Obama intenta redimirse ante la comunidad latina en EE UU
El presidente promete que actuará por decreto para paliar las deportaciones después de las elecciones y que convertirá la necesidad de una reforma migratoria en tema de campaña
Gelin Alfaro tiene 15 años y doce los ha pasado en Estados Unidos. Su español, más que el acento mexicano de su país de origen, denota que se siente más cómoda hablando inglés que el idioma de sus padres. Ella espera beneficiarse del programa de acción diferida (Daca) para jóvenes que aprobó el presidente Barack Obama poco antes de las elecciones de 2012 en las que buscaba la reelección. Pero su padre está en proceso de deportación, mientras su madre aguarda "en la sombra", como se dice de los indocumentados en Estados Unidos, a la espera del prometido decreto presidencial que alivie su situación, que no llega.
Por ello, Gelin protestaba la noche del jueves junto con varias decenas de activistas ante el centro de convenciones de Washington, donde aguardaban la llegada del presidente a la gala del Instituto del Caucus Hispano en el Congreso (CHCI), en la que era el invitado de honor.
La adolescente portaba una pancarta con una demanda clara: "Obama, sé hombre, cumple tu promesa", en referencia a la que hiciera en junio, cuando dijo que ante la falta de acción en el Congreso él haría uso de su poder ejecutivo para aliviar por decreto la situación de los indocumentados "antes del fin del verano". Pero llegó septiembre y un Obama presionado por varios senadores demócratas que temen perder su escaño en las elecciones parlamentarias de noviembre —lo que haría que el partido del presidente se quedara sin la mayoría en el Senado— anunció que no tomará ninguna medida hasta que pasen los comicios. Ello llevó a que activistas proinmigración y las comunidades latinas a calificar como "traición" su decisión.
La gala hispana del jueves fue la primera ocasión en que el presidente se dirigía directamente a la comunidad latina desde que retrasara cualquier acción ejecutiva paliativa de las deportaciones récord de su mandato —438.421 en 2013, casi 20.000 más que un año antes—, y los ánimos estaban entre expectantes y caldeados a la espera de lo que pudiera decir, o hasta prometer, el mandatario.
El propio senador demócrata y aliado de la Casa Blanca en materia de inmigración, Bob Menéndez, dejó claro al presentar a Obama que la comunidad latina “necesita su ayuda, señor presidente” y que espera de él una acción ejecutiva “grande, valiente y sin remordimientos”. Y, sobre todo, “lo antes posible”.
En alocuciones previas ante el mismo foro que visitó por primera vez en 2008, cuando todavía era candidato y una reforma migratoria en su primer año de mandato era una promesa de campaña, Obama siempre logró arrancar acalorados aplausos.
No así esta vez. Aplausos hubo, sí. Y tras sus escasos 15 minutos de discurso no faltaron los que trataron de acercarse a saludarlo efusivamente y a hacerse una foto con él. Pero el ambiente fue sensiblemente más frío que en ocasiones anteriores, los aplausos más fugaces y menos entusiastas.
La reforma migratoria no es cuestión de si sucederá, sino de cuándo sucederá” Barack Obama
El mandatario era consciente del desafío de enfrentarse a una comunidad muy desalentada por la falta de acción migratoria y dedicó buena parte de su discurso a resaltar logros de su gobierno en materia de recuperación económica, educación y salud que, recordó, también han beneficiado a “millones” de latinos.
Pero era imposible eludir el tema presente en la mente de tantos y no tardó en reconocer la “profunda frustración” que dijo “compartir” por la falta de legislación migratoria que ofrezca una solución legal a los más de 11 millones de indocumentados que hay en el país. “No voy a cejar en esta lucha hasta que lo logremos”, volvió a prometer ante el auditorio.
Apenas había comenzado a hablar del espinoso tema cuando una joven activista, Blanca Hernández, que trabaja en un bufete de abogados ayudando a familias amenazadas de deportación, le interrumpió desde las primeras filas de la sala para reclamarle por el incumplimiento de su promesa de acción ejecutiva. Un Obama visiblemente molesto interrumpió su discurso para responderle —“estoy a punto de hablar de ello”— antes de que la joven fuera sacada de la sala.
Si de veras quiere demostrar que le importa la comunidad, entonces que nos lo demuestre con acciones" Blanca Hernández, activista
“Lo decía en serio”, continuó Obama. Una acción ejecutiva -cuyo alcance no reveló- “no es una cuestión de si sucederá, sino de cuándo sucederá”, agregó y prometió que tendrá lugar antes de que acabe el año.
Además, aseguró que dedicará buena parte del mes y medio que resta hasta las elecciones a “explicar por qué la reforma migratoria es buena para la economía y es buena para todos”, a la par que pidió a la comunidad latina que no se quede en casa el 4 de noviembre sino que vayan a las urnas porque “sí se puede, si votamos”, según dijo en un precario español.
Sus palabras no se escucharon en las afueras del centro de convenciones donde Gelin Alfaro y los demás manifestantes seguían exigiendo el fin de las deportaciones. La joven dijo sentirse “usada” por el presidente. “Sólo nos usa cuando nos necesita, pero al final nos echa, nos ignora y no nos quiere ayudar”, lamentó. A su lado, Lindolfo Carballo, coordinador de la organización hispana Casa en Virginia, también sacudía la cabeza. “Cuando vos mentís la primera y la segunda vez, ya cuesta creerte la tercera vez. Eso es lo que está pasando con nuestra comunidad aquí en EE UU con la promesa que hizo Obama”.
EE UU deportó a más de 430.000 indocumentados en 2013
“Si de veras quiere demostrar que le importa la comunidad, entonces que nos lo demuestre con acciones”, coincidió, ya desde la calle también, Hernández, la activista que había interrumpido al mandatario.
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