La fortaleza del franco es la debilidad de Suiza en la crisis griega
El país tiene su propia moneda y un problema con Bruselas. Esto explica los dos efectos paradójicos en la economía y en el ambiente
Al margen de la zona euro, la crisis griega afecta a Suiza en una paradoja doble. La económica consiste en que la fortaleza es la causa de la debilidad. El naufragio griego fortalece al franco suizo, ya que sirve a los inversores como divisa refugio. Los que sufren son los sectores exportadores: cuanto más valor gana el franco frente al euro, más competitividad pierde la industria helvética.
Durante mucho tiempo, el Banco Nacional Suizo protegió la economía interviniendo en los mercados de divisas y defendiendo un techo para el tipo de cambio del franco. Sin embargo, en enero los riesgos se volvieron excesivos para la entidad, que liberó el tipo de cambio, y desde entonces los problemas se han agudizado. Ante esto, el Bundesrat (Consejo Federal) está prácticamente condenado a la pasividad. En Suiza se tiene en gran estima la independencia del Banco Nacional, y es difícil que los grandes paquetes coyunturales obtengan un apoyo político mayoritario. Posiblemente, en estos momentos, el presidente del Banco Nacional, Thomas Jordan, tenga más poder que los siete Consejos federales juntos.
El naufragio griego fortalece al franco suizo, ya que sirve a los inversores como divisa refugio
La paradoja también afecta a las repercusiones que tiene el drama griego en el ambiente reinante en Suiza. Mientras que el Gobierno central se abstiene de pronunciarse (fiel a la doctrina de la neutralidad), el Gobierno de izquierdas de Syriza recibe grandes elogios nada menos que de los diputados y los creadores de opinión nacionalistas conservadores. En este sentido, la tensión que lastra las relaciones helvético-estadounidenses desde hace muchos meses desempeña un papel decisivo.
El 9 de febrero de 2014, los votantes suizos se pronunciaron a favor de un artículo de la Constitución que se opone frontalmente al acuerdo de libre circulación de personas con la Unión Europea. Desde entonces, el máximo órgano de gobierno de la confederación intenta desesperadamente concertar con Bruselas un nuevo régimen para la inmigración, ya que si el acuerdo sobre libre circulación se va a pique, existe el riesgo de que también desaparezcan otros convenios importantes. Como era de esperar, en opinión de la derecha suiza, el Consejo federal es demasiado blando y transigente con Bruselas.
A pesar de que hasta ahora Syriza no puede presumir de ningún éxito en las negociaciones, incluso algunos economistas de prestigio aconsejan al Ejecutivo que los tengan como modelo
Desde este punto de vista, Tsipras y Varoufakis, los escandalosos funcionarios de Syriza, ofrecen la pauta de una actuación enérgica y eficaz. A pesar de que hasta ahora los populistas de izquierda griegos no pueden presumir de ningún éxito en las negociaciones, incluso algunos economistas de prestigio aconsejan al Ejecutivo que los tengan como modelo: “Sigamos el ejemplo de los griegos”, instaba el conocido empresario suizo Phillippe Gaydoul hace tan solo unos días.
Es posible que algunas de las ovaciones a Syriza reflejen el profundo rechazo hacia la Unión Europea de una parte de la sociedad suiza. Ese es también el motivo de que se contemple con persistente admiración a autócratas como Vladímir Putin o Víktor Orbán. Pero, por encima de todo, la crisis griega pone de manifiesto un malestar típicamente helvético: la aflicción por la propia insipidez; el anhelo oculto de ruido y acción.
© Tages Anzeiger
Traducción de News Clips
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