El exdictador egipcio Hosni Mubarak sale de la prisión de Tora
El antiguo 'rais', de 85 años, permanecerá bajo arresto domiciliario por orden de los militares
Hosni Mubarak, el dictador que controló Egipto durante más de tres décadas, salió este jueves de prisión 28 meses después de haber sido encarcelado, para encontrar un país no tan cambiado tras todo ese tiempo: con el ejército en control del gobierno de la nación, el estado de emergencia en pie y las fuerzas islamistas cercadas y silenciadas. Al filo de las cuatro de la tarde, las puertas de la prisión de Tora se abrieron para que de ellas emergiera, finalmente, el presidente depuesto por una revuelta popular en 2011. Débil y enfermo, necesitó una camilla para ser trasladado al helicóptero blanquiazul que sobrevoló El Cairo y le llevó a un hospital militar en el distrito de Maadi, donde pasará los primeros días de su arresto domiciliario.
La residencia de la familia Mubarak se halla en la localidad costera del mar Rojo de Sharm el Sheij, pero el expresidente se quedó en El Cairo, en un hospital militar, mientras acaban de dirimirse las causas abiertas todavía en su contra, por corrupción, abuso de poder y la matanza de más de 800 manifestantes prodemocráticos durante las manifestaciones de la ‘primavera árabe’. Diversos jueces han decidido que el dictador ha agotado ya el plazo máximo de detención preventiva en esos procesos. El domingo debe volver a comparecer ante el juez para la vista inicial de la repetición del proceso por las muertes ocurridas en 2011. El año pasado fue declarado culpable y condenado a cadena perpetua, pero un juez anuló el juicio y ordenó repetirlo.
Mubarak, de 85 años, abandonó la prisión, en la que residía en su planta hospitalaria, siete semanas después de un golpe de Estado que acabó con un año de gobierno de la cofradía de los Hermanos Musulmanes, que ganó las primeras elecciones legislativas, presidenciales y constitucionales de la joven y truncada democracia egipcia. La deposición del presidente islamista Mohamed Morsi provocó manifestaciones y acampadas islamistas, que el Ejército ha reprimido con una serie de cargas violentas, iniciadas el 14 de agosto, tras las que han muerto un millar de personas. Como en los tiempos de Mubarak, los líderes de los Hermanos Musulmanes se hallan en prisión o escondidos, su cofradía descabezada y empujada a la clandestinidad.
Según dijo este jueves el ministerio del Interior, Mubarak permanecerá en arresto domiciliario hasta que se resuelvan las causas pendientes en su contra. El primer ministro interino, Hazem el Beblaui, tomó esa decisión con el asesoramiento del ejército para evitar provocaciones justo en unos días en que impera en Egipto el estado de emergencia, declarado la semana pasada, y el toque de queda. Según mostraron las televisiones egipcias, a Mubarak le esperaron a las puertas de la prisión de Tora decenas de partidarios que mostraban carteles con su retrato y le aclamaban a grito de
“presidente”. En su camilla, apareció débil y demacrado, como en las vistas orales de sus juicios, confirmando que no tiene futuro político alguno por delante.
El ejército, que respaldó al régimen de Mubarak durante tres décadas y facilitó su caída ante las revueltas de 2011, ha vuelto ahora a controlar el país. Los generales se hicieron cargo del gobierno durante 16 meses, entre febrero de 2011 y el ascenso al poder de Morsi, quien el año pasado renovó la cúpula militar y ofreció la comandancia de las fuerzas armadas al general Abdel Fatá al Sisi. Este acabó orquestando y consumando el golpe de Estado el mes pasado. Los generales han aupado ahora al poder a un gobierno interino, liderado por el juez Adli Mansur, que tiene encomendada la labor de reformar la constitución y someter el nuevo texto a referéndum, además de convocar elecciones legislativas y presidenciales en los próximos meses.
El domingo, el mismo día en que Mubarak debe volver a comparecer ante la justicia, está previsto que comience el juicio contra el líder supremo de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badie, y sus lugartenientes por incitar a la violencia en los días previos y posteriores al golpe de Estado. Badie fue arrestado en un apartamento de El Cairo el martes. La fiscalía informó este jueves de que estudia ampliar los cargos contra esos líderes por los incidentes de los pasados nueve días, en los que las cargas militares contra las protestas islamistas han provocado más de mil muertes, incluidas las de al menos 100 agentes de policía y soldados. El presidente depuesto Morsi lleva bajo arresto militar, en paradero desconocido, desde el día del golpe.
Aunque la excarcelación de Mubarak no provocó este jueves la indignación generalizada de la sociedad egipcia, el movimiento juvenil Tamarod (en árabe, Rebélate), que organizó las protestas multitudinarias que precedieron a la deposición de Morsi, pidió a los nuevos gobernantes de la nación que le mantuvieran en prisión. El grupo culpó a los líderes islamistas que hasta el mes pasado estuvieron en el poder por haber facilitado la excarcelación del dictador, “pues se negaron a investigar los cargos criminales en contra de Mubarak y sus altos cargos”. “Si hoy se libera a Mubarak, mañana se liberará a Morsi”, dijo Tamarod, en un comunicado.
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