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“Las nuevas limitaciones de EE UU a la NSA son simbólicas”

Greenwald trabaja ahora en las filtraciones más importantes de la agencia estadounidense

Patricia R. Blanco
Glenn Greenwald, en un hotel en Madrid este jueves.
Glenn Greenwald, en un hotel en Madrid este jueves.SAMUEL SÁNCHEZ

Glenn Greenwald (Nueva York, 1967), el periodista que divulgó el espionaje masivo de Estados Unidos a ciudadanos, gobiernos y empresas acaba de publicar Snowden, sin un lugar donde esconderse (Ediciones B). Un año después de una de las mayores filtraciones de la historia, sigue hablando “casi cada día” con Edward Snowden, el exanalista de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), ahora refugiado en Rusia, que le filtró los documentos.

Pregunta. Snowden aseguró que no se arrepentía de haber revelado documentos clasificados de la NSA si servían para evitar el espionaje indiscriminado. ¿Cree que algo ha cambiado?

Respuesta. Si comparamos lo que esperábamos conseguir con lo que realmente ha ocurrido, el resultado real es muchísimo mejor de lo que hubiéramos podido prever, incluso en las mejores circunstancias. Por primera vez, hay un debate público mundial sobre el valor de la privacidad y la intimidad en Internet. Además, algunos países están poniendo en marcha reformas para limitar la vigilancia de los ciudadanos y para evitar que EE UU domine la Red. Hay empresas de telecomunicaciones norteamericanas que tienen mucho miedo de los efectos del espionaje en sus propias instalaciones, porque la gente no va a querer utilizar ni Facebook ni Google ni nada si piensa que los datos se pueden captar. El cambio más importante de todos es que la gente se ha dado cuenta hasta qué punto se ha puesto en peligro su intimidad y su privacidad y ahora muchas personas están empezando a usar sistemas de encriptación para proteger sus comunicaciones y evitar así que los vigilen.

Las nuevas filtraciones revelarán a quién espiaba la NSA, si a terroristas o a activistas

P. La Cámara de Representantes de EE UU acaba de aprobar un proyecto de ley para limitar la capacidad de vigilancia de la NSA. ¿Es una medida real o una cortina de humo?

R. Es más un símbolo. Cuando se puso en marcha el proyecto, era una reforma real. Y por eso el presidente Obama estaba en contra. No quiere realmente que haya una reforma real. El proyecto empezó a diluirse y a quedar en papel mojado. Ahora hay ciertas limitaciones a la NSA, pero muy pocas. Es muy simbólico, porque la estrategia es que Obama se presente al mundo y diga que ha escuchado el enfado mundial existente y que tomará medidas. En realidad, lo que van a hacer es limitar la rabia de la opinión pública para que el sistema continúe vigilando. Sin embargo, tengo que decir que es la primera medida que EE UU toma desde el 11-S para reducir su poder, lo que demuestra hasta qué punto los ciudadanos están preocupados de que les vigilen.

P. ¿Sigue la NSA escuchando conversaciones?

En los últimos cuatro meses, el Gobierno de EE UU ha aumentado las amenazas hacia mí

R. Evidentemente, sigue ocurriendo, el sistema no se ha hundido. El Gobierno estadounidense es el más poderoso del mundo y la NSA es la agencia más poderosa. Los cambios no se van a producir de repente, solo porque alguien ha publicado unos documentos y alguien se ha enfadado.

P. ¿Y qué se puede hacer entonces?

R. Hay que fomentar el debate entre la vigilancia dirigida a personas que, según las pruebas, han hecho algo o pueden ser peligrosas frente a la vigilancia indiscriminada a toda la población. Se necesita más confidencialidad en las comunicaciones. Por ejemplo, periodistas, abogados, médicos, psiquiatras, defensores de los derechos humanos… Tienen la responsabilidad de aprender a utilizar sistemas de encriptación de sus correos electrónicos, sus ordenadores y sus búsquedas en Internet para proteger a sus fuentes.

P. Snowden afirmó recientemente que las revelaciones más importantes estaban por llegar. ¿Es cierto?

R. Sí, sin duda. Precisamente yo estoy trabajando en ese tema ahora. Si no se trata de la revelación más importante, es una de las más importantes. Me está llevando tiempo porque desde un punto de vista ético, legal y periodístico es compleja. Esa historia va a desempeñar un papel muy importante a la hora de hacer comprender a la gente cuáles son los peligros de este sistema y sus amenazas.

