Al Sisi estrena su mandato en Egipto con una subida de la gasolina del 80%
El Gobierno justifica el impopular recorte por la “economía de guerra”
El nuevo presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi, no ha dejado pasar ni un mes antes de invertir su capital político. En una decisión arriesgada que ha suscitado un amplio malestar entre la ciudadanía, el Gobierno subió el precio de los diversos tipos de gasolina entre un 40% y un 78% con el fin de ahorrar al erario público miles de millones de libras en subsidios. El mariscal Al Sisi asumió la presidencia a principios de junio, casi un año después de ejecutar un golpe de Estado contra el presidente islamista Mohamed Morsi, el primero elegido democráticamente en Egipto, en un contexto de grave crisis política, económica y fiscal.
El incremento de los precios se aplicó a partir de la medianoche del viernes, y con un aviso previo de apenas unas horas. Con esta decisión, el Gobierno egipcio pretende reducir la elevada factura de los subsidios estatales a los combustibles, que consumen hasta un 20% del presupuesto público, de unos 15.000 millones de euros anuales a poco más de 10.000. Desde hace décadas, el Estado ha ofrecido unos generosos subsidios a la gasolina, manteniendo su precio muy por debajo de los del mercado mundial. Por ejemplo, el litro de la gasolina más consumida costaba menos de 20 céntimos de euro, y ahora pasará a casi 28 céntimos. La medida se enmarca en un plan de recortes para reducir el déficit público del 13% al 10% del PIB.
“Desde hace muchos años existe un consenso entre los expertos sobre la necesidad de recortar los costosos subsidios a la energía, que son claramente regresivos. Sin embargo, hasta ahora, ningún presidente se había atrevido por su impopularidad”, explica Mohamed Fahmy Mensa, catedrático de la Universidad Americana de El Cairo. En una rueda de prensa, el primer ministro, Ibrahim Mahlab, justificó la medida asegurando que el país se encuentra en “una economía de guerra”, y aseguró que una parte de los fondos ahorrados se destinarán a gasto social.
En los más de tres convulsos años que han seguido a la revolución egipcia, ninguno de los sucesivos Gobiernos del país ha modificado los pilares de la estructura económica heredada del régimen de Hosni Mubarak. La corrupción y la desigualdad en un país en el que un 40% de la población vive con menos de 1,5 euros al día fueron la chispa que prendió la revolución en 2011.
La precaria situación de la economía, golpeada por la inestabilidad y la consiguiente caída del turismo, fue también una de las razones que propiciaron la caída de Morsi. De momento, el nuevo régimen ha sido capaz de capear el temporal gracias a los más de 14.000 millones de euros en ayuda financiera proporcionada por sus aliados del golfo Pérsico. No obstante, el mariscal es consciente de que la ayuda de las petromonarquías no es infinita, y que debe realizar una reforma profunda de las cuentas públicas. De ahí que ya incluso durante la campaña electoral anunciara la necesidad de asumir “sacrificios”.
La súbita decisión ha sido acogida por los egipcios con una mezcla de irritación y de resignación. “Los subsidios estatales deben ir dirigidos a los pobres, pero, hasta ahora, los que más se han beneficiado son estos, los que más consumen”, opina Hussein, un veterano taxista, mientras señala un lujoso todoterreno aparcado en doble fila. Para mitigar el efecto de las subidas en el colectivo de taxistas, el gobernador de El Cairo decretó un aumento de las tarifas oficiales por sus servicios.
Si bien las capas más humildes de la población no poseen vehículos propios, la medida sí les afectará directamente, ya que repercutirá en los precios de los services, los microbuses de una decena de plazas que utilizan para desplazarse. De hecho, ayer ya se registraron tensiones y peleas entre usuarios y propietarios de microbuses en diversas provincias, lo que llevó a parte de este colectivo a declararse en huelga.
Además, los expertos temen que la medida provoque una espiral inflacionaria, al aumentar los costes de producción de empresas y campesinos. El aumento de los precios fue del 12,4% en 2012, el último dato disponible del Banco Mundial. De ser así, el malestar podría traducirse en protestas callejeras y disturbios, un escenario quizás aplazado por el sopor propio del Ramadán, el mes de ayuno obligatorio para los musulmanes durante el día.
“La actual ecuación energética de Egipto es insostenible”, sostiene Ahmed Qandil, experto en energía del think tank Al Ahram en referencia a los constantes cortes de electricidad y la escasez de combustible en las gasolineras que padece el país. “Es necesario un cambio de los hábitos de consumo y buscar nuevas fuentes energéticas”, añade. El presupuesto del año próximo recoge también un incremento de la tarifa de la electricidad, si bien en este caso el porcentaje de la subida varía en función del consumo.
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