Los yihadistas conquistan la principal ciudad del norte de Irak
El Gobierno de Al Maliki pide al Parlamento que decrete el estado de excepción
Extremistas suníes próximos a Al Qaeda se han hecho hoy martes con el control de Mosul, la segunda ciudad de Irak, y de seis comarcas en la provincia de Kirkuk. Se trata de un golpe sin precedentes contra el Gobierno de Nuri al Maliki. El primer ministro, que tras ganar las legislativas del pasado abril busca apoyos para iniciar su tercer mandato, ha reconocido la pérdida de “zonas vitales” de la capital de Nínive y pedido al Parlamento que declare estado de emergencia. Está por ver si los diputados, que se reunirán el jueves, aprobarán una ley que ampliaría aún más los poderes de Al Maliki, cuya gestión se ha probado muy controvertida.
Durante la noche, centenares de milicianos del Estado Islámico en Irak y el Levante (EIIL) y otros grupos asociados han tomado la principal base militar de Mosul y liberado a los presos de tres cárceles, sin que al parecer los soldados opusieran resistencia. A continuación, se han hecho con el control de la oficina del gobernador, las comisarías de policía, las cadenas de televisión, el aeropuerto y otros edificios oficiales. Unos 150.000 de sus cerca de dos millones de habitantes han huido de la ciudad, según estimaciones de los medios locales.
“No vamos a permitir que Mosul esté bajo bandera terrorista. Apelamos a todas las organizaciones internacionales a que apoyen a Irak y su lucha contra el terrorismo. Todo el mundo sufrirá si el terrorismo se extiende”, ha declarado el primer ministro durante un emotivo mensaje televisado al país. Además de pedir el estado de emergencia, Al Maliki también ha apelado a la ayuda de la población civil, y ofrecido armar a quienes se presenten voluntarios “para defender la patria”.
El presidente del Parlamento, Osama al Nujaifi, ha denunciado que los soldados han abandonado sus puestos nada más comenzar el ataque, lo que ha tachado de “negligencia en el cumplimiento del deber”. Al Nujaifi, que es natural de Mosul y hermano del gobernador, Atheel al Nujaifi, ha sido el primero en dar la alarma.
“Toda la provincia de Nínive ha caído en manos de los insurgentes”, ha declarado durante una conferencia de prensa, según la agencia France Presse.
De hecho, los milicianos del EIIL ya controlaban desde hace meses gran parte de la provincia, en cuyas carreteras cobraban portazgos para permitir el paso de mercancías. El asalto a Mosul tampoco se ha producido de repente. Un primer intento el pasado viernes fue repelido por las fuerzas de seguridad y ayer lunes el propio gobernador hizo un llamamiento televisado a los habitantes de la ciudad para que “se mantuvieran firmes en sus barrios y los defendieran frente a los extranjeros”. Según la BBC, Atheel al Nujaifi, huyó anoche antes de que cayera la sede del Gobierno provincial.
Mosul, a unos 350 kilómetros al norte de Bagdad, es la segunda ciudad importante que los yihadistas capturan este año, después de que en enero se hicieran con Faluya y amplias zonas del resto de la provincia de Al Anbar. Desde entonces, Al Maliki intenta sin éxito recuperar el control, pero su militarización del problema sólo ha conseguido alienar más a la población suní (mayoritaria esa provincia) que se siente marginada del poder por los chiíes que controlan el Gobierno, dando combustible a los extremistas.
Pero el primer ministro no sólo tiene problemas con la comunidad árabe suní, sino que también se ha terminado enemistando con sus socios de coalición kurdos e incluso con algunos de sus aliados chiíes debido a sus tendencias autoritarias. De ahí que su petición al Parlamento despierte recelos. La declaración del estado de emergencia le daría poderes extraordinarios para efectuar detenciones y declarar el toque de queda, algo que sus rivales políticos no ven claro.
“Su enfoque no ha funcionado. Nunca va a lograr controlar la sublevación suní con fuerzas chiíes. Necesita implicar a los suníes moderados de los que se ha distanciado”, declaraba a la cadena Al Jazeera el analista iraquí Ghassan al Attiyah.
Horas después, y todavía bajo el impacto de la toma de Mosul, llegaban noticias de que los insurgentes suníes se habían hecho con el control de seis distritos de la provincia de Kirkuk, una zona petrolífera que la región autónoma kurda disputa al Gobierno central. La información daba un nuevo contenido a la advertencia lanzada por Al Nujaifi sobre la intención de los rebeldes de avanzar desde Nínive hacia la provincia vecina de Saladino, donde el pasado jueves ya ocuparon varios barrios durante algunas horas. Al día siguiente, en una acción que resultó más publicitaria que otra cosa, se apoderaron del campus de la Universidad de Al Anbar en Ramadi, con centenares de estudiantes dentro.
El Departamento de Estado norteamericano ha calificado la situación de “extremadamente grave” y ofrecido su asistencia al Gobierno iraquí, con el que firmó un acuerdo marco de cooperación tras la salida de sus tropas a finales de 2011. También el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se ha declarado “muy inquieto” por los avances yihadistas.
El EIIL es heredero del Estado Islámico de Irak, la franquicia de Al Qaeda que a mediados de la década pasada combatió contra la ocupación estadounidense. Ante la guerra civil en Siria, el grupo anunció el año pasado que empezaba a operar también en ese país (de ahí la ampliación de su nombre en una referencia al término histórico para la región), lo que le ha valido la reprobación de la cúpula de la organización madre.
Irak ha registrado en mayo uno de los peores balances de víctimas mortales por la violencia, con casi 800 muertos, lo que lo convierte en el peor mes desde el periodo de violencia sectario registrado entre 2006 y 2007. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), los combates entre el Ejército y los rebeldes han dejado en lo que va de año casi medio millón de civiles desplazados.
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