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P. ¿Cuál es la historia?

R. Prefiero no hablar de cosas que no están preparadas todavía porque ya lo hice antes, y me di cuenta de que no debería haberlo hecho.

P. Pero, ¿sobre qué trata la historia?

R. Es una de las cuestiones que todavía no se han respondido, es decir, saber quiénes son exactamente las personas que la NSA tiene en su punto de mira. Mi historia aclarará qué conversaciones telefónicas se están escuchando, si las de personas que se consideran una amenaza terrorista o las de profesores, escritores y críticos con la política exterior de EE UU.

P. ¿Por trabajar en esta historia dejó The Guardian?

R. Lo dejé por la oportunidad que se me ofreció, no porque estuviera incómodo. Había artículos muy peligrosos, con los que el Gobierno estadounidense podría enfadarse mucho.

P. Esta misma semana Snowden aseguró en una entrevista que querría volver a EE UU. ¿Será algún día posible?

El Gobierno de Estados Unidos sigue escuchando las conversaciones de sus ciudadanos

R. No creo que sea posible que regrese porque es muy importante para el Gobierno estadounidense dejar muy claro que, si alguien vuelve a hacer algo parecido y filtra documentos, su vida quedará destruida. No puede dejar que Snowden vuelva a EE UU sin llevarle a prisión durante muchas décadas, no quieren que sea considerado una especie de héroe. Washington tiene miedo de que  inspire a otras personas.

P. Snowden aseguró que no regresaría porque no confiaba en la justicia de EE UU. ¿Usted qué cree?

R. Después del 11-S, el sistema de justicia se ha diseñado para que cualquier persona que sea acusada de dañar la seguridad nacional vaya a la cárcel. John Kerry [secretario de Estado] dijo ayer que Snowden debería actuar como un hombre y regresar a EE UU para defenderse. Aparte de ser un comentario muy sexista y desagradable, es muy engañoso. Snowden no puede tener un juicio justo porque incluso se le ha prohibido argumentar por qué reveló esos documentos y por qué consideraba que el público debía conocerlos.

P. ¿Qué cree la opinión pública sobre Snowden, que es un patriota o un traidor?

R. Las encuestas están divididas. Algunas muestran que hasta el 65% de los norteamericanos lo consideran más un informante que un traidor. Tiene mucho apoyo en EE UU y en el mundo entero. Lo interesante de la opinión pública en este caso es que no se ha dividido entre republicanos y demócratas, sino que la diferencia la establece la edad: la gente más joven le apoya de forma abrumadora porque comprenden la importancia de Internet y el peligro de que el Gobierno utilice estos datos, mientras que los mayores no le apoyan tanto.

P. ¿Ha sufrido algún tipo de persecución desde que publicó las filtraciones de la NSA?

Los periodistas tienen la responsabilidad de aprender a utilizar sistemas de encriptación

R. Nos amenazaron desde el principio. En los últimos cuatro meses, el Gobierno norteamericano ha aumentado esas amenazas, tanto de forma pública como privada. Consideran que mi periodismo es delictivo y me han dicho que si vuelvo a EE UU [ahora vive en Brasil] me arrestarán y me juzgarán. Mi pareja, David Miranda, fue retenido en un aeropuerto británico y todavía hay una investigación criminal sobre él.

P. Pero regresó a EE UU cuando The Guardian y The Washington Post ganaron el premio Pulitzer, precisamente por la publicación de los documentos que usted publicó sobre el espionaje de la NSA.

R. Sí, pero había una sala llena, con 400 periodistas esperando, y allí habría sido muy difícil que el Gobierno me hubiera arrestado. Washington no me garantiza que no me arreste si viajo a mi país. Pero me niego a que me aparten de él. Si quieren arrestarme, luchar y tener esa pelea, estoy dispuesto a lucharla.

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Sobre la firma

Patricia R. Blanco
Periodista de EL PAÍS desde 2007, trabaja en la sección de Internacional. Está especializada en desinformación y en mundo árabe y musulmán. Es licenciada en Periodismo con Premio Extraordinario de Licenciatura y máster en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid.

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