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EE UU y la UE inician las negociaciones para un acuerdo de libre comercio

El tratado pretende reducir barreras arancelarias y liberalizar otros aspectos del comercio bilateral

Antonio Caño

El presidente de Estados Unidos y los líderes de los principales países europeos aprovecharon ayer su presencia en la cumbre del G-8, en Irlanda de Norte, para anunciar el inicio formal de las negociaciones con vistas a la firma de un ambicioso acuerdo trasatlántico de libre comercio, que servirá, según declararon, para impulsar el crecimiento económico en ambas orillas del océano.

“Este tratado demostrará que el Atlántico no es el pasado sino el futuro”, declaró el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. “Es una oportunidad de profundizar nuestras relaciones comerciales y crear puestos de trabajo”, añadió Barack Obama. El tratado pretende reducir barreras arancelarias y liberalizar otros aspectos del comercio bilateral para facilitar el intercambio de productos.

Además de Obama y Rompuy, participaron en el encuentro, celebrado horas antes del comienzo de la cumbre, el primer ministro británico, David Cameron, la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente francés, Francois Hollande, el primer ministro italiano, Enrico Letta, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, y el primer ministro de Irlanda, Enda Kenny.

El anuncio oficial de las conversaciones, que comenzarán el próximo mes en Washington, representa un cierto éxito personal de Cameron, que ha querido reseñar durante su presidencia del G-8 su apuesta a favor del libre comercio, y constituye también un espaldarazo a las relaciones de EE UU con los países europeos, que estaban perdiendo protagonismo en las prioridades de Washington en beneficio de los países asiáticos y otras naciones emergentes.

Las negociaciones pueden, no obstante, durar mucho tiempo, meses o incluso años, puesto que tanto EE UU como Europa tienen exigencias que son difíciles de aceptar por la otra parte. Francia, por ejemplo, y otros países europeos han pedido dejar fuera del libre comercio su industria cultural, que podría verse amenazada por la competencia del cine y la música norteamericanas.

EE UU tiene sus propias demandas, en lo que respecta, por ejemplo, al tratamiento de la industria financiera o tecnológica. La agricultura, un terreno tradicional de conflicto trasatlántico, será otra de las áreas en las que será difícil el acuerdo. En el caso de la Unión Europea, es necesario, además, coordinar las necesidades muy diferentes de sus 27 países miembros.

Los líderes reunidos ayer en Irlanda del Norte pidieron que todas esas dificultades no se interpongan en la consecución de un acuerdo que crearía una realidad diferente, tanto en Europa como EE UU. “No permitamos rebajar nuestras ambiciones porque los obstáculos sean grandes”, declaró Obama.

Barroso sostuvo que este tratado, no solo sería muy beneficioso para quienes pretenden suscribirlo, sino que tendría repercusiones favorables en toda la economía mundial.

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