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Muere Javier Diez Canseco, figura más representativa de la izquierda de Perú

Opositores y seguidores destacan su identificación con los desfavorecidos y lucha contra la corrupción

Javier Díez Canseco, en una imagen de 2008.
Javier Díez Canseco, en una imagen de 2008.Víctor Lerena (EFE)

La tarde y noche del domingo 5, en la antigua Casona de San Marcos en el centro de Lima, cerca de dos mil personas han esperado en largas colas para despedir al parlamentario izquierdista Javier Diez Canseco en su velatorio. Agripina Sánchez, un ama de casa de 69 años que solo lo conocía por televisión comentaba a EL PAÍS: “Lo sigo desde los años 70, nos deja un gran vacío porque siempre ha sido un luchador por los necesitados, como pocos políticos. Para que aparezca otro Javier, ¿cuánto tiempo pasará? Años. Quizá ni hay, porque ahora la gente entra al Congreso para servirse ellos”.

Sánchez, quien llevaba unos 45 minutos en la fila, resume de modo sencillo la imagen pública del congresista fallecido a los 65 años la noche del sábado, después de tres meses internado por un cáncer de páncreas que él mismo hizo público.

Diez Canseco ha sido el único parlamentario de izquierda reelecto tantas veces desde 1978, con una interrupción entre 1992 y 1995 durante el Congreso Constituyente Democrático que instaló el régimen de Alberto Fujimori después del autogolpe de abril de 1992. Tampoco perteneció al Legislativo entre 2006 y 2011, pues fue candidato en 2006 a presidente tras fundar el Partido Socialista. Hasta muy recientemente, era el responsable del Foro de Sao Paulo para la región andino-amazónica.

El líder político nacido en Lima creció en una familia acomodada, sufrió poliomielitis cuando era un bebé y por ello vivió con una discapacidad que le dificultaba caminar. A los 18 años dejó la vida predecible de la clase media-alta y, mientras estudiaba Ciencias Sociales en la Universidad Católica, comenzó su militancia de izquierdas apoyando las luchas de obreros mineros.

El sociólogo y exviceministro de Desarrollo Social Eduardo Ballón destaca del político “su generosidad infinita con personas anónimas. Esa manera de ser lo llevó a ser un jacobino en todas las cosas: nunca dejó de hacer lo que predicó. Su propia condición física, su experiencia de niño y de joven, lo llevó a una mirada distinta. En un país donde ese tipo de consistencia tiene cada vez menos valor, es su legado más importante”.

En la última década el político luchó con más énfasis por los derechos de la población LGTB y las personas con discapacidad

El exsenador de izquierdas y sociólogo Rolando Ames rememoró un episodio del político Diez Canseco cuando terminaba la dictadura militar en Perú y era un “momento de euforia de una izquierda joven”. Elegido miembro de la Asamblea Constituyente en 1978, le respondió a su felicitación diciendo: "Tengo un poco de miedo de que aquí nos aislemos de la gente". Según Ames, el exparlamentario luchó toda su vida por no aislarse.

El líder de izquierda fue nombrado en 1983 el primer secretario general del Partido Unificado Mariateguista (PUM), uno de las dos formaciones que fundó. El PUM unió a Vanguardia Revolucionaria, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria y el Partido Comunista Revolucionario. En 2006 creó el Partido Socialista. En 2011 fue candidato al Congreso como invitado de la agrupación Gana Perú, del presidente Ollanta Humala; sin embargo, el año pasado, cuando el Gobierno dio un giro a posiciones conservadoras en política y en economía, pasó a la oposición junto con otros cuatro congresistas oficialistas que abandonaron el partido de Humala. "Preferiría no romper porque hay que tratar de ser eficaz en un grupo más grande", le confió a un amigo de su misma orientación política. Pero se apartó por entender que era una obligación para ser coherente.

El artista plástico cuzqueño Alberto Quintanilla, de 80 años, cuya obra Diez Canseco admiró y compró, dijo a EL PAÍS que ambos compartieron ideales. “Estábamos contra la explotación y contra los grandes latifundios que existieron en el Perú. Cuando nos conocimos le dije que vivíamos en el país más racista del mundo. Me preguntó si yo era de izquierdas y le dije que sí, pero no de un partido porque soy muy desconfiado”. El maestro Quintanilla, que vive entre París y Lima, considera que Diez Canseco trabajó siempre contra viento y marea y con tesón por las causas que defendía.

Fiscalizador por definición

En su desempeño como parlamentario, Diez Canseco fue eficaz en comisiones de investigación. El momento más importante en ese aspecto lo protagonizó como presidente de la Comisión Investigadora de los Delitos Económicos y Financieros cometidos entre 1990-2001, es decir, durante el período del presidente Alberto Fujimori. También ocupó el cargo de vicepresidente de la Comisión Investigadora de Casos de Corrupción del mismo régimen.

El procurador anticorrupción de Perú, Julio Arbizu, de 37 años, recuerda de Diez Canseco su rebeldía y pertinacia. “Dada su experiencia como investigador, cuando asumí el cargo conversamos y me dijo cómo venía la mano, advirtiéndome que podría haber resistencias”, declaró a este diario.

Si en las décadas de los setenta y ochenta Diez Canseco apoyó a los sectores obreros, mineros, campesinos y buscó el derecho al voto para los analfabetos, en la última década el político luchó con más énfasis por los derechos de otros sectores: la población LGTB y las personas con discapacidad. Fue presidente de la Comisión Especial de Estudio sobre Discapacidad del Congreso de la República entre 2003 y 2006 y logró la aprobación de la Ley para Personas con Discapacidad en 2012. Sin embargo, el economista peruano Oscar Ugarteche ha destacado en un texto que todas las iniciativas de Diez Canseco de normas que contuvieran la no discriminación por orientación sexual, fracasaron.

Los medios y líderes de opinión peruanos, los que disienten o comparten puntos de vista del congresista fallecido, han destacado su facilidad de diálogo con los jóvenes. Mientras dejaba un arreglo floral en el velorio, una representante de la juventud del Partido Socialista recordó una anécdota con el líder de su partido. “Mis padres eran de izquierda, de la edad de él, y cuando era niña hablaban sobre Javier, a veces de cosas con las que no estaban de acuerdo. Yo escuchaba. Lo conocí a los 12 años y le dije que cuando fuera grande votaría por él. Las coincidencias hicieron que luego entrara al partido. Su forma de hablar emocionaba, tenía una energía particular al decir que era posible cambiar el mundo”. La joven de 28 años Rocío Gálvez cumplió su promesa de votar por él y ahora sigue su camino.

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