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La red de Al Shabab dispara las alarmas de Occidente

Los terroristas somalíes contaron con cómplices locales y con combatientes extranjeros para el asalto en Kenia

Así ha quedado el centro comercial de Nairobi.Foto: reuters_live | Vídeo: Reuters-LIVE! / Reuters
ÁNGELES ESPINOSA (ENVIADA ESPECIAL)

Con cascos, chalecos antibalas y guantes de látex azules, investigadores de Estados Unidos, Israel, Reino Unido, Alemania, Canadá y de la Interpol volvieron a entrar este jueves en el centro comercial Westgate de Nairobi. Este equipo multinacional espera ayudar a sus colegas kenianos a identificar los cadáveres atrapados bajo los escombros, encontrar pistas sobre los terroristas que asaltaron el complejo y desactivar las posibles trampas explosivas dejadas por estos. A media mañana, dos detonaciones recordaron que el lugar aún es peligroso. Aunque las autoridades aseguran que solo quedan unos pocos cuerpos enterrados, la Cruz Roja tiene una lista de 61 personas "en paradero desconocido" y decenas de ciudadanos aún hacen guardia ante la morgue angustiadas por la falta de noticias de sus familiares.

Stephen busca a su hermano. Dimiris está tan afectada que es imposible entender sus palabras antes de que estalle en un llanto. Nadie tiene una respuesta para ellos. Al anunciar el fin del asalto al Westgate el pasado martes, el presidente Uhuru Kenyatta cifró las víctimas mortales en 72 (61 civiles, 6 miembros de las fuerzas de seguridad y 5 terroristas). Nada dijo sobre los rehenes que, según portavoces kenianos, estaban en manos de los atacantes. La milicia islamista somalí Al Shabab se responsabilizó del atentado.

El ministro del Interior, Joseph Ole Lenku, no espera que la cifra de muertos aumente significativamente y se muestra convencido de que ya solo quedan por encontrar los cuerpos de los terroristas. Sin embargo, la Cruz Roja, que ha recogido los datos de aquellos echados en falta por sus familias, asegura que todavía tiene 61 personas en esa situación. Las contradicciones dan pábulo a la pretensión de Al Shabab de que han muerto 137 rehenes.

El ministro del Interior, Joseph Ole Lenku, no espera que la cifra de muertos aumente significativamente

El resultado final de la matanza no es el único punto obscuro de este grave incidente que ha sacudido a la sociedad keniana. Aún no se sabe cuántos terroristas formaban parte del grupo, sus nacionalidades o su identidad. Lo que es más grave, observadores y simples ciudadanos se preguntan cómo fue posible que los terroristas pudieran organizar una operación tan bien planificada y que durara tanto tiempo.

"Estamos enfadados. Nos ha golpeado el terrorismo antes, después de haber entrado en Somalia en 2011 deberíamos haber anticipado que algo así podía suceder", declara Eric Shimoli, jefe de redacción del Daily Nation.

Shimoli se hace eco de la convicción extendida tanto en la calle como en las cancillerías extranjeras de que el ataque era "previsible". De hecho, las embajadas europeas no han cambiado sus recomendaciones de viaje a raíz del atentado.

"El riesgo en Nairobi estaba ahí hace mucho tiempo", coincide Cedric Barnes, responsable regional del International Crisis Group (ICG). Pero asegura que los servicios secretos occidentales, con larga presencia en este país, deben de estar muy avergonzados de no haberlo detectado a tiempo. En un informe publicado en febrero de 2012, el ICG ya advertía del riesgo de que la entrada del Ejército keniano en Somalia el año anterior desatara "una represalia terrorista en Kenia".

Foto: atlas | Vídeo: ATLAS

El Gobierno justificó ese paso por la situación de caos que se vive en el país vecino desde hace tres décadas y que amenaza su estabilidad. La intervención se produjo tres días después de que dos españolas colaboradoras de Médicos Sin Fronteras fueran secuestradas en un campo de refugiados somalíes en territorio keniano. Luego, sus tropas se han incorporado en una misión de la Unión Africana, AMISON, pero persiste el recelo sobre su intención de crear una región tampón al otro lado de su frontera.

"El objetivo no era exclusivamente keniano. El Westgate es conocido por ser un centro de propiedad israelí y uno de los más concurridos por los expatriados [occidentales] y las élites kenianas", recuerda Barnes. De hecho, entre los muertos hay víctimas de 16 nacionalidades. Tres españolas que se encontraban allí cuando se produjo el ataque lograron salir ilesas.

Este analista discrepa de algunas lecturas que interpretan el atentado como una muestra de debilidad del grupo islamista por su pérdida de terreno dentro de Somalia. "Al Shabab, que se afilió con Al Qaeda hace un año y medio, tiene un nuevo líder que intenta mostrar que se trata de una organización vinculada a la agenda yihadista internacional", explica, relacionando ese paso con el dado en los meses pasados por Al Qaeda en el Magreb Islámico. A parecer, el grupo no sólo contó en el asalto con ayuda de locales, sino también con combatientes con pasaportes estadounidense y británico. El FBI sospecha que hay al menos dos docenas de jóvenes con pasaporte de EE UU que han recibido entrenamiento terrorista en Somalia.

Con todo, el Gobierno de Kenia también va a tener que responder a muchas preguntas sobre la actuación de sus fuerzas de seguridad antes y durante de la crisis. "Si ha sido obra de extranjeros, ¿por qué los servicios secretos no detectaron su entrada en el país?", plantea Shimoli. "Luego, a falta de un mando unificado, la intervención de las distintas unidades careció de coordinación", denuncia. El periodista también piensa que "todas esas armas no pudieron entrar [en el país] el sábado, tenían que haberse acumulado de antemano", apunta.

Las filtraciones a la prensa de EE UU por parte de agentes de seguridad de Kenia afirman que las poderosas ametralladoras utilizadas por los asaltantes fueron escondidas en una tienda del centro comercial con la complicidad de un empleado. Además, al menos uno de los terroristas escondió una muda para poder cambiarse y escapar tras el ataque camuflado entre los clientes. Según The New York Times, el atentado, concebido para causar el máximo impacto mediático, fue minuciosamente planificado hace semanas, tal vez meses, en Somalia por la rama de operaciones externas de Al Shabab.

"Para eso se necesita gente con buen conocimiento del lugar, incluidos kenianos", advierte Barnes. "Tenemos un problema de seguridad interior", concluye el jefe de redacción del Daily Nation, quien recuerda que la vigilancia policial es tan mala que los ciudadanos pagan sus propios servicios de seguridad en viviendas y empresas.

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Sobre la firma

ÁNGELES ESPINOSA (ENVIADA ESPECIAL)
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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