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Ferguson revive con heridos de bala y protestas la crisis racial de hace un año

La policía repele el ataque de un grupo que provoca disturbios en una protesta nocturna tras una jornada pacífica en memoria de Michael Brown, que falleció a manos de la policía

Ferguson revive un año después algunos de sus fantasmas. Las reivindicaciones pacíficas el domingo, en el primer aniversario de la muerte de un joven negro desarmado por disparos de un policía blanco en ese suburbio de San Luis (Misuri), derivaron de noche en escenas de caos y enfrentamientos entre manifestantes y policías.

Un joven negro de 18 años resultó gravemente herido en un tiroteo con cuatro agentes de paisano a los que había atacado, según la policía. Pero la familia del herido y activistas cuestionaron la actuación, en un reflejo de que la tensión con la policía persiste un año después.

La muerte de Michael Brown, el 9 de agosto de 2014, propició un debate en Estados Unidos sobre las prácticas policiales y el trato a la comunidad afroamericana. El debate se ha afianzado con la reiteración en el último año en todo el país de muertes de negros desarmados a manos de la policía.

El tiroteo del domingo elevó la tensión este lunes en las concentraciones de desobediencia civil en el área de San Luis, previstas con anterioridad. El condado de San Luis declaró el estado de emergencia para supervisar las protestas.

Los incidentes vuelven a evidenciar la dificultad de los activistas pacíficos de aislar a los manifestantes radicales

Según la versión de la policía del condado, los cuatro agentes intervinieron después de que dos grupos de gente empezaran a dispararse entre sí en la desangelada avenida West Florissant, cercana al lugar en que falleció Brown y epicentro de las protestas del año pasado. “No eran manifestantes. Eran criminales”, dijo a la prensa el jefe de ese cuerpo policial, Jon Belmar. Los agentes, detalló, se acercaron en coche al lugar del tiroteo y fueron recibidos con disparos, lo que les llevó a responder.

Sin embargo, el padre de Tyrone Harris, el joven tiroteado, de 18 años como Brown, acusó a la policía de opacidad. “Creemos que hay mucho más de lo que se está diciendo”, dijo al diario Saint Louis Dispatch.

El Consejo de Acción de Ferguson, que agrupa a varios grupos de activistas surgidos tras las protestas, criticó que los agentes que abrieron fuego fueran vestidos de paisano y sin identificación y cámaras de vídeo. “Tras un año de protestas y conversación acerca de la responsabilidad policial”, eso es “claramente problemático”, avisaron, porque hace que solo exista la versión del agente sobre el incidente.

Uno de esos grupos es Hands Up United. Su cofundador Tory Russell explica desde Ferguson que, a la espera de esclarecer los hechos, la policía debería haber tratado antes de rebajar los ánimos. “Estamos preocupados por toda la violencia”, dice por teléfono.

Los disparos culminaron una escalada de tensión en las protestas nocturnas en las que participaron cerca de un centenar de personas, muy por debajo del millar que atendió las festivas concentraciones diurnas en la calle en que murió Brown.

585 disparos letales de la policía en lo que va de año en EE UU

  • En EE UU han muerto 585 personas por disparos de la policía en lo que va de año. Aproximadamente la mitad de las víctimas eran blancas (291), 147 afroamericanas y 92 hispanas, según un recuento del diario The Washington Post.
  • En cerca del 80% de los casos, las víctimas iban armadas (pistolas, cuchillos y otros objetos que puedan servir para matar, como un coche).
  • De las 585 víctimas, 60 iban desarmadas. Un 40% de éstas (24) son hombres negros, por encima de su peso demográfico (6%). Según el diario, un hombre negro desarmado tiene siete veces más posibilidades de morir por disparos policiales que su equivalente blanco.
  • Casi un cuarto de los disparos letales se efectuaron contra enfermos mentales, según la policía o familiares.
  • En EE UU los policías están autorizados a disparar únicamente cuando temen por sus vidas o por las de otros.

Antes de los disparos, un pequeño grupo saqueó varios comercios —como ya sucedió en los disturbios del año pasado— e increpó a la hilera de policías que trataban de expulsarlos de la calzada de West Florissant.

Los incidentes volvieron a evidenciar, este 2015, la dificultad de los activistas pacíficos de aislar a los manifestantes radicales para evitar que deslegitimen su causa en defensa de los derechos de la comunidad negra. En las protestas del año pasado —tras la muerte de Brown en agosto y la exoneración judicial por defensa propia en noviembre del agente que lo mató—, hubo ataques a comercios y la policía cargó con dureza contra los manifestantes, pero no se recuerda que abriera fuego.

Tres agentes resultaron heridos levemente en la confrontación con los manifestantes. Y en paralelo, dos jóvenes fueron tiroteados de madrugada por otra persona en un incidente cerca del lugar en que falleció Brown, pero sus heridas no se consideran graves, según la policía.

En EE UU, la muerte del joven de Ferguson en circunstancias confusas —y otras parecidas— ha derivado en un mayor escrutinio a la policía, y ha llevado al Gobierno a proponer cambios en las prácticas policiales y a limitar la entrega de material militar a los cuerpos locales.

En Ferguson, ese caso ha desencadenado cambios visibles. Una investigación federal destapó un patrón de discriminación racial de la policía local, que es predominantemente blanca en un municipio de 21.000 habitantes de mayoría negra.

A raíz de esa investigación, el jefe policial —que era blanco— fue forzado a dimitir (su sustituto temporal es afroamericano) y se colocaron cámaras de vídeo en los uniformes de los agentes. En paralelo, el Ayuntamiento limitó los ingresos que puede obtener mediante multas y citaciones judiciales, que intencionalmente afectaban más a la comunidad negra.

Sin embargo, las protestas del domingo evidenciaron que queda mucho recorrido de mejora en las prácticas policiales. Según el relato de activistas locales, el amplio despliegue de agentes antidisturbios y coches policiales encendió los ánimos de los manifestantes, como sucedió el año pasado, aunque no se repitió el cuestionado lanzamiento de gas lacrimógeno ni pelotas de goma.

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