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Una huelga general contra el Gobierno de Fernández paraliza Argentina

El sindicalismo opositor organiza un paro con foco en el transporte y protesta por la rampante inflación y los bajos sueldos

Alejandro Rebossio
Policías y manifestantes argentinos frente a frente este jueves en una autopista de Buenos Aires.
Policías y manifestantes argentinos frente a frente este jueves en una autopista de Buenos Aires.E. M. (REUTERS)

Tres de las cinco centrales sindicales de Argentina, las tres opositoras (dos peronistas y otra de izquierda), paralizaron este jueves el país con una huelga general convocada para protestar por una inflación del 32%, subidas salariales que saben a poco y el recorte de subvenciones a las tarifas de gas y agua. No funcionaron los autobuses, los trenes, el metro, ni los aviones. Hasta hubo pocos taxis por temor a los piquetes. Además, los partidos de la izquierda trotskista, que vienen ganando adeptos entre los votantes y dentro de los sindicatos, montaron en toda Argentina unos 5O piquetes en autopistas, carreteras y calles para impedir la circulación de vehículos. Fue la segunda huelga general contra el Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner.

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“Pagaste millones para la Repsol y ni un solo peso al trabajador”, cantaban trabajadores de diversos colectivos y estudiantes universitarios del Partido Obrero en un piquete en una calle paralela a la avenida General Paz, en el límite del municipio de San Martín con la ciudad autónoma de Buenos Aires. Se referían al reciente acuerdo por el que el Gobierno indemnizará con 5.000 millones de dólares a la petrolera española por la expropiación del 51% de YPF. Entre los manifestantes estaba Fortunata Delgado, de 60 años, que migró desde Perú en 2005 porque en su país “no hay trabajo o no te alcanza lo que te pagan”. Unos 250.000 peruanos migraron a Argentina entre 2004 y 2012. Fortunata estaba contenta con el kirchnerismo, pero dice que en los últimos dos años aumentaron mucho los precios, en especial los de los alimentos, aparecieron controles cambiarios que limitan las remesas que envía a sus dos nietos en Perú, y el año pasado perdió el empleo que tenía como asistenta. Ahora trabaja de vez en cuando en alguna casa de familia y se alimenta en un comedor de la organización social Corriente Clasista Combativa.

“Es la primera vez [en 11 años de kirchnerismo en el poder] que el aumento salarial no alcanza para cubrir la inflación”, se quejaba Julián, de 28 años, obrero de un taller de reparación de trenes situado a pocos metros del aquel piquete. A Julián, un marxista independiente que pronto será padre, le preocupa sobre todo la persecución judicial de los trabajadores que participan en los piquetes.

La huelga ocurre en plenas negociaciones salariales de los diversos sindicatos.

La huelga fue acatada desde primera hora y las calles permanecieron casi vacías toda la jornada. La gendarmería (policía militarizada) intentó desalojar un piquete en la principal autopista de acceso a Buenos Aires, la Panamericana, y varios manifestantes acabaron heridos y detenidos. El parón se produce en pleno proceso de negociación de subidas salariales con diversos sindicatos. Los maestros, que en la provincia de Buenos Aires pararon durante todo marzo, han conseguido hasta un aumento del 31%. En el sector privado, en cambio, donde las empresas amenazan con despidos ante la caída de la actividad en el primer trimestre del año, sindicatos alineados con el kirchnerismo, como los metalúrgicos, los empleados del comercio minorista y los obreros de la construcción, aceptaron entre un 26% y 29%. Pero la inflación, que hasta 2013 era del 27%, se ha disparado hasta el 32% por la brusca devaluación del peso de enero pasado.

El Gobierno anhela acabar el año con menos de un 25% de inflación, pero todavía no es seguro que los ajustes fiscal y monetario y los acuerdos de precios, vayan a resultar suficientes para lograrlo. Claro que si la actividad económica acaba creciendo solo 0,5%, como prevé el Fondo Monetario Internacional (FMI), es probable que la subida de precios se modere.

“Hay un fuerte acatamiento [de la huelga]“, destacó este jueves el sindicalista Luis Barrionuevo. En cambio, el jefe de Gabinete de Ministros de Fernández, Jorge Capitanich, calificó la protesta como “un gran piquete con paro del transporte”. El subsecretario general de la presidencia, Gustavo López, opinó que en esas condiciones no se podía medir el nivel real de adhesión a la huelga.

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