La diplomacia monetaria china
Pekín proporciona ayuda financiera a países en apuros y fuera de los mercados, en una estrategia de largo plazo
La lista de los países que han acudido a China en busca de ayuda financiera en los últimos meses es larga y creciente. Argentina, Venezuela, Rusia, Ecuador... Todos buscan en Pekín los fondos que les niegan los mercados de capitales y optan por sellar una alianza estratégica y política con el gigante asiático antes que pedir una ayuda cargada de condiciones al Fondo Monetario Internacional (FMI). “China está decidida a aprovechar el hueco que está dejando el Fondo para tejer una estrategia de alianzas de largo plazo y en función de sus propios intereses”, sostiene Miguel Otero-Iglesias, investigador de Economía Política Internacional del Real Instituto Elcano.
Según datos recopilados por Bloomberg, China ha propiciado fondos por 2.300 millones de dólares a Argentina desde el pasado mes de octubre, ha firmado un programa de intercambio de divisas por 24.000 millones con Rusia, ha facilitado 47.000 millones a Venezuela desde 2007 y acaba de ofrecer otros 5.300 millones en créditos a Ecuador. El objetivo de esa ayuda no es la rentabilidad mercantil, según Otero-Iglesias, sino crear un sistema de alianzas de largo plazo, utilizando todo el potencial que le ofrece su economía en esa táctica.
Es lo que Yang Jiang, profesora de la Copenhaguen School of Economics, ha denominado la diplomacia monetaria china, una estrategia posible gracias a los casi cuatro billones de dólares en reservas internacionales controladas por el Banco del Pueblo de China y que constituyen las mayores del mundo. Según Jiang, los países del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que cuentan con mayores reservas en yuanes en sus bancos centrales votan mayoritariamente en el mismo sentido que China en las consultas.
El gigante asiático busca un mayor uso del yuan y su inclusión en la cesta de monedas del FMI
La concesión de ayudas no guarda correlación con las relaciones comerciales, como demuestra el caso de América Latina, según recordaban Alicia García-Herrero y Carlos Casanova, de BBVA Research, en un informe. Venezuela apenas suponía el 8% de los intercambios comerciales entre China y Latinoamérica entre 2005 y 2013 y, sin embargo, acaparó el 50% de sus préstamos a la región. Lo contrario sucede con México, segundo socio comercial de China en Latinoamérica y que sólo recibió 2.400 millones. “China ha aprendido las lecciones del pasado. Es la misma estrategia que ya utilizó en 1971 para recabar el apoyo de las naciones africanas y asegurarse el acceso al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”, explican.
De ahí a amenazar el estatus del FMI va un trecho. “La táctica china nunca pasa por dar jaque mate al rey”, sostiene Otero-Iglesias, autor de The Euro, the dollar and the global financial crisis. Tampoco es fácil. “El Fondo ha logrado que todo el mundo devuelva sus préstamos, tiene estatus de acreedor preferente. Nadie ha dejado de pagar al FMI, ni siquiera Argentina. Veremos si China logra lo mismo”, sostienen fuentes financieras internacionales.
En cambio, sí favorece el uso de su divisa, el renminbi, que ya se ha convertido en la séptima divisa más usada en pagos globales. Hasta la fecha ha firmado acuerdos cambiarios con una treintena de países, entre ellos Reino Unido y Australia, y su objetivo es lograr la inclusión del yuan en la cesta de divisas que conforman los Derechos Especiales de Giro, la divisa del FMI. El Fondo revisa este año la composición de esa cesta, que ahora incluye el dólar, el euro, el yen y la libra. Pero, a juzgar por la mayoría de los expertos, China aún tendrá que esperar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.