Un líder rebelde dice que hay 5.000 ucranios cercados donde cayó el avión
"Han dejado de recibir comida y equipo de combate”, asegura un líder separatista
Cerca de 5.000 militares ucranios leales a Kiev se encuentran sitiados desde “hace casi dos semanas” en una bolsa en la frontera con Rusia a poca distancia del lugar donde el 17 de julio fue derribado probablemente por un potente misil el Boeing 777 de Malaysia Airlines, según afirma el viceprimer ministro de la autodenominada República Popular de Donetsk (RPD), Andréi Purguin. El siniestro, que se saldó con 298 víctimas, se produjo cuando las partes en conflicto, sitiadores y sitiados, estaban en plena refriega, afirma el líder secesionista.
“El aparato cayó al norte de Snezhnoe, que es la zona donde los combates son más intensos y donde tenemos una bolsa de 5.000 personas cercadas”, afirma Purguin. Y añade que los insurgentes de la RPD rodean otra bolsa semejante, “con 2000 personas sitiadas”, en la provincia de Lugansk.
“En Ucrania nadie sabe que 5.000 personas están rodeadas. Eso no lo cuentan los canales de televisión, porque es un escándalo nacional. Ellos nos echaron de la zona de la frontera, pero en algún momento nosotros les encerramos en una bolsa”, afirma Purguin, quien dibuja una zona alargada, de norte a sur con una ligera curva hacia el este. Se trata, dice, de una zona parecida a un “intestino”, situada entre el territorio controlado por los secesionistas, en el oeste, y la frontera rusa, en el este.
Por el sur Purguin dibuja la salida de la “bolsa”, una estrecha franja dividida en dos partes, una zona de combates a la izquierda y a continuación, un kilómetro de tierra de nadie “minada y tiroteada” entre la zona de combates y la frontera.
Los esfuerzos por romper el cerco se concentran precisamente en ese kilómetro, porque ese territorio más meridional está a pocos kilómetros de la zona controlada por Ucrania, mientras que en la parte norte, donde cayó el avión, predominan los independentistas, explica. “A nosotros nos han cortado el acceso a la frontera, pero ellos están cercados y no reciben provisiones. Y son casi cinco mil”, dice. “Ya llevan casi dos semanas en esa situación. Cuando cayó el avión ya estaban allí, pero ahora se les están acabando las municiones y la comida y no quieren declarar el alto el fuego ni reconocer que hay 5.000 personas cercadas”. “Es una situación muy seria que estremecería a la opinión pública de Ucrania, que piensa que ha vencido y no sabe que cada día mueren casi cien personas”, afirma. “En los canales de televisión [ucranios] se dice que mueren dos personas al día, a lo sumo cinco, pero aquí [en el territorio cercado de Donetsk] se cuentan por decenas”. Respecto a los ucranios cercados señala que “se trata de unidades regulares y el problema es que están en esa bolsa y que han dejado de recibir comida y equipo de combate”. “Al este no hay un abismo. Basta con dar un paso y se encontrarán con la Federación Rusa y, si quieren, pueden pasar la frontera y entregarse, pero no quieren”, añade Purguin, sugiriendo que, de entregarse, los soldados, que pertenecen a unidades regulares ucranias, tendrán que afrontar responsabilidades en su propio país. “Es el mayor secreto de Ucrania, cuyos dirigentes piensan que mañana o pasado mañana nos pueden destruir y por eso no quieren un alto el fuego”, afirma. “En teoría les pueden llevar provisiones por vía aérea, pero no lo hacen. Sobre la zona solo vuelan cazas”, asegura. La zona donde cayó el avión malasio se encuentra de lleno en el radio de alcance de las cargas explosivas que se lanzan en los combates entre los sitiados y los sitiadores, admite.
Según el dirigente secesionista, a la zona del siniestro aéreo trabajan “seis australianos”, pero no ha acudido todavía “ni un solo experto del Comité Internacional de Aviación Civil (ICAO en sus siglas en inglés)”. Tanto al ICAO como a los inspectores de la OSCE “se les ha facilitado el pleno acceso a la zona”, dice Purguin, que acusa a estos últimos de “no exigir el alto el fuego a los ucranios”, lo que es una “condición necesaria para cualquier investigación”. “Sus exigencias de seguridad van dirigidas solo a nosotros. A los ucranios no les piden que declaren una tregua”, dice. “¿Acaso no quieren saber la verdad?”, pregunta. “Para hacer un trabajo serio hay que garantizar el alto el fuego de ambas partes. Pero [los expertos de la OSCE] prefieren decir que no tienen acceso, cuando lo lógico sería que dijeran que no hay condiciones de seguridad, pero entonces deberían reconocer que los ucranios no garantizan esa seguridad”. “El que no vino es porque no quiso venir. Tanto a la OSCE como a la ICAO les permitimos un total acceso. ¿A qué esperan?”. “Los restos del avión están en una zona de 30 kilómetros en la que hay tres pueblos. Vive gente a la que no podemos desalojar”, explica.
Purguin, que participa en las conversaciones trilaterales (Ucrania, Rusia e independentistas) bajo la égida de la OSCE, cree que éstas no han dado mucho de sí y explica que desde el 17 de julio se han centrado en temas relacionados con el derribo del avión malasio.
"Estamos en una especie de dualismo. No podemos rechazar las conversaciones, porque si lo hiciéramos nos tratarían de terroristas y necesitamos mantener conversaciones porque queremos ayuda humanitaria y el intercambio de los rehenes", afirma. Los ucranianos "tienen oficialmente trescientos rehenes" y nosotros "diez veces menos", afirma. "Es posible que las semana próxima haya consultas sobre el alto el fuego y los presos de guerra", explica. "Si queremos verdaderamente un alto el fuego hay que parar este proceso interminable de detenciones", afirma
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