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La tensión y el miedo se disparan en Odesa

Partidarios de la unidad de Ucrania exigen que sean encarcelados de nuevo los 67 detenidos que habían sido liberados horas antes

Ataque a la sede de la policía en Odesa este domingo.Foto: overonaelpais | Vídeo: reuters / video: REUTERS-LIVE!
Pilar Bonet

Un ambiente tenso y volátil, cargado de rabia y frustración, reinaba el domingo en Odesa, la cosmopolita ciudad portuaria del mar Negro, tras la trágica muerte de más de 40 personas el 2 de mayo, a consecuencia de los enfrentamientos entre proucranios y prorrusos y del incendio del edificio donde se habían refugiado estos últimos.

“Asesino, asesino”. Con estos insultos fue recibido esta mañana el gobernador de Odesa, Vladímir Nemirosky, cuando acudió al funeral del diputado del Parlamento regional, Viacheslav Markin, una de las víctimas del incendio en la casa de los sindicatos el pasado viernes.

Markin cayó del tercer piso y se hirió en una clavícula, pero fue rematado sobre el terreno cuando estaba en el suelo por los que asediaban el edificio, asegura otro diputado del Parlamento regional, Viacheslav Strashilin, incapaz de contener sus emociones.

El domingo por la noche partidarios de la unidad de Ucrania se manifestaron en Odessa exigiendo que fueran encarcelados de nuevo los 67 detenidos que habían sido liberados horas antes, después de que la fiscalía cediera a las presiones de agresivos manifestantes prorusos que habían comenzado a asaltar la sede central de la policía en la ciudad. El objeto en disputa son las personas que fueron arrestadas a consecuencia de los desórdenes y enfrentamientos del viernes 2 de mayo, jornada en la que perecieron más de 40 personas y en la que ardió la sede provincial de los sindicatos.

Todo estalló cuando en el centro de la ciudad se manifestaron hinchas de dos equipos de fútbol

El nuevo jefe de la policía de Odessa, Iván Katerinchuk, prometió a los proucranianos que los liberados volverían a ser detenidos. Por su parte, el gobernador, Vladimir Nemirovski, anunció la formación de un batallón de defensa territorial de hasta 400 personas para poner orden que dirigirá él mismo y que dependerá del ministerio de Defensa, según la página Ukrainskaia Pravda. El gobernador dijo que se les pagará de un fondo benéfico local de Odessa.

Numerosos ciudadanos continuaban depositando flores este domingo en memoria de los muertos ante la que fuera sede provincial de los sindicatos, situada en una zona verde no lejos de la estación central. Las ventanas del edificio estaban rotas; las fachadas, chamuscadas y en el carbonizado interior, un perceptible olor a materia orgánica en descomposición daba cuenta del horror vivido por los que buscaron refugio allí el pasado viernes.

Al arder, inflamada por los cócteles molotov, la sede de los sindicatos se convirtió en un horno. Las fotos de los cuerpos quemados que circulan por las redes sociales documentan el dantesco panorama que a los habitantes de Odesa, famosos por su peculiar sentido del humor, les cuesta aceptar.

En la atribución de las culpas, los relatos de lo sucedido difieren. No obstante, a grandes rasgos, todo empezó cuando en el centro de Odesa se manifestaron grupos de hinchas del partido de fútbol programado para esa tarde entre el equipo local, el Chernomoretz, y el visitante, el club Metalist, de Járkov.

La tensión incrementa en Odesa.Foto: reuters_live

Los hinchas futbolísticos son toda una institución en Ucrania, pueden prestar apoyo político a diferentes causas y pueden ser también instrumentalizados para las mismas, señala un politólogo local.

En virtud de un acuerdo elaborado al calor del Euromaidán (las protestas proeuropeas que acabaron convirtiéndose en la revolución que defenestró al presidente Víctor Yanukóvich), los clubs de hinchas firmantes apoyan la unidad del Estado al margen de sus rivalidades deportivas. En Odesa, los hinchas organizaron precisamente una de esas marchas de unidad que se vio abortada, según unas versiones, porque contra los manifestantes, portadores de banderas ucranias, dispararon provocadores prorrusos y, según otras versiones, porque los proucranios perdieron el control, al ver a grupos de prorrusos que lucían cintas de San Jorge (lazos con franjas negras y naranja en memoria de los muertos durante la II Guerra Mundial).

