Rusia rechaza que la ONU vigile el alto el fuego como pide Ucrania
Moscú asegura que el envío de cascos azules va contra los acuerdos de Minsk
La sola idea de que el Consejo de Seguridad de la ONU pueda plantearse el envío de un contingente de cascos azules al Este de Ucrania para asegurar un alto el fuego y evitar que se recrudezcan de nuevo las hostilidades ha despertado una vehemente repulsa por parte de Rusia. El martes, el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, propuso al Consejo Nacional de Seguridad y Defensa (CNSD) pedir el envío al Este de Ucrania de pacificadores con el mandato del Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, los representantes rusos tratan de presentar tal eventualidad como una transgresión de las medidas aprobadas el 12 de febrero en Minsk.
La masiva reacción negativa de Rusia –desde el Ministerio de Exteriores a los representantes en la ONU y en la UE, pasando por los jefes de las dos Cámaras del Parlamento– despierta inquietud en Kiev, pues Rusia como miembro permanente del Consejo de Seguridad tiene derecho a veto en el caso de que la iniciativa se planteara. A juzgar por las reacciones rusas, Moscú quiere evitar que el tema llegue a ser discutido en ese organismo.
El envío de pacificadores bajo el mandato de la ONU al Este de Ucrania supondría la internacionalización al más alto nivel del control del cumplimiento de las medidas aprobadas en Minsk por los líderes de Alemania, Francia, Ucrania y Rusia.
El cumplimiento de esos acuerdos está en entredicho después de que los separatistas prorrusos no hayan cejado en su ofensiva militar hasta conquistar Debáltsevo, el núcleo ferroviario, clave para el transporte Este-Oeste y Norte-Sur, no solo dentro de Ucrania, sino también entre Ucrania y Rusia. El control de esta localidad hace más compacto y unifica el bastión controlado por las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk (RPD y RPL).
Debáltsevo, que ha sido abandonado por las tropas ucranias con enormes pérdidas humanas y materiales, ha sido uno de los mayores desastres militares sufridos por Kiev en el Este y también parece ser la razón por la que el presidente Poroshenko ha cambiado de posición respecto al envío de un contingente internacional, algo a lo que se había opuesto a ultranza hasta ahora. Al considerar el envío de cascos azules, el presidente, que formalmente trata de minimizar la derrota, reconocía de hecho la debilidad militar de Ucrania y la imposibilidad de oponerse por sí misma a nuevos desafíos bélicos.
Poroshenko afirmó que el formato mejor sería una misión policial a cargo de la UE y el CNSD aprobó un llamamiento a la ONU y a la UE con esta petición, según dijo después el secretario de este organismo Aleksandr Turchinov, considerado uno de los más belicosos políticos ucranios. Turchinov dijo que el ministerio de Exteriores de Ucrania ya había realizado un llamamiento en el mismo sentido. Aparentemente, la petición requiere del apoyo de la Rada Suprema (Parlamento), que no tiene sesión esta semana. Según informaciones de agencias en el Este de Ucrania, sigue habiendo combates en los alrededores de Debáltsevo y otras localidades de la RPD. Ahora, en Kiev hay temor a que el próximo objetivo de los prorrusos sea Mariúpol, ciudad portuaria en el mar de Azov.
Kiev teme que el próximo objetivo de los prorrusos sea Mariúpol
Vitali Churkin, el representante de Rusia en la ONU, recomendó a Ucrania retirar las armas y “no dedicarse a promover nuevas iniciativas”. Churkin dijo que la iniciativa ucrania hacía sospechar que Kiev quiere socavar el acuerdo de Minsk y recordó que la vigilancia en la zona de conflicto ha sido encargada a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Según los acuerdos de Minsk, el acceso de Kiev a la frontera solo será posible una vez que los insurgentes hayan consolidado sus posiciones como autonomías con policía propia, y siempre y cuando estos lo autoricen. Para su subsistencia, los separatistas dependen absolutamente de la frontera con Rusia, por donde reciben ayuda humanitaria y también bélica.
La canciller alemana, Angela Merkel, el presidente francés François Hollande, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el ucranio Petró Poroshenko conversaron el miércoles de madrugada por teléfono y afirmaron que los acuerdos de Minsk son todavía válidos pese a la toma de Debáltsevo por los rebeldes. Los líderes del Cuarteto de Normandía instaron a realizar de forma rigurosa las medidas acordadas el 12 de febrero en Minsk, sobre todo el alto el fuego total, la retirada de las armas pesadas y la liberación de prisioneros. Durante la conversación Poroshenko habría insistido en que quiere “garantías claras” en caso de nuevas “transgresiones de los acuerdos” por los rebeldes, según el servicio de prensa de la presidencia. El balance provisional de Debáltsevo es de 13 muertos, 157 heridos y 82 desaparecidos, según el servicio de prensa del Ejército y 90 prisioneros.
Por otra parte, Rusia ha comenzado a suministrar gas gratis a los rebeldes del este de Ucrania, después de que la compañía ucrania hubiera anunciado que interrumpía el abastecimiento, según declaró el jefe de Gazprom Alexéi Miller. Los suministros, según dijo, se hacen en virtud del contrato en vigor entre Gazprom y la compañía de gas ucrania Naftogaz. Esto quiere decir que Gazprom le va a cobrar a Kiev la factura por el gas que consumen las regiones controladas por los separatistas. Antes, el primer ministro ruso Dmitri Medvédev había dicho que Rusia podría dar gas como “ayuda humanitaria” a Donetsk y Lugansk.
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