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América Latina aguanta el pulso a EE UU en el caso del espía arrepentido

Varios líderes afrontan el reto de dar asilo a Edward Snowden. La llegada del exanalista al continente podría alterar la relación comercial con la primera potencia del mundo

Francisco Peregil
Maduro, durante la Cumbre de Mercosur en Montevideo este viernes.
Maduro, durante la Cumbre de Mercosur en Montevideo este viernes.EFE

Y ahora, ¿qué? Estados Unidos espió a China, a sus socios europeos y a 14 países de América Latina, entre otros. Sus agencias de espionaje han rastreado miles de millones de correos y conversaciones telefónicas. En Brasil, la nación más espiada de América, circula un chiste muy gráfico en las redes sociales: “Querido Obama: espero que lo de mi relación con mi secretaria quede entre nosotros tres”. De ese atentado contra la soberanía de tantas naciones y sobre la intimidad de cientos de millones de personas nos hemos enterado gracias a Edward Snowden, el exanalista de los servicios secretos de Estados Unidos. Los presidentes de los cuatro países de Mercosur (Brasil, Argentina, Venezuela y Uruguay) firmaron el viernes un comunicado con sus “firmes repudios” y las “condenas” de costumbre al espionaje. Y, por supuesto, rechazaron todo intento de “presión, hostigamiento o criminalización” “sobre la decisión soberana de cualquier nación” para conceder el derecho de asilo.

Snowden lleva tres semanas en la zona de tránsito del aeropuerto de Moscú. Tiene a la opinión pública y a la prensa de América Latina a su favor. Y ha pedido asilo temporal en Rusia hasta que pueda viajar a Latinoamérica. Pero ahora, que levante la mano quien se atreva a sacarlo de allí para desplazarlo a cualquier lugar que no sea una cárcel de Estados Unidos.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, la levantó muy pronto y muy indignado contra su primer socio comercial cuando comenzó la persecución de Snowden y el analista se encontraba refugiado en Hong Kong. El secretario de Comunicación, Fernando Alvarado, anunció el 27 de junio que Ecuador renunciaba de manera irrevocable al acuerdo arancelario con Estados Unidos ante un posible “chantaje” por el caso de Snowden. Y advirtió de que Ecuador no aceptaría “presiones ni amenazas de nadie” y no comerciaría con los principios ni los sometería a “intereses mercantiles por importantes que estos sean”, tal como publicó el diario El Comercio.

Respecto a la renuncia de beneficios arancelarios, el politólogo español afincado en Ecuador Decio Machado, antiguo asesor de Correa, explica: “Todos los altos funcionarios públicos y personal de embajadas y [del sector del] comercio sabían que el acuerdo no iba a ser renovado este año por EE UU. Los motivos fueron la gran presión que ejerció la petrolera Chevron a causa del contencioso que mantiene por las indemnizaciones que les solicitan los afectados por un derrame de crudo. Correa solo se anticipó a la decisión de los EE UU, tomando una posición propagandística como el gran anti-imperialista de la zona y defensor de los derechos humanos”.

El cónsul ecuatoriano en Londres, Fidel Narváez, emitió un salvoconducto para que Snowden viajase a Rusia. Pero el viernes 28 de junio el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, llamó a Correa. La conversación fue “amable y cordial”, según declaró Correa al día siguiente. Pero la marcha atrás que dio Correa en el caso Snowden resultó antológica. El 2 de julio declaró que sancionaría al cónsul por haber emitido el salvoconducto “sin autorización”.

“Nadie sabe los términos de la llamada de Biden”, señala Decio Machado. “Pero en el entorno del poder se especula con que el vicepresidente de Estados Unidos pudiera haber amenazado con la no renovación del acuerdo del Sistema Generalizado de Preferencias [SGP] que expira el 31 de este mes. Si no renovase este acuerdo, cerca del 45% de las exportaciones ecuatorianas, que son las que van con destino a Estados Unidos, se verían seriamente afectadas”.

El resto de países latinoamericanos no lo tiene más fácil que Ecuador para escapar de las presiones. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, declaró el martes que le corrió “frío por la espalda” cuando se enteró de que su país también estaba siendo espiado. Pero la situación difiere mucho de aquella que se produjo con el Gobierno español respecto a la expropiación de YPF a Repsol. En abril de 2012, el ministro de Industria español, José Manuel Soria, advirtió por televisión al Gobierno argentino que si había gestos de hostilidad hacia España estos traerían consecuencias. A los dos días, Fernández decretó la expropiación. Ahora, sin embargo, no le ha ofrecido a Snowden el derecho de asilo. Y eso que a EE UU solo llegan un 5% de sus exportaciones.

Brasil, cuyos intercambios comerciales con EE UU solo se ven superados con los que mantiene con China, tampoco ha ofrecido cobijo a Snowden. La presidenta, Dilma Rousseff, tiene confirmada desde mayo una visita oficial a la Casa Blanca para el próximo 23 de octubre. Así que Brasil tendrá que tragarse el sapo de haber sido el país más espiado, pero no va a poner en riesgo su relación con Estados Unidos. Los únicos países del mundo que se han ofrecido para darle asilo a Snowden son Bolivia, Nicaragua y Venezuela. Pero los tres pueden pagar un alto coste si acogen al analista. Estados Unidos es el primer socio comercial de Nicaragua, país al que compra el 49% de todo lo que exporta, según cifras difundidas por la ONU en 2010. Respecto a Bolivia, el Gobierno del presidente Evo Morales expulsó al embajador de Estados Unidos en 2001. Pero Estados Unidos es su segundo socio comercial, solo por detrás de Brasil.

Y en cuanto a Venezuela, durante los 14 años de Gobierno de Hugo Chávez, era raro el día en que Chávez no lanzaba alguna andanada contra el “imperio”. En septiembre de 2006, ante la Asamblea General de la ONU, aludió al entonces presidente George W. Bush con una frase inolvidable: “Ayer el diablo estuvo aquí. Huele a azufre todavía”. Pero eran solo palabras. Sin más fuerza que los firmes repudios y las enérgicas protestas. A la hora de la verdad, Estados Unidos siempre fue el primer socio comercial de Venezuela. De los tres millones de barriles diarios que produce Venezuela, 754.000 van hacia Estados Unidos. Este país es el único que paga a Venezuela en dinero contante y sonante nada más recibir el petróleo.

El presidente Nicolás Maduro tiene ahora la oportunidad de dar un paso en política exterior como el que nunca se atrevió a dar Chávez. Pocas veces podrá tomar una decisión que le garantice más apoyo en su país y en el continente. Pero habrá que ver hasta qué punto se encuentra preparado para asumir las consecuencias. Mientras tanto, Snowden sigue esperando en Moscú un avión que lo lleve hacia Latinoamérica.

Con información de Alejandro Rebossio y Alfredo Meza.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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