Las protestas alejan a las personalidades de las universidades estadounidenses
Lagarde es el último ejemplo de las crecientes cancelaciones de discursos de graduación
Algunos ya la han bautizado como la “temporada de las desinvitaciones”. La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, ha sido la última personalidad que ha optado por cancelar su discurso en la ceremonia de graduación de una universidad en Estados Unidos ante la intensa polémica que había suscitado su participación. En las semanas anteriores hicieron lo mismo Condoleezza Rice, secretaria de Estado en la presidencia de George W. Bush; y Ayaan Hirsi Ali, activista de derechos humanos, entre otros casos.
Se trata de una tendencia al alza. Según el registro de la Fundación por los Derechos Individuales en Educación (FIRE, por sus siglas en inglés), entre 1987 y 2008 hubo 48 protestas ante discursos previstos en el ámbito educativo -no solo en actos de graduación-, de las cuales 21 acabaron en la cancelación de la intervención de esa personalidad invitada. Pero desde 2009 las quejas se han casi duplicado -hasta un total de 95-, resultando en 39 suspensiones.
Un fenómeno que inquieta a los defensores de la libertad de expresión y que pone en entredicho la pluralidad de los campus universitarios en EE UU. “No hay manera que una persona tenga el nivel de ser solicitado como orador en una universidad sin haber logrado algo que sea polémico para alguien. Todo el mundo tiene detractores”, sostiene Robert Shibley, vicepresidente de FIRE. “Los que promueven las desinvitaciones tienen que entender que mientras puede que crean que están ganando su causa, el mensaje que realmente envían es ‘A quién queremos escuchar viene determinado simplemente por la política’. Es difícil pensar en un último mensaje más destructivo de los campuses a sus estudiantes graduados”, agrega en un comunicado difundido tras la cancelación de Lagarde anunciada el lunes.
La directora del FMI desde 2011 tenía previsto impartir el próximo domingo el discurso de graduación del Smith College, una de las instituciones educativas femeninas más prestigiosas de EE UU. Pero el fin de semana comunicó a la presidenta de Smith, Kathleen McCartney, que era mejor que no lo hiciera después de que cerca de 500 estudiantes apoyaran una iniciativa por Internet en la que criticaban rendir tributo a una organización que respalda “sistemas patriarcales” mediante las recetas de austeridad que impone a cambio de sus programas de rescate económico.
Desde 2009 el número de suspensiones se ha duplicado respecto a las dos décadas anteriores
“El FMI ha sido el principal culpable del desarrollo fallido de las medidas implantadas en algunos de los países más pobres del mundo. Esto ha llevado directamente a fortalecer sistemas imperialistas y patriarcales que oprimen y abusan de mujeres”, rezaba la campaña de los estudiantes. Desde el Fondo atribuyeron la renuncia de la exministra de Finanzas francesa a su deseo de que las protestas no monopolizaran lo que debería ser una celebración universitaria.
El discurso lo pronunciará ahora el presidente de la Universidad de Brown, pero en Smith dejaron claro su profundo malestar por el éxito de la campaña de protestas. En un escrito en la página web del centro, McCartney defendió que una invitación a pronunciar un discurso no supone un “respaldo” a la opinión ni a las políticas de un individuo o una institución porque hacerlo “excluiría virtualmente” a todo el mundo con influencia, y sería un “anatema a nuestros valores centrales de libertad de pensamiento y diversidad de opinión”.
Otros, sin embargo, ponen en valor el derecho de los estudiantes a quejarse. “Hay una larga historia de protestas en Estados Unidos, en la que nos hemos fundado. Creo que las protestas de los estudiantes son una introducción a la democracia”, dijo al Wall Street Journal Rudy Fichtenbaum, presidente de la Asociación Americana de Profesores Universitarios.
La decisión de Lagarde llega una semana después de que Condoleezza Rice desistiera de hablar en la Universidad de Rutgers tras las quejas de algunos estudiantes por su rol en la guerra de Irak, y al mes de que la holandesa Ayaan Hirsi Ali hiciera lo mismo por las protestas que generaron sus posicionamientos contra el Islam y por el hecho de que fuera a recibir también un diploma honorífico.
En el pasado otros grandes nombres han tenido que suspender sus alocuciones por las críticas de los estudiantes. En 2013 Robert Zoellick, expresidente del Banco Mundial y exsubsecretario de Estado con Bush hijo, canceló su discurso de graduación en una universidad. Y en esferas ideológicas opuestas lo mismo tuvieron que hacer en distintas universidades Ben Carson, un neurocirujano contrario al matrimonio homosexual, y John Corvino, un activista a favor de los derechos homosexuales. Si se echa la mirada más atrás afloran otros casos notables, como el del dramaturgo Tony Kusher por sus reproches a Israel en 2006, o el de Colin Powell, también secretario de Estado con Bush hijo, durante su etapa en el Pentágono en los años 90.
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