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AUGUSTO DE LA TORRE | ECONOMISTA JEFE DEL BANCO MUNDIAL

“Latinoamérica tiene desafíos de alto voltaje”

Desarrollar infraestructuras, diversificar exportaciones y mejorar el capital humano son sus retos

Silvia Ayuso
Augusto de la Torre en su despacho.
Augusto de la Torre en su despacho.cristina f. pereda

El surgimiento de China hace poco más de una década como potencia mundial causó un "cambio en las placas tectónicas" de la economía global que ha provocado que esta se haya transformado de forma "duradera". Por cambiar, ha cambiado hasta el lenguaje, explica el economista jefe para América Latina y Caribe del Banco Mundial (BM), Augusto de la Torre (Ecuador, 1953). Surgen nuevos términos ya comúnmente aceptados como el de "países emergentes" o los "BRIC" (Brasil, Rusia, India y China). Mientras, se modifican las percepciones: atrás quedó la dicotomía "norte-sur" o "centro" —en referencia a Estados Unidos, Europa y Japón— y "periferia", para englobar a los demás países.

En todo este movimiento telúrico mundial, que analiza el BM en el último informe, América Latina y el ascenso del Sur, del que Augusto de la Torre es coautor, Latinoamérica también cambió posiciones. La región se ha instalado, al igual que China, para quedarse como uno de los jugadores fundamentales en el nuevo tablero de poderes. A la vez, aún no se han consolidado unas transformaciones estructurales imprescindibles —infraestructuras, capital humano y expansión comercial son las claves del futuro— para no perder los avances económicos y sociales logrados en la última década. Aún hay algo de tiempo para hacerlo, sostiene el economista jefe del Banco Mundial para la región. Pero no queda demasiado.

Pregunta. China es, según el BM, el "epicentro" de este terremoto económico global. Ahora su crecimiento se ha ralentizado. ¿Confió demasiado América Latina en China como motor de su economía?

Respuesta. Cuando vives una década de este cambio vigoroso cuyo epicentro es China, nos guste o no, la gente empieza a pensar que es permanente. Hubo un espejismo de que esos diez años iban a durar toda la vida, no fue así, y lo que eso ha conseguido es que está forzando a la región latinoamericana a repensar sus prioridades y su agenda de crecimiento.

Al especializarnos en materias primas, descuidamos la integración en las cadenas de valor

P. ¿Cuáles son esas prioridades?

R. Está la mejora de la infraestructura y, también, ser consciente de que no hay que pensar solo en estar integrado, sino el modo en que lo estás haciendo. Nos hemos especializado mucho en materias primas, no hemos hecho casi ningún progreso en la diversificación de nuestras exportaciones. Como resultado de esa especialización, Latinoamérica participó con mucho menos vigor que otros emergentes en la integración de cadenas globales de valor, y ese, ahora vemos, es un motor importante del desarrollo económico de los pueblos. Y también están los mercados laborales: este es un nuevo mundo donde Latinoamérica es demasiado cara para competir en base a salarios bajos. Y todavía no tiene las destrezas, la cantidad de ingenieros y especialistas para poder competir en base al conocimiento.

P. ¿Cómo se pueden diversificar las exportaciones?

R. Para que América Latina pueda aprovechar las nuevas coyunturas va a necesitar encontrar caminos para orientar su maquinaria económica hacia el mundo de las exportaciones, y el correlato de eso es que necesita ser una región de mayor ahorro. Y de momento no lo es. Así que América Latina está como en un limbo, tiene desafíos muy importantes para poder aprovechar las oportunidades de este nuevo mundo. Necesita dar estos saltos en la calidad del capital humano y del capital físico. Hay algunos progresos, la región que afronta estos desafíos no es la misma de las crisis de décadas anteriores, pero los desafíos son de alto voltaje.

P. ¿Debería haber aprovechado mejor América Latina la década de bonanza?

R. Después del partido de fútbol todos somos expertos en cómo se debió haber jugado mejor. Ahora todos somos conscientes de que América Latina pudo haber aprovechado mejor los años dorados, pudo haber ahorrado más, pudo haber invertido más en capital humano, pudo haber desarrollado mejor su infraestructura para apoyar la diversificación de las importaciones, pudo haber hecho inversiones más importantes en la reducción de los costos de desarrollar proyectos productivos... Que todo eso pudo haberlo hecho mejor, no cabe duda. Aunque no creo que la región lo haya hecho tan mal como algunos piensan, pero la presión para retomar esos temas se está intensificando en la medida en que América Latina está sintiendo lo que significa tener menos impulso económico de China.

P. ¿Queda tiempo para actuar?

Existe el riesgo de que vuelvan las tendencias populistas del pasado

R. En cierto sentido, hay un poquito más de tiempo que el que teníamos antes, porque en estos años de gran bonanza, América Latina mejoró su política macroeconómica, particularmente la monetaria. Eso necesariamente no le dio ni le va a dar ahora mucho más crecimiento, pero ciertamente le va a dar menor vulnerabilidad. Por otro lado, la región cambió su estructura social y experimentó un enorme progreso. Ahora tiene una clase media más amplia, mucha menos gente pobre y, por tanto, genera unas grandes expectativas sociales: los latinoamericanos se acostumbraron a que sus hijos tuvieran oportunidades que sus padres no tenían. Desde ese punto de vista, no hay mucho tiempo, porque la región y la clase política están bajo la presión de hacer estas mejoras en los servicios públicos que una nueva estructura social demanda. Y lo que hay que hacer, lamentablemente, no son cosas que se solucionen en el corto plazo. Son reformas que llevan tiempo. Hay que empezar ya. Tenemos un poquito de alivio porque no estamos amenazados como antes por la sombra de grandes crisis macroeconómicas, pero las expectativas sociales ahora son mucho más agudas que entonces.

P. En el informe que presentaron la semana pasada en Lima, el BM pide que los responsables políticos se replanteen las prioridades "con la cabeza fría". ¿Qué es lo que les preocupa?

R. Hay el riesgo de que, dada esta tensión entre las expectativas de la sociedad y los recursos y la situación actual, se dé la tentación de que América Latina vuelva a sus tendencias populistas del pasado, a hacer promesas de corto plazo sin horizontes largos. Es un enorme desafío para los políticos. Pero los que salen al encuentro de ese desafío pueden realmente darle a la región algo que necesita mucho: un liderazgo asociado con un horizonte y una visión de futuro que sea prometedora y entusiasme a la gente, de forma que haga que los latinoamericanos apuesten por hacer el esfuerzo ahora con miras a tener un mejor futuro.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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