Miles de familias paraguayas ven el agua fluir en casa por primera vez
Casi un millón de ciudadanos carece de suministro. Unas juntas vecinales con apoyo especializado afrontan el problema
A sus 65 años, Doña Luciana abre por primera vez un grifo de agua en su casa. Lucas, su nieto de unos cinco años, la mira sorprendido. Sus rostros reflejan la emoción de presenciar un acontecimiento que para gran parte de los latinoamericanos es un hecho cotidiano, pero para ellos es un momento histórico.
Por primera vez en su humilde vivienda ubicada en San Pedro del Paraná, una de las zonas más ricas en producción agrícola pero con graves problemas sociales de Paraguay, la "y" –agua, en guaraní-, cristalina y potable fluye con potencia.
“Estoy muy contenta, ya no voy a ir a buscar agua del arroyo y de la naciente”, exclama emocionada Luciana Bustamante en la casa que comparte con dos de sus cinco hijos y sus nietos.
Bustamante pertenece a ese contingente de paraguayos –14% de la población o casi un millón de personas- que no tienen acceso a fuentes modernas de agua. Pese al porcentaje relativamente alto de cobertura a nivel nacional (86%), el servicio de agua es desigual, especialmente en las zonas rurales.
Cuenta que antes de la provisión de agua corriente en su casa, todos los días debía caminar dos kilómetros para buscar agua potable y para la limpieza y el baño. Con el nuevo surtidor -afirma- su calidad de vida y la de su familia cambiará completamente.
El gobierno de Paraguay inició en noviembre de 2013 una fuerte campaña de lucha contra la pobreza extrema, y uno de los focos de atención es el abastecimiento y saneamiento higiénico.
Según un informe de la Organización Mundial de Salud y UNICEF, el 29% de la población -o 1,92 millones de personas- no tiene acceso a instalaciones modernas de saneamiento. Unos 1,55 millones viven en áreas rurales.
Estos números hacen que Paraguay sea uno de los que presenta más atraso en el sector en la región.
En busca de la fuente de la vida
Como miles de familias paraguayas, la de Doña Luciana cuenta con agua corriente en su casa tras el arduo trabajo de las llamadas juntas de saneamiento, conformadas por miembros de su propia comunidad.
Las juntas son organizaciones sin fines de lucro creadas para administrar servicios de agua potable bajo la dirección de los mismos usuarios, quienes eligen cada año a sus miembros y representantes, todos de carácter voluntario. Esta asamblea contrata un equipo de personal administrativo que gestiona el servicio. Actualmente existen unas 2.500 juntas en todo el país y son supervisadas por la Secretaría Nacional de Saneamiento Ambiental (SENASA), con apoyo del Banco Mundial.
Christoph Prevost, especialista en Agua y Saneamiento del Banco Mundial, asegura que el objetivo del trabajo en el área es lograr que las familias puedan superar su situación de pobreza y para ello el tener acceso a agua potable es un punto fundamental.
Richard Ferreira es productor 'online' del Banco Mundial.
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