“No podemos tratar con Al Qaeda”
En Al Anbar, las agencias de Naciones Unidas y ONG locales encuentran problemas de seguridad y bloqueo de rutas
"La principal dificultad es el acceso a los desplazados", declara Jacqueline Badcock, vicerepresentante del secretario general de la ONU y Coordinadora Humanitaria para Irak. En Al Anbar, las diferentes agencias de Naciones Unidas, así como las ONG locales con las que trabajan, encuentran tanto problemas de seguridad ("es casi imposible acceder a las zonas de combate"), como de bloqueo de las rutas. "Tenemos que averiguar quién controla un área determinada y negociar el paso de los convoyes, pero en algunos lugares han volado los puentes y es imposible continuar", añade. Sólo hay un límite: "No podemos tratar con Al Qaeda o sus afiliados", precisa Badcock.
Llegar a la periferia de Faluya o Ramadi no es difícil. El problema es entrar en ellas, sobre todo en Faluya porque está sitiada por el Ejército iraquí, que busca erradicar la presencia de Al Qaeda. "Vamos hasta donde podemos, pero no hemos logrado acceder al centro", admite la coordinadora. Con el objetivo de alcanzar al mayor número de afectados, la ONU ha recurrido a contratistas de ambas ciudades. "Son los únicos que pueden entrar las mercancías, así que tenemos que ser flexibles", asegura. Pero el proceso lleva tiempo.
"Primero hay que hablar con los militares que en general no plantean problemas, luego con los líderes tribales y finalmente con los contactos locales de cada agencia", explica. Además, para garantizar que la asistencia llega sus destinatarios "sólo se distribuye bajo el control de dirigentes locales".
Las necesidades también son cambiantes. Un mes después de que se iniciara el conflicto, la huida de los combates de decenas de miles de personas hace urgente encontrarles un techo.
"Al principio se alojaron en escuelas y mezquitas, pero ya se han abarrotado y resultan insuficientes. El Gobierno está facilitando tiendas de campaña, pero probablemente haya gente de la que no tenemos noticias", admite Badcock.
A la ONU le preocupan tanto quienes se han quedado atrapados dentro de Faluya, como quienes puedan estar deambulando por el desierto, donde en esta época del año las temperaturas a menudo caen bajo cero de madrugada. Además, como en crisis similares, quienes han abandonado sus hogares necesitan con urgencia alimentos e instalaciones higiénico-sanitarias.
"Nos da miedo especialmente el riesgo de epidemias. Ha habido un brote de polio del lado sirio de la frontera y hemos temido que se extendiera a Al Anbar, donde se ha producido un colapso del sistema sanitario y muchos profesionales no pueden llegar su trabajo", expone. De momento, y a pesar de las dificultades logísticas, la campaña de inmunización contra esa enfermedad prosigue. Pero Badcock advierte de que ahora "empieza la época del sarampión".
Hasta la fecha las agencias de la ONU han tirado de las reservas que tenían almacenadas en Bagdad para atender la crisis siria, pero según se va distribuyendo la ayuda consideran abrir nuevas rutas, tal vez desde Jordania. Pero los 5 millones de dólares facilitados por el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia quedan muy lejos de los 21 millones que calcularon necesitar para atender a 120.000 desplazados durante dos meses. Los afectados duplican ya esa cifra y el equipo de coordinación humanitaria está planificando para los próximos seis meses.
"Incluso si mañana paran los combates, la gente no va a regresar a sus casas de forma inmediata", señala Badcock. Por eso, la ONU va a lanzar en los próximos días un llamamiento de emergencia tanto al Gobierno iraquí como a la comunidad internacional. "La gente está sufriendo y la comunidad internacional tiene la obligación de ayudar", defiende. De todas formas, también recuerda que la ONU "no está para substituir al Gobierno sino para ayudarle".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.