Los criminales disputan puntos de tráfico y usan funk para reafirmarse
La Policía investiga a músicos por incitación al crimen. Al menos cinco grupos de delincuentes han sido identificados en Maranhão
La presencia de facciones criminales en presidios marañenses comenzó a ser notable para las autoridades en 2008. Creció con una rebelión en 2010. Ganó fuerza en los últimos dos años con la disputa por puntos de venta de drogas por todo el Estado y se amplió hasta en la escena cultural, con la creación de funks que hacen alusión a los grupos criminales, según testimonios de policías y fiscales criminales de São Luís entrevistados por El PAÍS.
Las dos principales facciones son la del Bonde dos 40 (tranvía de los 40) que toman el nombre de su arma preferida (la pistola de calibre .40), y el primer Comando de Maranhão (PCM), que fue un brazo del paulista Primer Mando de la Capital (PCC), que hoy es independiente. Informes de inteligencia muestran que al menos 80 presos lideran esos dos grupos. Ambos obligan a los detenidos a “afiliarse” a uno de ellos en cuanto entran en la cárcel. Si no lo hacen, quedan sin protección y acaban siendo responsables de irregularidades cometidas en el presidio, como daños al patrimonio durante una rebelión o la agresión a otro compañero de celda.
La falta de organización de las cárceles permitió que esas facciones se fortalecieran y que otras se creasen, de acuerdo a los especialistas. Tres se han identificado: la de los Ángeles de la Muerte (que impidió la visita de jueces a una de las alas del Complejo de Pedrinhas el año pasado), el primer Comando de la Ilha y el Bonde dos 300.
No es solo en las cárceles donde se conoce a estos grupos criminales. Cualquier habitante de las favelas de la periferia y de los campamentos irregulares en las regiones céntricas y turísticas sabe quién es el líder de los criminales del barrio y donde se disputan los puntos de ventas de drogas. Una de las características más impactantes de São Luís, una ciudad del litoral con 827 kilómetros cuadrados de extensión y casi un millón de habitantes, es que al lado de casi cualquier barrio rico hay una favela. La invasión de personas en manglares y otras áreas que deberían ser protegidas lleva ocurriendo más de un siglo.
“Aquí en el barrio Liberdade, como allí en San Francisco y en Maiobão, cualquiera sabe quién manda. No podemos señalar quién es porque tenemos miedo”, cuenta un feriante que ya trabajó en esos barrios. Al lado de ese hombre había otros tres trabajadores que hacen entregas con carrozas, otra de las características de la cálida ciudad marañense. En varias calles de la ciudad es posible encontrarse con caballos y burros tirando carros con mudanzas o material reciclable. “Hasta mi burro sabe quien manda aquí. La policía no los detiene porque no quiere”, dice uno de esos carreteros.
La ostentación de los criminales es inspiración de los funks que suenan en las fiestas y acaban recibiendo el apoyo de algunas comunidades. Ese tipo de música se conoce como proibidão, por tratar de la cuestión criminal. Una de ellas, de autoría del MC Segal, dice que el Bonde dos 40 vengará la muerte de uno de sus miembros. En otra canción, el cantante pide la libertad para los “hermanos” presos en penitenciarías federales y dice que va a matar a sus enemigos del PCM. “Por la mañana cuando me despierto siempre es con un pensamiento, el de invadir inmediatamente [la parte alta de la favela] y matar a los PCM. Arsenal no nos falta”. Según los fiscales, MC Segal y otros músicos conectados con las facciones ya está siendo investigado por incitación al crimen.
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