EE UU anuncia que dejará de comprar minas antipersona
El compromiso no implica sumarse al tratado que prohíbe estas armas, suscrito por 161 países
En un viraje significativo, Estados Unidos anunció este viernes que dejará de producir y adquirir minas antipersona, y que no repondrá sus reservas de artefactos que expiren. La decisión supone un punto de inflexión en la política de Washington en este campo, aunque la Administración de Barack Obama evitó hacer un compromiso concreto de suscribir la Convención de Ottawa que prohíbe la fabricación y el uso de estas armas, y promueve su desmantelamiento.
La decisión se adoptó en el marco de la Convención de Minas Antipersona celebrada en Maputo (Mozambique). "Nuestra delegación dejó claro que estamos trabajando con diligencia a la hora de buscar soluciones que estén en concordancia con la Convención de Ottawa, y finalmente permitan la incorporación de Estados Unidos", señaló en un comunicado la portavoz del Consejo Nacional de Seguridad de la Administración, Caitlin Hayden. “Estados Unidos comparte los objetivos humanitarios de la Convención de Ottawa”.
Estados Unidos no ha usado minas antipersonas desde 1991 y se estima que mantiene almacenadas más de 9 millones, según The Washington Post. Desde 1997 no produce minas terrestres pero hasta el anuncio de este viernes se había reservado el derecho de reanudar su fabricación. “Estamos llevando a cabo un esfuerzo de simulación de alta fidelidad para determinar cómo mitigar los riesgos asociados con la pérdida de las minas antipersonas”, añadió la nota de la Casa Blanca, que no especificó el alcance de las reservas actuales.
En 2012 el número de personas fallecidas o mutiladas por el estallido de estos artefactos colocados en el suelo descendió, pero aún se mantuvo en una cifra significativa, alrededor de 4.000 personas, según datos de la organización Landmine and Cluster Munition Monitor. En 2008, según un informe de la ONU, las minas mataban cada año a entre 15.000 y 20.000 personas, la mayoría niños, mujeres y ancianos en países que habían sufrido un conflicto bélico en el pasado. Se estima que más de 100 millones de estos artefactos están almacenados en los arsenales de todo el mundo. También se cuentan por millones las minas que ya están colocadas, y con el riesgo de estallar, en 59 países.
El tratado para la erradicación de las minas antipersona se convirtió en ley internacional en 1999. Desde entonces el número de países que se han sumado al acuerdo se ha triplicado, de 45 a 161 -entre ellos todos los europeos y casi la totalidad de latinoamericanos-, pero siguen sin suscribirlo otros grandes actores internacionales, como Rusia, China, India o Pakistán. Los analistas consideran que la incorporación de EE UU a la Convención de Ottawa puede suponer un detonante que lleve a otros grandes países a seguir sus pasos.
En 1997, el entonces presidente estadounidense, el demócrata Bill Clinton, manifestó una primera voluntad de adscribirse al tratado. Pero su sucesor, el republicano George W. Bush, dio marcha atrás en 2004 a esa iniciativa. No fue hasta 2009, con la llegada del demócrata Barack Obama a la Casa Blanca, que se produjo una nueva promesa, que finalmente se ha materializado cinco años después. En el pasado, Washington había justificado su oposición a suscribir el tratado al distinguir entre las minas "inteligentes", que pueden desactivarse automáticamente y que pueden servir para proteger a tropas estadounidenses, y las minas "tontas", que pueden detonar muchos años después de ser instaladas.
Paradójicamente EE UU no es parte oficial del tratado, pero es el mayor donante mundial en proyectos de desminado y tratamiento de víctimas. Desde 1993 Washington ha destinado en conjunto alrededor de 2.300 millones de dólares (unos 1.700 millones de euros) a iniciativas de desmantelamiento y rehabilitación de heridos en más de 90 países, 15 de los cuales han logrado eliminar por completo las minas escondidas en su territorio.
Desde Arms Control Now, una organización contraria a las minas antipersona, aplaudieron el anuncio de la Casa Blanca pero lo consideraron insuficiente. “Es útil porque subraya que las minas no son esenciales para la seguridad de EE UU y están de salida, pero se queda corto en lo que debería hacerse”, manifestó su director ejecutivo, Daryl G. Kimball, en un comunicado. La organización recuerda que EE UU ya carece actualmente de planes de producción de estos artefactos y lamenta que no anunció un calendario temporal de destrucción de las reservas actuales.
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