El número de muertos oscila entre los 42 y los 46, según los diversos recuentos

El resultado de la violencia en la marcha fueron cuatro muertos (aparentemente por arma de fuego) y una enloquecida persecución de los prorrusos por parte de los proucranios.

La carrera llevó a todos al campamento que los prorrusos tenían montado desde hace tiempo en el llamado campo de Kulikovo, un parque situado frente a la sede de los sindicatos. Las tiendas de campaña fueron incendiadas y los perseguidos se refugiaron en la sede de los sindicatos. El pánico se apoderó de todos.

La periodista Yelena Rikovtsa, que estuvo allí, lo contaba así: “Cuando los partidarios del Maidán [proucranios y proeuropeos] llegaron al campo de Kulikovo con la firme intención de desmantelar el campamento, sus ocupantes se lanzaron a la sede de los sindicatos y se atrincheraron allí. Los partidarios del Maidán comenzaron a quemar las tiendas”. La periodista asegura que, una vez en la sede sindical, los cócteles molótov fueron lanzados en el interior y en el exterior del edificio.

El número de muertos oscila entre los 42 y los 46, según los diversos recuentos. Hay también decenas de heridos hospitalizados. La policía no ha facilitado la relación completa, pero en las listas que se van ampliando hay por lo menos 14 personas identificadas, todas de Odesa, de las cuales cuatro perecieron por herida de armas de fuego y cuatro por caer del edificio. Víctima del fuego fue el poeta Vadim Negatúrov, de 55 años, muy conocido en la ciudad y cuyo entierro se celebra el lunes.

El domingo, la policía se vio obligada a liberar a las 67 personas que había detenido el viernes, después de que la fiscalía cediera a las presiones de un millar de manifestantes excitados y violentos que utilizaron palos y hasta un camión para conseguir sus fines y que estaban dispuestos a tomar por asalto la comisaría central de la ciudad. Los manifestantes abroncaron a un periodista, según la emisora de radio Eco de Moscú.

En Odesa se declararon tres días de luto y la ciudad fue visitada por Piotr Poroshenko, el candidato presidencial que encabeza la lista de los favoritos, y también el actual jefe del Gobierno, Arseni Yatseniuk, que acusó a la policía de debilidad y de no haber hecho nada para evitar la tragedia. La cúpula de la policía local fue destituida y Yatseniuk prometió una investigación a fondo.

“No pueden haber sido gente de Odesa, aquí la gente es pacífica, tiene sentido del humor y sentido práctico y comercial”, afirmaba el periodista Dmitri Spinariov. Pese a las manifestaciones del Maidán y del Antimaidán, que se dan en la localidad periódicamente, la ciudad ha estado más bien tranquila.

Los incidentes se producen cuando Odesa se prepara para el verano, los restaurantes sacan sus mesas a las terrazas y los cruceros vuelven a llegar llenos de turistas desde el 2 de mayo, según Spinariov.

El miedo a posibles provocaciones de parte rusa, ya sea desde Rusia o desde la región colindante del Transdniéster, es patente. En el aeropuerto los guardas de fronteras apartaban a los hombres de ciudadanía rusa que llegaban en el vuelo de Moscú “para mantener una conversación con ellos y saber si su entrada está justificada o no”, según explicaba un aduanero. Medios relacionados con servicios de seguridad rusos manifestaron a esta corresponsal que en Odesa trabajan veteranos de estos servicios con experiencia en la URSS y también en el Transdniéster, donde hay un importante contingente militar ruso.

Según el primer ministro Yatseniuk, los enfrentamientos son parte de un plan “impulsado por Rusia para destruir Ucrania” con el fin de repetir en Odesa lo que sucede en otras regiones del país.

Por su parte, el exalcalde de la ciudad Eduard Gurbish manifestó en una entrevista a Eco de Moscú que en Odesa, de cada 100 personas, solo 2 quieren la unión a Rusia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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