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La familia de James Foley revela el último mensaje personal del periodista

La última carta del estadounidense estaba llena de recuerdos de sus padres y hermanos

Silvia Ayuso
La familia de Foley celebró un funeral en Rochester, New Hampshire.
La familia de Foley celebró un funeral en Rochester, New Hampshire. EFE

Las últimas palabras que James Foley tuvo para su familia no fueron las que los extremistas del Estado Islámico (EI) le obligaron a decir en el vídeo justo antes de su brutal ejecución. El verdadero mensaje, el personal, es el que el periodista estadounidense, consciente de que el EI confiscaba sus cartas, le pidió memorizar a un compañero de cautividad a punto de ser liberado y que este dictó a la madre del reportero, Diane Foley, el pasado junio.

Dirigida a su “querida familia y amigos” y firmada con un sencillo “Jim”, la carta está llena de remembranzas con sus padres y hermanos. “Recuerdo tantos momentos maravillosos en familia que me ayudan a salir de esta prisión. Sueños sobre la familia y amigos me llevan lejos y la felicidad llena mi corazón”, asegura la misiva que se publicó íntegra en la página de Facebook Free James Foley (Libertad para James Foley) la noche del domingo. 

El mensaje también da detalles del largo cautiverio de Foley —casi dos años desde que desapareció en Siria— y de las penalidades que ahí sufrió. Esa etapa es descrita por el periodista como un periodo de “oscuridad”. Hasta 18 rehenes son mantenidos en la misma celda, cuenta Foley. “Eso me ha ayudado”, asegura la carta, al explicar que así han podido mantener “interminables conversaciones sobre películas, trivialidades, deportes”.

Hemos jugado a juegos inventados a partir de restos encontrados en nuestra celda, hemos hallado la manera de jugar a las damas, al ajedrez o a Risk...
James Foley, en un mensaje a su familia

“Hemos jugado a juegos inventados a partir de restos encontrados en nuestra celda, hemos hallado la manera de jugar a las damas, al ajedrez o a Risk… y hemos celebrado torneos, pasando días enteros preparando estrategias para la próxima competición o conferencia”, explica. Y es que, señala, “esos juegos y el enseñarnos cosas unos a otros han ayudado a hacer que pasara el tiempo. Han sido una gran ayuda”, asegura. “Repetimos las historias y nos reímos para romper la tensión”.

Aunque Foley trate en la carta a sus padres y hermanos de no demostrar demasiado esa “oscuridad” a la que alude, esta se cuela entre sus palabras, dejando una imagen de angustia y desesperación que debieron acompañarlo hasta el final.

“Tengo días buenos y días malos”, reconoce. Cada vez que uno de los rehenes es liberado, “nos sentimos agradecidos”, asegura. Aunque admite que “por supuesto, todos ansiamos nuestra propia libertad”.

“Tratamos de animarnos los unos a los otros y transmitirnos fuerza”, continúa Foley. Durante las últimas semanas de cautiverio, describe en la carta, las condiciones en que lo mantuvieron mejoraron algo. “Nos alimentan mejor ahora, y a diario. Tenemos té, un café de vez en cuando. He recuperado casi todo el peso que perdí el año pasado”.

Foley no deja entrever si sabía que su caso no acabaría en una liberación como algunos de sus compañeros. Entre los mensajes a sus hermanos, le dice a la única chica de la familia, Katie, que “reza” por poder ir a su boda. Y también le pide a “Grammy”, la “abuelita”, que siga tomando sus “medicinas, camine y siga bailando”.

“Pienso llevarte a Margarita’s cuando regrese a casa. Mantente fuerte porque voy a necesitar tu ayuda para recuperar mi vida”, le dice a su abuela.

La familia reveló el contenido del último mensaje de Foley pocas horas después de celebrarse un funeral en la ciudad natal del periodista, Rochester, en Nuevo Hampshire. Según la prensa, la iglesia católica estuvo atestada de personas que quisieron dar un último adiós a la víctima de un brutal asesinato que, como dijo el presidente Barack Obama, ha “horrorizado a todo el mundo”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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