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“Sí, yo maté a esos polis. Ejecutadme”

El mexicano acusado de asesinar a dos agentes deja helado a un tribunal de California con una brutal confesión

Pablo Ximénez de Sandoval
Foto policial de Luis Enrique Monroy Bracamonte.
Foto policial de Luis Enrique Monroy Bracamonte.AP

Sus abogados no querían que hubiera prensa en el juicio, y algo de razón tenían. Cuando este miércoles por la mañana se presentó ante el juez de California acusado de asesinar a dos policías, Luis Enrique Monroy Bracamonte dijo: “No tienen que investigar nada más. Yo maté a esos polis. Me pueden ejecutar cuando quieran”. La impactante confesión la hizo Bracamonte en tono alterado cuando se lo llevaban de la sala encadenado después de lo que debía haber sido una vista burocrática en la que no se esperaba ningún avance significativo.

En ese momento, sus abogados trataron de callarlo susurrando “Luis, Luis”, según el relato del diario The Sacramento Bee, cuando se disponía a hablar con los medios. Una mujer entre el público se levantó y salió de la sala gritando “cállate, imbécil”. "Yo maté, lo hice, lo hice. Solo quiero declararme culpable y que me ejecuten. Lo hice todo", dijo Bracamonte, según lo cita la agencia Associated Press. Todo esto sucedió cuando la sesión había terminado y el juez Steve White había abandonado la sala.

La huida homicida de Luis Enrique Monroy Bracamonte y su mujer, Janelle Marquez Monroy, es uno de los sucesos que más han conmocionado a la sociedad californiana en los últimos meses. El pasado 24 de octubre, el agente Danny Oliver se acercó al coche en el que estaban Bracamonte y su mujer en un aparcamiento de Sacramento, la capital del Estado. Oliver, casado y con dos hijas, recibió una ráfaga de tiros. En su huida por el norte de Sacramento, Bracamonte robó otros dos coches, hirió a tiros a otras dos personas y mató a otro policía, Mike Davis, de 42 años. Finalmente, fue acorralado en una casa de Auburn de la que lo sacaron con gases lacrimógenos antes de detenerlo.

El acusado se enfrenta a una petición fiscal de pena de muerte por el asesinato de dos policías, cinco intentos de homicidio, posesión ilegal de un arma de asalto y dos cargos de robo de coches, entre otros. Las peticiones de pena de muerte son extrañas en los condados de Sacramento y Placer, cuyas fiscalías llevan la acusación. En Sacramento solo ha habido cinco desde 2003.

El miércoles, durante un receso de la vista, Bracamonte había discutido con sus abogados porque decía que quería declararse culpable. “No tienes derecho a declararte culpable sin nuestro permiso”, le dijo uno de los letrados. La defensa de Bracamonte dijo que no estaban preparados para hacer ninguna declaración de culpabilidad y, preguntados a la salida, achacaron las palabras de su defendido a la “ansiedad”.

La escena se produce después de que el lunes los abogados de Bracamonte pidieran al tribunal, sin éxito, que prohibiera la entrada de la prensa a la sesión del miércoles, que se esperaba rutinaria. Según la defensa, dar publicidad al caso hace muy difícil conseguir un jurado imparcial, y mostrar la cara del acusado en los medios podría influir en los testigos.

Las primeras investigaciones sobre el homicida revelaron que se trataba de un ciudadano mexicano que había sido deportado dos veces por tráfico de drogas. Bracamonte, de 34 años, se presentaba también con los nombres de Marcelo Márquez o Tiger. Vivía en Salt Lake City (Utah) y se encontraba en EE UU de manera ilegal en el momento de los hechos. Las autoridades investigaron después una cuenta de Facebook en la que el detenido posaba con tatuajes que decían “orgullo mexicano” y “Sinaloa”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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