La cita sorpresa de Zapatero y Castro provoca un choque con Exteriores
Margallo califica de "extraorinaria deslealtad" la visita del expresidente a Cuba
La entrevista sorpresa que el día 25 mantuvieron en La Habana el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero y el mandatario cubano Raúl Castro provocó este jueves un encontronazo sin precedentes entre el PSOE y el Gobierno del PP en una materia tan sensible como la política exterior. El jefe de la diplomacia española, José Manuel García-Margallo, no disimuló su enfado y en términos inusualmente duros, incluso para él, que no se muerde la lengua, calificó el viaje a Cuba de los dos políticos socialistas de “extraordinaria deslealtad”. Se da la circunstancia de que Castro no recibió a Margallo cuando este visitó por primera vez la isla en noviembre pasado, en un viaje en que habló públicamente de derechos humanos y libertad de expresión.
El Gobierno se enteró de la reunión que Zapatero y el exministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos mantuvieron con el presidente cubano a través del diario oficial Granma, que informó de que “durante el cordial encuentro [que duró dos horas y media] se abordaron temas de mutuo interés de la agenda regional e internacional, así como de las relaciones históricas que unen a ambas naciones”.
“La visita no es solo un ejemplo de deslealtad, sino también de inoportunidad”, remachó Margallo, quien recordó que la UE negocia un acuerdo de cooperación con Cuba, “siempre que el régimen cubano dé pasos en el respeto a los derechos humanos y la apertura a la democracia”.
El PSOE salió en defensa de su antiguo líder. Trinidad Jiménez, antecesora de Margallo, consideró “absolutamente improcedente e inadmisible” la queja del ministro. Aseguró, además, que Exteriores estaba informado de la visita, ya que el pasado 17 de febrero la oficina de Zapatero remitió un correo electrónico al Gabinete del ministro en el que le daba cuenta del viaje que, entre el pasado miércoles y el próximo lunes, planeaba realizar el expresidente a Cuba y Bolivia, con indicación de los números de vuelo, reserva de alojamiento y las personas que le acompañan. No se detallaba, sin embargo, la agenda ni los encuentros planeados, con la excusa de que todavía no estaba cerrada, por lo que se comunicaría más adelante a través de las respectivas embajadas.
Además, según Jiménez, se habló con el secretario general de Cooperación, Gonzalo Robles, ya que en ambos países estaba previsto visitar proyectos de la cooperación española.
El propio embajador español en Cuba, José Francisco Montalbán, acudió el martes al aeropuerto de La Habana a recibir al expresidente y al exministro, con quienes cenó. Pero ni siquiera entonces, según Moratinos, estaba confirmada la audiencia con Castro, “ya que este tipo de citas están en interrogante hasta el último momento”.
El miércoles, Zapatero y Moratinos se reunieron con el responsable de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Antonio Carricarte, y con una delegación del Ministerio de Exteriores cubano encabezada por el canciller Bruno Rodríguez, quien les acompañó a la entrevista con Castro. Acabada esta, Zapatero y Margallo se marcharon a cenar sin informar al Gobierno.
La oficina del expresidente informó del viaje, pero no de la agenda
Margallo se quejó de no haber sido informado del encuentro y restó importancia al correo electrónico que la oficina de Zapatero remitió a su Gabinete. “No me importa saber cuáles son los escoltas o vuelos sino a quién se va a ver, para qué se va a ver y con qué propósito y si eso ayuda o no para un mejor desarrollo de la política española”, alegó. “En ningún caso se nos ha informado de cuáles eran las reuniones que se iban a celebrar, los mensajes que se iban a transmitir ni cuáles eran los mensajes que el Gobierno de España consideraba oportuno que las dos personas que han visitado Cuba transmitiesen, que es lo que importa”.
Margallo contrapuso la actitud de Zapatero y Moratinos con la de otros políticos socialistas, como la propia Jiménez, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, o la responsable de Relaciones Internacionales del PSOE, Carme Chacón, que “siempre han informado de eso y han preguntado: ¿Tenéis algo que queráis que digamos a las autoridades del país?”
Tres casos
- Zapatero cuestionó el 11 de febrero las formas con las que Pedro Sánchez había abordado la destitución de Tomás Gómez al frente del partido en Madrid.
- El expresidente se reunió a finales del año pasado con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, sin informar previamente a Sánchez. El conocimiento público de esta reunión, en la que también estuvieron José Bono y Emiliano García-Page, causó un gran malestar en el partido socialista.
- El 2 de julio de 2014, Zapatero, Bono y Moratinos se reunieron en Malabo (Guinea Ecuatorial) con el presidente del país, Teodoro Obiang, a quien, según la nota tras la cita, se le presentó la iniciativa para la moratoria universal en 2015 de la pena de muerte.
En conversación desde La Habana, Moratinos se mostró sorprendido de la irritación de Margallo, aseguró que la Embajada española “estaba al corriente de todo” y que Zapatero viajó como presidente de honor del Comité de la ONU para la abolición de la pena de muerte. “No hay nada extraño ni secreto”, añadió, tras reconocer “quizá habría sido lógico” hablar con Margallo, con quien su comunicación no es “todo lo fluida que debiera ser”.
Poco después, Moratinos llamó a Margallo para zanjar el incidente. La conversación se desarrolló en un tono “muy correcto” y, aunque el primero no llegó a pedir disculpas, sí le dijo que no era su propósito molestar al Gobierno y se comprometió a que “no vuelva a pasar”. Además de informarle de su visita a Cuba, Moratinos y Margallo abordaron la situación de Bolivia, donde Zapatero será recibido por el presidente Evo Morales.
Zapatero evitó entrar en polémica y se mostró dispuesto, en una rueda de prensa en La Habana, a informar al Gobierno de sus contactos cuando vuelva a Madrid. Su voluntad, aseguró, ha sido siempre la de sumar y “actuar por el interés de España”.
En esta ocasión, y a pesar, del distanciamiento entre el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez y el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, ambos están en el mismo lado. Sánchez no entiende la actitud del Gobierno y, singularmente, de Margallo.
Moratinos llama al ministro para dar por zanjado el incidente
El expresidente informó hace ocho días a Sánchez de su viaje. Nada que objetar sobre ese desplazamiento. Es más, le pareció muy adecuado que en un momento de apertura de Cuba, España pueda estar presente. Entonces no estaba cerrada la agenda y Sánchez, por tanto, no sabía si habría o no cita con Castro.
“La reacción de Margallo me ha producido gran contrariedad”, dijo el jueves Sánchez poco antes de viajar a Brasil, principio de un viaje que seguirá en Uruguay, para asistir a la toma de posesión del presidente, Tabaré Vázquez.
Los datos recabados por Sánchez le reafirmaron en que todo se había hecho correctamente y, por tanto, "la beligerancia" del ministro no tenía sentido. En el entorno de Sánchez se interpretó que su reacción se debía a que se “niega al PSOE su capacidad de interlocución en el mundo”.
Zapatero nunca visitó Cuba como presidente, mientras que Moratinos lo ha hecho varias veces, tanto siendo ministro como tras dejar el cargo. Ambos, junto al exministro de Defensa José Bono, hicieron una polémica visita en julio pasado a Guinea Ecuatorial, donde fueron recibidos por el dictador Teodoro Obiang.
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