrantes que se había instalado bajo el tramo aéreo del metro en La Chapelle, junto a la estación de tren del norte, a apenas dos paradas de Montmartre. Algunos fueron realojados temporalmente, pero muchos acabaron deambulando por los jardines vecinos. Las autoridades locales han llevado a cabo seis evacuaciones por motivos sanitarios desde entonces.

Sentado en el pasillo de la entrada, Abdu, de 30 años, relata su larga odisea. Salió de Sudán hace seis meses, pagando a las mafias 1.400 dólares por la travesía hasta Libia. “Si te pierdes en el desierto, sin comida ni apenas agua, te espera la muerte”, dice. En la frontera con Libia cambió de pasadores. “Te quitan el móvil, te encierran en sus locales, amenazan con matarte si te escapas y entras en todo tipo de chantaje”, recuerda. Su objetivo era llegar a Reino Unido, pero una vez en Calais decidió pedir asilo político en Francia. “La situación es muy complicada allí, cada día anunciaban un nueva muerte tratando de cruzar el canal”, cuenta. “Sólo quiero un lugar donde vivir dignamente, sin que me juzguen”.

Fuentes del ayuntamiento calculan que hay unos 1.800 refugiados potenciales en la ciudad. Cerca de un millar viven en algún tipo de centro de acogida. Unos 400 se han instalado en tiendas de campaña a orillas del Sena, en el quai d’Austerlitz, donde conviven con los parisinos que salen de fiesta por la zona. Cada día llegan nuevos inmigrantes sin papeles a Jean Quarré en busca de un refugio.

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