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La falta de reformas y la guerra en el Este minan a la sociedad ucrania

El control de los oligarcas y las cuotas políticas bloquean el funcionamiento de la Administración

Pilar Bonet
Cartel de reclutamiento en Donetsk.
Cartel de reclutamiento en Donetsk.ODD ANDERSEN (AFP)

La falta de reformas visibles en la Administración del Estado y la guerra en el este del país minan las energías de la sociedad ucraniana, que se debate entre la arraigada corrupción de las instituciones y la prolongada incertidumbre sobre la evolución de la violencia en las regiones secesionistas apoyadas por Rusia.

Los asesinatos a tiros de dos personajes públicos en Kiev esta semana, el político Oleg Kaláshnikov y el periodista Olés Buzina, fomentan la sensación de inestabilidad, aunque en ambos casos haya múltiples versiones sobre la autoría, por ahora desconocida, de estos crímenes. Buzina era muy crítico con las autoridades ucranianas y había dirigido el periódico Segodnia, del grupo de medios de comunicación del magnate Rinat Ajmétov. Kaláshnikov fue diputado del partido de las Regiones y uno de los responsables del Antimaidán, la campaña de apoyo que el presidente Víctor Yanukóvich contrapuso al Maidán (las protestas que acabaron por derrocarle).

En el Maidán se forjaron muchas organizaciones civiles con voluntad de controlar a los políticos y defender los intereses de la ciudadanía. Sin embargo, hasta ahora estas organizaciones no han conseguido cambios radicales en el funcionamiento de la Administración del Estado, tradicionalmente dominada por los distintos grupos de oligarcas. “Digámoslo claro. Hemos de reconocer que hemos perdido un año”, afirmaba Dmitri Dobrodómov, diputado de la Rada Suprema (Parlamento de Ucrania) el viernes en el programa televisivo Shuster live. Según un sondeo divulgado por este espacio de debate, un 94% de los ciudadanos opinaban que la lucha contra la corrupción no ha comenzado en Ucrania.

El concurso de méritos no acaba de cuajar para adjudicar los cargos de la Administración. Candidatos independientes no comprometidos por prácticas corruptas en el pasado se ven bloqueados por la rivalidad entre el primer ministro y el presidente del Estado, que pretenden repartir los puestos en función de cuotas de sus respectivos partidos, el Frente Popular de Arseni Yatseniuk y el Bloque de Petró Poroshenko. Los desacuerdos por el reparto de las cuotas han paralizado durante un año el nombramiento de los dirigentes del Fondo de la Propiedad Estatal, del Comité Antimonopolio y del Tribunal de Cuentas del Estado, según el exdiputado y analista Olés Doni.

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Más aún, los voluntarios, que han demostrado su capacidad de organizarse para resolver problemas sociales, no solo no logran que las instituciones se pongan al servicio de los ciudadanos, sino que están siendo instrumentalizados por el sistema. El experto militar Yuri Butúsov afirmaba en el semanario Zérkalo Nedelii que la falta de recursos del Estado para financiar el abastecimiento de las Fuerzas Armadas y otros cuerpos involucrados en la guerra en el Este han provocado un “aumento” del nivel de corrupción. Según Butúsov, los voluntarios que ayudan a abastecer el Ejército se han convertido en “una forma legalizada de ocultar las insuficiencias y la falta de rendimiento de cuentas”. A los mandos militares les resulta más fácil pedir a los voluntarios que ayuden con productos, comida, reparaciones y comunicaciones que dirigirse a sus jefes. El resultado es la coexistencia de “dos contabilidades” en el frente, lo que “abre un amplio campo para la manipulación”, ya que los mandos saben que los soldados a los que se les ha escatimado lo necesario “pueden resolver sus problemas con ayuda de parientes o voluntarios”. Entre los mandos, además, “está muy extendida” la práctica de requisar los equipos de comunicaciones regalados a los soldados por los voluntarios.

La fragilidad de los acuerdos firmados en Minsk en febrero se evidencia en el menudeo de incidentes de los últimos días. Los insurgentes prorrusos infringieron 50 veces el alto el fuego del sábado al domingo y cuatro militares ucranios resultaron heridos, según Andréi Lysenko, el portavoz de la Operación Antiterrorista (ATO, la denominación oficial ucrania de la guerra contra los secesionistas).

A tranquilizar los ánimos no ha contribuido el presidente, Vladímir Putin, que se ha negado a descartar la posibilidad de que Moscú reconozca a las autodenominadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk (RPD y RPL). En una entrevista emitida el sábado en la televisión rusa, Putin se mostró evasivo cuando le preguntaron si podía imaginarse un reconocimiento de estas dos entidades por parte de Rusia. “No quisiera hablar de esto. Porque diga lo que diga, todo puede ser contraproducente. Observaremos las realidades que surgen en la vida”, afirmó.

El jueves, el mandatario ruso había negado la existencia de tropas rusas en Ucrania. En Kiev, el general Víctor Muzhenko, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, le respondió enumerando las unidades rusas que, según él, tienen efectivos en Ucrania. Se trata, dijo, de la Brigada Motorizada número 15 del Segundo Ejercito, la brigada motorizada número 8, el regimiento aerotransportado 331 con base en Kostromá perteneciente a la División Aerotransportada número 98 y otros. Según Muzhenko, algunas de estas unidades participarán en el desfile de la Victoria en Moscú el 9 de mayo.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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