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El último bastión televisivo del antichavismo cambia de manos

El gobierno ha aprobado su venta por un precio no revelado

Un hombre ve una entrevista a Capriles en Globovisión.
Un hombre ve una entrevista a Capriles en Globovisión.MIGUEL GUTIERREZ (EFE)

La oposición venezolana vive un nuevo despecho. A la reciente tristeza por la polémica y estrecha derrota en las elecciones presidenciales del pasado 14 de abril, en las que se eligió a Nicolás Maduro como sucesor del difunto Hugo Chávez, se agrega la venta de Globovisión, el pequeño y combativo canal de noticias considerado por el chavismo como enemigo de la revolución.

Su vicepresidente Carlos Alberto Zuloaga informó a los trabajadores que el trato se cerrará “en las próximas horas”. Este diario pudo conocer que la negociación culminará a más tardar el lunes. El gobierno ha aprobado la venta a través del visto bueno del ente rector, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones. El precio de la transacción no ha sido revelado.

La nueva junta directiva ha tomado algunas decisiones mientras se resuelven los flecos pendientes. Los experimentados periodistas Vladimir Villegas y Leopoldo Castillo serán los nuevos directores y llevarán adelante un cambio que en ningún modo podría calificarse de cosmético. La idea es que la planta, considerada como una trinchera de la oposición, vire hacia el centro, abra espacio a los voceros del Gobierno y abandone el rol de actor político que asumió empujada por las circunstancias. “Acepté la Dirección General de Globovisión. Por la paz y la inclusión de todos”, escribió Villegas en su cuenta de Twitter.

En el chavismo, sin embargo, no está claro que los nombres de Villegas y Castillo indiquen moderación de la línea editorial. Vladimir, hermano mayor de Ernesto Villegas, actual ministro de Comunicación e Información del régimen, fue parte de la coalición chavista hasta 2007 y es hoy considerado como un traidor. En la primera etapa de la llamada Revolución Bolivariana (1999-2006) fue embajador en México y Brasil, viceministro de Relaciones Exteriores y presidente del canal estatal Venezolana de Televisión. Aunque es tenido como un opositor moderado, sus conexiones dentro del chavismo servirán de poco para atraer a voceros del gobierno. El chavismo detesta la independencia y sólo entiende a la televisión como un emisor de propaganda.

Leopoldo Castillo, además, es casi un enemigo público según la cosmovisión del gobierno. Abogado, ex embajador en El Salvador durante el gobierno del socialcristiano Luis Herrera Cámpins (1978-1983), devino en presentador de Aló, Ciudadano, el buque insignia del canal y la tribuna más codiciada para la parcialidad opositora. Pero en las últimas horas el veterano periodista ha dado muestras de pragmatismo al anunciar que, sin perder su espíritu crítico, su gestión llamará al diálogo y conducirá al canal hacia la transición en Venezuela, una tierra de nadie en la que el chavismo y oposición tendrán que repensarse para poder convivir y superar la aguda polarización que caracteriza a este país desde hace tres lustros.

Para el gobierno, además, no será fácil sentarse frente a periodistas críticos. Los moderadores más conocidos han reaccionado al cambio manifestando que no modificarán su forma de trabajar, ni aceptarán censura de sus contenidos. Castillo y Villegas deberán moverse con cuidado al momento de hacer los cambios que han prometido para no convertir las informaciones del canal en un producto anodino y carente de punto de vista. Una fuente de la nueva directiva comentó a este diario que a los nuevos compradores les interesa más la marca que el medio. Ellos no quieren perder el porcentaje de participación de mercado como ocurrió con la Televisora Venezolana Social (TVES), la emisora que desplazó a Radio Caracas Televisión de la señal abierta por órdenes de Hugo Chávez y dilapidó la audiencia que tenía esa señal al plegarse al gobierno.

Pero el miedo a lo desconocido está muy presente entre los periodistas. La directora del departamento de investigaciones, Lisber Ramos Sol, decidió presentar su renuncia después de reunirse con los miembros de la nueva junta directiva, lo que ha causado no pocas sospechas sobre las intenciones de los nuevos dueños, los empresarios Juan Domingo Cordero, Raúl Gorrín y Gustavo Perdomo. Esta sociedad manejan también Seguros La Vitalicia, una compañía menor dentro del ramo asegurador en Venezuela. En 2012 la empresa ocupó el puesto 39 entre 49 empresas calificadas en el escalafón anual del sector con 0,13% de participación del mercado. No pocos se han preguntado con esos antecedentes de dónde ha salido el dinero para adquirir el canal.

La venta de la planta cierra una historia que comenzó a mediados de marzo, mientras tenían lugar las pompas fúnebres del presidente Hugo Chávez. Ese día Guillermo Zuloaga, el accionista mayoritario de la planta, anunció la intención de retirarse del negocio en una misiva dirigida a los trabajadores: “En 2012 tomé la decisión de hacer todo lo que estuviera en nuestro poder, a riesgo del capital de los accionistas y consciente de las implicaciones que esa actitud podría traer, para lograr que la oposición ganara las elecciones de octubre (…) En Globovisión lo hicimos extremadamente bien y casi lo logramos, pero la oposición perdió”.

“Eso nos puso”, escribió Zuloaga, “en una situación muy precaria como canal y como empresa (…) Adicional a esto, el debilitamiento de la economía y su directa consecuencia sobre nuestro flujo de caja, nos convirtió el día de hoy en una empresa inviable”.

Para completar el cuadro descrito por Zuloaga, a principios de abril la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) decidió abrir el décimo procedimiento administrativo contra la planta debido a una supuesta interferencia en una alocución oficial del entonces presidente encargado Maduro.

Uno de esos procedimientos terminó en una sanción que los obligó a pagar una multa de dos millones de dólares para evitar que el Tribunal Supremo de Justicia hiciera efectivo el embargo de sus bienes. Fue el final de una pugna con Conatel, que consideró que en su cobertura de la crisis penitenciaria de El Rodeo, en junio de 2011, la planta había hecho apología del delito.

En Venezuela, además, comenzaron los arreglos para la transición hacia la televisión digital. Globovisión no fue invitada a formar parte del grupo que cambiará de tecnología. Si Zuloaga continuaba capitaneando la planta era muy posible que dejaran de transmitir al producirse el apagón de las señales analógicas. Además, la concesión para transmitir a través de la frecuencia radioeléctrica del Estado se vence en 2015. Zuloaga y su familia pensaron que el gobierno no les renovaría el permiso, tal como ocurrió en 2007 con Radio Caracas Televisión. La llegada de nuevos accionistas hace suponer que ese obstáculo ha sido salvado.

En Venezuela la televisión que se transmite en señal abierta ha reducido al mínimo sus espacios de opinión y transmiten telenovelas, programas de variedades y concursos y deportes. Los noticieros de Venevisión y Televén, las plantas más importantes, se cuidan de no editorializar y de presentar noticias de gobierno y oposición a partes iguales. Un modelo que ha garantizado la continuidad del negocio a cambio del sacrificio del espíritu crítico.

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