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Un sindicato policial se opone a la convención demócrata en Brooklyn

La Sergeants Benevolent Association ataca a De Blasio con una carta en la que describe una Nueva York peligrosa e inundada de vagabundos

El alcalde de Nueva York interviene durante un acto religioso tras la muerte de Eric Garner.
El alcalde de Nueva York interviene durante un acto religioso tras la muerte de Eric Garner. EDUARDO MUNOZ (REUTERS)

El caso Garner, la muerte de un afroamericano en Nueva York cuando era detenido por la policía, ha abandonado la calle para introducirse en los despachos y la política. El segundo sindicato policial de la ciudad, la Sergeants Benevolent Association, ha publicado en los periódicos una carta dirigida al Comité Nacional del Partido Demócrata en la que se opone a la celebración en Brooklyn de la convención que, con toda probabilidad, elegirá a Hillary Clinton en 2016 como candidata presidencial. El motivo utilizado por el presidente del sindicato, Edward D. Mullins, es que la ciudad “ha vuelto a los tiempos de elevada delincuencia, espacios públicos peligrosos y familias que caminan por nuestras calles preocupadas por su seguridad”.

La maniobra es un torpedo en la línea de flotación de uno de los proyectos personales de De Blasio, en el que ha depositado buena parte de su capital político y para el que había recibido el apoyo de la propia Clinton. La celebración de la convención demócrata en Nueva York y en un barrio como Brooklyn, con una gran presencia hispana, no sólo colocaría al alcalde en una envidiable posición dentro de su partido, sino que reforzaría la imagen de este ante posibles nuevos votantes. Sin embargo, los sindicatos policiales no perdonan a De Blasio su actitud en el caso Garner. No solo porque consideran que no defendió como debía al cuerpo, y en particular al agente que aplicó al detenido la llave de estrangulamiento que causó su muerte, sino, sobre todo, por el protagonismo otorgado al reverendo de Harlem Al Sharpton.

El alcalde De Blasio no se ha ganado el derecho a ser el anfitrión de un evento tan importante”

El conocido agitador y activista se convirtió en interlocutor privilegiado del caso cuando el alcalde lo colocó a su izquierda en una comparecencia en el Ayuntamiento. A su derecha, al mismo nivel, situó al jefe de policía, Williams J. Bratton. La escena indignó a buena parte de los 35.000 policías de Nueva York. Aunque la carta no cita al reverendo por su nombre, sí critica a De Blasio por ofrecer “una plataforma pública a los más ruidosos agitadores contra la policía”.

En el documento, dirigido a un comité organizador demócrata al que De Blasio lleva tiempo cortejando, la Sergeants Benevolent Association describe Nueva York como una ciudad invadida por pordioseros, en la que los tiroteos en las calles aumentan mientras disminuye la moral de los agentes encargados de evitarlos. “Mendigos agresivos y estafadores pueblan el metro y Times Square”, añade Mullins. “La convención demócrata debe buscar otro sito donde celebrarse”, afirma el escrito. “El alcalde De Blasio no se ha ganado el derecho a ser el anfitrión de un evento tan importante”, sentencia.

La respuesta del alcalde no ha hecho esperar. En una comparecencia el martes en Brooklyn, calificó de “oportunista e irresponsable” el escrito del sindicato, que considera una maniobra de presión en la actual negociación de las condiciones laborales y salariales de los agentes. “Es puro alarmismo para intentar tener una posición de fuerza en las negociaciones. No avivemos el miedo en la ciudad que todos amamos”, pidió el político demócrata.

No es la primera vez que la asociación, que agrupa a unos 5.000 sargentos en activo de la policía, intenta llamar la atención en plena negociación laboral. Lo hizo con el anterior alcalde, Michael Bloomberg, en 2005, en pleno año electoral. Sin embargo, en aquella ocasión, los motivos eran puramente contractuales. En este caso sobrevuela el enfrentamiento por la muerte de Garner y la actitud contraria de De Blasio a determinadas políticas de seguridad aplicadas durante dos décadas de Administraciones republicanas.

No avivemos el miedo en la ciudad que todos amamos”, pidió el político demócrata.

El nuevo regidor no es partidario de los stop-and-frisk (detener y registrar) aleatorios, que castigan sobre todo a las minorías hispana y afroamericana, y defiende una actitud intolerante hacia los pequeños delitos en la calle, otra de las prácticas defendidas por Bloomberg, siempre y cuando nos castiguen en exceso a determinados segmentos de la población y no supongan una violación de derechos civiles. Esta, fue, además, una de sus promesas electorales. Garner murió cuando iba ser detenido por vender cigarrillos sueltos en la calle.

Pese a todo, De Blasio maneja algunos datos para contrarrestar las duras denuncias del sindicato. Si bien es cierto que los tiroteos han aumentado en la ciudad ligeramente, los homicidios han descendido un 12,3% después caer el 20% el pasado año, cuando hubo 335 muertos. Según los datos municipales, la criminalidad en general ha bajado un 3,6% en 2014. Otro detalle a favor del alcalde es que el sindicato mayoritario del cuerpo, la Patrolmen’s Benevolent Association, no aparece como firmante del escrito.

El jefe de la policía también consideró la carta “desafortunada” y señaló que los agentes deben valorar “lo mucho que se hace por ellos”, en respuesta a la denuncia del sindicato de que el departamento sufre “exceso de trabajo” y está “mal pagado”. Sin llegar a dar la razón al sindicato, el jefe Bratton sí admitió que la moral de la policía ha bajado tras los últimos acontecimientos y las “historias negativas en los medios de comunicación”.

Los ciudadanos están divididos sobre la gestión que De Blasio hace de las cuestiones policiales. Según una encuesta de la Universidad Quinnipiac de Connecticut divulgada por The New York Times, el 46% por ciento de los votantes aprueba su gestión y el 44% la desaprueba en el capítulo de las relaciones entre la policía y la ciudadanía. Una mayoría del 55% valora bien la forma en que De Blasio maneja las relaciones entre blancos y negros. Los matices llegan cuando se analiza la raza de los sondeados. Hispanos y afroamericamos son, con mucha distancia, quienes mejor valoran el trabajo de su alcalde.

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