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Guatemala arranca 2014 con 24 asesinatos en las primeras horas del año

Crece la preocupación en el país por el incremento de muertes violentas de mujeres

No ceder al chantaje de las "maras" ha costado la vida a cientos de modestos comerciantes de zonas periféricas de la capital guatemalteca.
No ceder al chantaje de las "maras" ha costado la vida a cientos de modestos comerciantes de zonas periféricas de la capital guatemalteca.ARCHIVO

Una vieja creencia popular, producto del sincretismo religioso tan arraigado en este país centroamericano, asegura que lo que se haga en las primeras horas de un nuevo año, se repetirá a lo largo de los 12 meses venideros. Si esto fuera cierto, 2014 se adivina como otro año deficitario en materia de seguridad, la gran asignatura pendiente y principal promesa de campaña del presidente Otto Pérez quien, según la opinión generalizada, ganó las elecciones merced a su ofrecimiento de “mano dura” en contra de la criminalidad.

Las cifras oficiales de asesinatos ocurridos entre la media noche del 31 de diciembre y el amanecer del día 1, aunque marcan una ligera mejoría -11 menos en relación a la misma fecha de 2013- no dan pie al optimismo: 24 personas murieron asesinadas, 17 de ellas por arma de fuego, según la información ofrecida este jueves por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses, Inacif.

La frialdad de las estadísticas no eclipsa el horror, ni el nivel de inseguridad ciudadana. Durante al año anterior, 6.072 personas murieron violentamente, un promedio de 16 asesinatos diarios. Esto colcoa a Guatemala, por detrás de Honduras y El Salvador, como uno de los países más violentos del mundo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El organismo mundial señala tres causas para esta situación: “el aumento del narcotráfico, la presencia de los carteles mexicanos en connivencia con sus aliados locales y la extrema debilidad de las instituciones estatales".

No se puede ignorar el elevado número de armas de fuego en poder de particulares, consecuencia de las guerras de guerrillas que se vivieron en Centroamérica en la década de los años 80 del siglo pasado. Ni siquiera hay una estimación fiable: mientras fuentes de armerías legalizadas elevan la cifra hasta 2 millones, la Dirección General de Control de Armas y Municiones (Digecam, dependencia militar en proceso a pasar al Ministerio de Gobernación) lo reduce a unas 750.000.

Durante al año anterior, 6.072 personas murieron violentamente, un promedio de 16 asesinatos diarios

A esto hay que sumar los crímenes de las pandillas juveniles o “maras” (de marabunta, hormigas del Amazonas que atacan en enjambre) cuyos líderes ordenan, con la misma naturalidad con que un niño pide un caramelo, la eliminación física de quienes no aceptan sus chantajes o, en el caso de las mujeres, no acceden a sus peticiones sexuales. El poder de estas pandillas llega a tal extremo que sus acciones son dirigidas, muchas veces, por sus jefes encarcelados desde los calabozos.

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Preocupa especialmente el aumento de víctimas femeninas y la extrema violencia registrada en muchos casos. 522 mujeres fueron asesinadas en 2013 y en muchos casos sus cuerpos fueron desmembrados y diseminados a la orilla de los caminos. Esto ha provocado que muchas mujeres, alrededor de 100 en 2013, hayan comprado armas y tramitado la licencia para portarlas.

Las autoridades tienen elaborado un mapa de las zonas más violentas del país. Lo encabeza el departamento (provincia) de Guatemala, que con alrededor de tres millones de habitantes, registró 2.097 asesinatos, de los cuales 1.810 lo fueron por arma de fuego. Le siguen Escuintla, en la costa sur (Pacífico), y Cuilapa, Santa Rosa y Chiquimula, al este del país.

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