La guerra secreta de la ISAF en Afganistán
Según 'der Spiegel', la misión llevó a cabo un programa para eliminar líderes talibanes
La presencia militar aliada en Afganistán, que intentó durante 13 años bajo el nombre de Fuerza Internacional de la Seguridad (ISAF) llevar al país algo parecido a la paz, llegó a su fin el lunes pasado y el primer balance es poco halagador. Los talibanes no fueron derrotados y Occidente tiene la certeza de que la paz jamás regresará a Afganistán si los rebeldes no son invitados a integrarse en un proceso que debería poner fin a las hostilidades.
Pero la guerra que llevó a cabo Occidente, una represalia al ataque que acabó con las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, también convirtió a los altos oficiales de la OTAN que estaban al mando de las tropas internacionales en cómplices de un sofisticado programa destinado a eliminar a los líderes rebeldes, según revelo la revista der Spiegel, que tuvo acceso a documentos en poder de Edward Snowden, el ex analista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA).
En un amplio reportaje publicado en su último número, el semanario que se edita en Hamburgo señala que la ISAF elaboró una lista con los nombres de más de 750 personas que debían ser eliminadas, incluidos combatientes de mediano y bajo rango. Los documentos, fechados entre 2009 y 2011, muestran que la pacificación de Afganistán estuvo acompañada de una sistemática y sofisticada campaña destinada a matar a los líderes talibanes bajo una máxima que patento Michael T. Flynn, ex jefe de inteligencia de la ISAF. "Solo un talibán muerto es un buen talibán".
Bajo esta premisa, el excomandante en jefe de las tropas de la ISAF, el general estadounidense David Petraeus, puso en marcha una implacable cacería de talibanes que solo en tres meses en el año 2011 acabó con la vida de 350 líderes talibanes, un promedio de cuatro asesinatos por día. Los nombres de los talibanes que debían ser eliminados engrosaron una lista que recibió el nombre de JPEL (Joint Prioritized Effects List, en sus siglas en inglés), que fue elaborada en base a escuchas telefónicas, datos de informantes y fotos.
La elaboración de la lista incluyó información estratégica proporcionada por la NSA y su aliada británica GCHQ, que monitoreaban las comunicaciones telefónicas de los talibanes. Cuando las dos agencias detectaban un número de teléfono se ponía en marcha un sofisticado mecanismo para identificar al autor de la llamada y, en último término, incluir su nombre en la lista JPEL.
La lista JPEL fue engrosada en octubre de 2008, en el marco de una controvertida reunión de los ministros de Defensa de los países miembros de la OTAN, que aprobaron ampliar la guerra a los barones de la droga en Afganistán, después de concluir que el tráfico de droga aportaba unos 300 millones de dólares a los talibanes. "La red de narcotraficantes debe ser una meta legitima de las tropas de la ISAF y los narcotraficantes serán incluidos en la lista JPEL", señala un documento al que tuvo acceso der Spiegel.
La guerra sucia llevada a cabo por la ISAF en Afganistán involucró a varios países que formaron parte de un programa de escuchas bautizado con el nombre de 14 eyes, (14 ojos) en el que participaban, entre otros países, Alemania, España, Italia, Bélgica, Dinamarca, Francia, Suecia y Noruega.
Aún no está claro qué rol jugaron estos países en el asesinato de los líderes talibanes, pero el periódico Bild se atrevió este martes a revelar algunos detalles de la participación del ejército alemán en la eliminación de los líderes talibanes. El rotativo, que tiene en su poder documentos clasificados como secretos, señala que el ejército alemán y los servicios secretos colaboraron en los asesinatos selectivos.
"El general Marcus Kneip, en 2011 comandante en Afganistán y ahora un estrecho colaborador de la ministra de Defensa, Ursula von der Layen, seleccionó personalmente a las personas que debían ser eliminadas", señala el periódico en una información que involucra al ejército alemán y al servicio secreto BND en la turbia acción que llevo a cabo la ISAF en Afganistán.
El periódico, que es leído por unos 12 millones de alemanes todos los días, y que es lectura obligada de los políticos germanos, señala que decidió revelar el involucramiento del ejército alemán en la guerra sucia un dia después del anuncio del fin de la presencia de la ISAF en Afganistán, de manera que la revelación no pusiera en peligro a los soldados alemanes que aún permanecen en el país.
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