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Tribuna
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América Latina debe honrar su historia apoyando los derechos del pueblo iraní

La ONU debatirá una resolución sobre la situación bajo el régimen de Rohaní

La Asamblea General de las Naciones Unidas adoptará en los próximos días una resolución sobre los derechos humanos, aprobada el mes pasado por su comité humanitario con miras a mejorar la vida de los ciudadanos de Irán. En las últimas tres décadas, las condiciones de derechos humanos de los iraníes han sido deplorables. Han incluido represión política arraigada, discriminación religiosa y de género por el Estado, y violencia institucionalizada y tortura de aquellos críticos al gobierno. Hoy en día, casi mil presos políticos y prisioneros de conciencia languidecen en las cárceles iraníes por poner en práctica sus derechos garantizados a la expresión, conciencia y religión.

Mientras que el presidente recién elegido Hassan Rohaní les ha dado esperanzas a los iraníes que votaron por su plataforma de derechos humanos, límites al poder presidencial ya están socavando la capacidad de su administración para marcar el comienzo de las reformas prometidas durante su campaña. La formulación de políticas en Irán también recae sobre los funcionarios no electos, por lo que es necesario el apoyo del líder supremo de Irán para que Rohaní pueda avanzar su agenda de reformas. Lo que el pueblo iraní necesita desesperadamente, por ende, y de lo que el presidente Rohaní podría beneficiarse, es atención exaltada a la situación. Esto le ayudará a entender a todo el liderazgo iraní que pasos episódicos o cosméticos no serán aceptados como un sustituto de reformas democráticas genuinas y amplias de los derechos humanos.

Sin embargo, cuando la votación sobre esta cuestión fue llamada a las Naciones Unidas en noviembre, algunos países de América Latina decidieron no apoyar la resolución. El Salvador, por ejemplo, se abstuvo por primera vez en la última década. Esto es aún más sorprendente dado que El Salvador, hace sólo unas décadas, se benefició del apoyo de las Naciones Unidas para ponerle fin a una guerra civil devastadora que se cobró unas 75.000 vidas. En una de las operaciones más completas en la historia de la ONU, la misión de observadores vigiló los acuerdos de paz de 1992, verificando la reinserción social de los combatientes y el respeto a los derechos humanos por parte de ambos lados. Según el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, “fue la primera vez en la historia de las Naciones Unidas que una operación de paz recibió un mandato de vigilancia tan robusta, en particular en materia de derechos humanos.”

Del mismo modo, el Gobierno de Brasil decidió no apoyar la resolución, a pesar de haber apoyado todas las otras tres resoluciones sobre derechos humanos, incluyendo la de Corea del Norte, Myanmar y Siria. Tal selectividad pone en tela el liderazgo de Brasil en cuestiones de derechos humanos, especialmente siendo un país que quiere desempeñar un papel más importante en la escena internacional.

El pueblo iraní merece el apoyo de toda la comunidad internacional, y sin duda lo merece de la comunidad de El Salvador y Brasil. Ambos tienen una historia reciente que involucra la lucha por los derechos humanos y la democracia, y por ende conocen mejor que nadie la importancia de la defensa de estas libertades.

La resolución de derechos humanos de Irán se centra en muchos asuntos críticos, tales como la falta de libertad de expresión y de asociación en el país, así como la necesidad de liberar a los cientos de defensores de derechos humanos, activistas, periodistas y miembros de la oposición. Cataloga cómo las mujeres y las minorías religiosas continúan enfrentando una severa discriminación en la ley y en la práctica, a veces equivaliendo a la persecución. Se discute la tasa de ejecución exorbitante del país, el más alto per cápita del mundo. Le pide a Irán poner fin a la práctica de las ejecuciones de menores, las ejecuciones públicas y otras ejecuciones llevadas a cabo en ausencia de las salvaguardias reconocidas internacionalmente, así como poner fin a los castigos inhumanos y degradantes, tales como las amputaciones.

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A pesar de la elección del presidente Rohaní, más de 254 ahorcamientos han sido llevados a cabo por el poder judicial de Irán desde su toma de posesión en agosto. El gobierno ha superado el récord del año pasado a través de la ejecución de 529 personas para finales de noviembre. Por último, la resolución insta a Irán a cooperar con los procedimientos especiales de derechos humanos de la ONU. Estos están incluidos en el mandato del Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en Irán, a quien no se le ha permitido visitar el país desde 2005.

El Salvador y Brasil tienen la capacidad de nuevo esta semana de votar sí en la resolución sobre la situación de los derechos humanos del pueblo iraní en la Asamblea General de la ONU. Tienen otra oportunidad de honrar su propia historia, y honrar a los cientos de prisioneros de conciencia en Irán que siguen luchando por su libertad y su dignidad humana. Los países de América Latina deben votar sí por sus propios pueblos y por el pueblo de Irán.

Dokhi Fassihian es una experta internacional de los derechos humanos. Desde 2003, ha dirigido tres organizaciones no gubernamentales que trabajan en las áreas de derechos humanos, la democracia y los asuntos iraníes.

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